Bolivarian Militia ¿Independency and Socialist Homeland?
por Julián L. Fernández
Recibido: 13/05/15 - Aprobado: 21/07/15
CUADERNOS DE MARTE / AÑO 6, NRO. 8, ENERO-JULIO 2015
http://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte/article/view/1245/
Resumen
Nos
proponemos abordar la Milicia Bolivariana, como resultante concreto
cívico-militar del nuevo pensamiento y doctrina militar de defensa
integral de la nación, y evaluar su importancia respecto a los dos
primeros objetivos históricos del Plan de la Patria.
Para
tal fin, abordaremos: la reconfiguración militar del imperialismo
norteamericano; la gravitación de Venezuela; la lucha
de clases en Venezuela y
su impacto en lo castrense; las transformaciones de pensamiento,
doctrina y estructura militar durante el chavismo; y la relación de
la Milicia con el emergente poder comunal y organizaciones
revolucionarias.
Como
conclusiones, esperamos plantear las potencialidades y dificultades
de esta estructura cívico-militar, como herramienta para garantizar
la independencia y soberanía venezolana y fortalecer un derrotero
hacia una patria socialista.
Palabras
claves: Venezuela - Milicia Bolivariana – Fuerza Armada Nacional
Bolivariana – imperialismo norteamericano - guerra no convencional.
Abstract
We intend to approach the Bolivarian Militia, as civic- military tangible result of the new Bolivarian military thought and doctrine of comprehensive defense of the nation, and assess their significance to the first two historical objectives of the "Plan of the Homeland".
We intend to approach the Bolivarian Militia, as civic- military tangible result of the new Bolivarian military thought and doctrine of comprehensive defense of the nation, and assess their significance to the first two historical objectives of the "Plan of the Homeland".
We will develop the
following points: military reconfiguration of north-american
imperialism; geopolitical gravitation of Venezuela; class
struggle
and the impact of the the military field; transformations of thought,
doctrine and military structure during the Bolivarian government; and
militia relationship with the emerging communal power and
revolutionary organizations.
In
conclusion, we hope to show the the
potentialities and difficulties of
this civil-military structure, as
a tool to ensure the Venezuelan independence and sovereignty, and to
strengthen a course toward a socialist homeland.
Key
words: Venezuela – Bolivarian Militia – Bolivarian National Armed
Force – US imperialism - unconventional
warfare.
Finalizada
la Guerra Fría bipolar, EE.UU. se lanzó a globalizar el hegemónico
capitalismo de “acumulación por desposesión”. Militarmente,
expandió la OTAN hacia Eurasia y desarrolló capacidades para
afrontar dos guerras simultáneas1.
Los “ataques
preventivos” post 11-S
marcaron a fuego su hiperunilateralismo.
Pero, especialmente tras la crisis de 2008, la superpotencia ha
perdido su unipolar liderazgo político y capacidad económica;
aunque mantiene una clara supremacía comunicacional y militar,
desplegada globalmente en los mares y un extenso entramado de bases
militares.
Buscando
reconstruir su hegemonía desde una visión de espectro completo, el
uso de su fuerza bélica le permitiría controlar los bienes
naturales planetarios; indispensables para mantener su insostenible
modo de vida. Dos objetivos generales de sus FF.AA. expresan este
militarismo imperialista: garantizar el mantenimiento del capitalismo
y, dentro de él, la propia primacía estadounidense; y garantizar la
disponibilidad de todas las riquezas del mundo como base material de
funcionamiento del sistema, asegurando el mantenimiento de sus
jerarquías y dinámicas de poder2.
América Latina, suministra el 25 % de todos los recursos naturales y
energéticos que necesita, además, de reservas de biodiversidad,
agua dulce, etc3.
Borón,
Ceceña, Luzzani, entre otros, destacan la centralidad estratégica
de Latinoamérica para EE.UU.,
como su
retaguardia o extenso “hinterland”; “protegido” por dos
océanos, y el Comando Sur.
La
reproducción global capitalista está salvaguardada por el
desproporcionado poder militar estadounidense, solventado con
préstamos externos que requieren exhibir solidez bélica, reafirma
Katz. Esta supremacía armada sostiene y explica al imperialismo
actual, sin guerras interimperialistas y con mayor asociación
mundial de capitales. Y agrega como dos novedades, el nuevo polo de
acumulación asiática y la ausencia de subordinación militar de
Rusia y China4.
Ambas potencias encabezan las tendencias multipolares. Asumiendo que
la crisis coloca a EE.UU. en un “momento de transición”,
intentando contener a China, Obama reorientó su estrategia mundial
del Atlántico a Asia-Pacífico en 20125,
y avanza contra Rusia desde Europa.
Bélicamente,
la doctrina de “agresión positiva” de Bush, (“superioridad
abrumadora” de Powell, luego primacía de bombardeos y altas
tecnologías de Rumsfeld), fracasó en los conflictos irregulares de
Irak y Afganistán. Entonces, comenzaron a estudiarse cambios y,
después de 20 años, EE.UU. actualizó su manual de
contrainsurgencia (FM 3-24 y MCWP 3-33-5); definido por un
especialista en guerra irregular como el “documento
doctrinario de contrainsurgencia más bien elaborado” de
occidente6.
Los
altos costos económicos, humanos, políticos y diplomáticos de
ambas guerras/invasiones, sumados a la debilitada economía
norteamericana, provocaron el viraje de aquel “poder duro” al
“poder inteligente” de Obama. Estas
dificultades, el debate
castrense frente a la “guerra difusa” y sus propias debilidades7,
el “síndrome de Vietnam”, el declinante reclutamiento, generaron
importantes transformaciones en su maquinaria militar.
Actualmente,
consiste en un sistema flexible que opera al margen de las leyes
internacionales, con un creciente sesgo privado-clandestino. Cuenta
con estructuras formales convencionales e informales. Éstas agrupan
bandas mercenarias y núcleos operativos oficiales, el secreto
Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC). Son tropas de
elite bajo mando directo del Presidente, inscriptos en una dinámica
abiertamente criminal. El objetivo es caotizar sociedades, para
depredar sus recursos naturales. Incluye el empleo de intensa
manipulación mediática e informática (operaciones psicológicas),
tanto contra la sociedad atacada como a escala global, y el
aprovechamiento de la enorme brecha tecnológica (high-tech/no-tech).
En el marco de una crisis civilizatoria del capitalismo, Beinstein
caracteriza estos cambios estratégicos como “manotazos defensivos”
del imperialismo occidental, extremadamente peligrosos dado el
gigantismo tecnológico de EE.UU. y Europa8.
La Circular de Entrenamiento TC 18-01
orienta el accionar de las Fuerzas de Operaciones Especiales para la
guerra no convencional (GNC), definida como “el
conjunto de actividades dirigidas a posibilitar el desarrollo de un
movimiento de resistencia o insurgente; para coaccionar, alterar o
derrocar a un gobierno; o tomar el poder mediante el empleo de una
fuerza de guerrilla auxiliar y clandestina”9.
Apoyándose en elementos
locales y de países aliados, busca aprovechar, promover y
contribuir, de manera directa aunque encubierta, a alentar las
vulnerabilidades económicas, políticas, psico-sociales y militares
para desarrollar y sustentar esa subversión local. En esta guerra “a
distancia”, desarrollada en fases, se acrecientan sobremanera las
tareas de inteligencia e información, minimizando o eliminando la
presencia de ocupación terrestre.
Este
formato de guerra dispersa, deslocalizada, no lineal,
multidimensional, sin frentes definidos, ampliamente extensa en
tiempo y espacio, incorpora elementos de la “guerra de enjambre”
de Ronfeldt y Arquilla10.
Asimismo, siguiendo el
manual del “golpe suave” de Gene Sharp, intenta debilitar,
desmoralizar y desorganizar los pilares del poder y neutralizar las
fuerzas de seguridad, normalmente en el contexto de un proceso
electoral. No para destruirlas, sino buscando cooptarlas en función
de la hipotética futura autoridad11.
La
política agresiva del gobierno norteamericano contra Venezuela
comenzó iniciada la presidencia de Chávez; con dos objetivos,
evitar que se expanda el ideario bolivariano en Latinoamérica, y
recuperar el control de la mayor reserva petrolera mundial12.
A su participación en
el golpe de estado de 200213
14,
previamente, instalaron la USAID en Caracas, intentaron bloquear
ventas de armas al país y finaciaron ONG´s y la variopinta
oposición15;
financiación que es regional, permanente y creciente16.
Como otros hitos importantes, en 2006,
tras el “entierro del ALCA”, Norteamérica: reactualizó su
estrategia militar, señalando a Cuba, Bolivia y Venezuela como
“regímenes hostiles”17;
encabezó ejercicios navales
otanistas en el Mar Caribe18;
creó una oficina de
inteligencia y operaciones especiales para Cuba y Venezuela19.
La reactivación de la IV Flota (2008) y la creciente relación
político-militar entre EE.UU. y Colombia durante las presidencias de
Uribe Vélez (2002-2010) potenciaron la amenaza. Además de la
cooperación contrainsurgente, Colombia bombardeó territorio
ecuatoriano con apoyo estadounidense20,
y aceptó la instalación de siete bases militares norteamericanas.
Una agresión imperialista indirecta, desde Colombia, fue considerada
como hipótesis de conflicto convencional21.
Si bien la coyuntura electoral neogranadina permitió enfriar la
situación desde 2010, en Venezuela permanece activo el
paramilitarismo colombiano. Fue institucionalizado en el Estado
neogranadino durante el uribismo, y se relaciona orgánicamente con
sus represivas fuerzas armadas22;
fuerzas que pudieran ser utilizadas por EE.UU. como pie de fuerza
convencional contra la nación bolivariana23.
Los
últimos hitos fueron declarar por decreto presidencial a Venezuela
como "amenaza
extraordinaria e inusual”
a la seguridad norteamericana, coincidentemente con la
caracterización del Jefe del Comando Sur en 200424;
y explicitar el
apoyo a
los ciudadanos de países donde “la
democracia está en riesgo,
tales como Venezuela” en
su nueva estrategia de seguridad25.
Estas medidas son el
respaldo formal necesario para que EE.UU. pueda tomar acciones
directas de mayor envergadura. Debemos enmarcarla en los fracasos
constantes de la dividida oposición local, donde “pacifistas” y
“violentos” apuestan por derrocar al proceso bolivariano, unos
potenciando las debilidades de la economía rentista, otros con
violencia fascista.
Importancia
de Venezuela
Venezuela
representa la mayor reserva probada de petróleo, el 17.8% del total
mundial26.
Asimismo, cuenta con importantes cuencas hídricas, como también
reservas de gas, carbón, hierro, oro y bauxita. Si
bien aún no logra superar el carácter rentista de su economía,
estructurada por las potencias capitalistas el siglo pasado, el
chavismo reconquistó la soberanía petrolera;
también fue crucial en la recuperación histórica de los precios
del petróleo, relanzando la OPEP en 200027.
Geopolíticamente,
Venezuela
motorizó
el fracaso del neoliberal Alca junto a importantes iniciativas
orientadas a conformar un polo de poder suramericano que sea zona de
paz (Alba, Petrocaribe, Unasur, Celac, entre otras), abonando la
multipolaridad mediante alianzas estratégicas (China, Rusia, Irán),
también enfrentando la comunicación hegemónica (Telesur).
La irrupción de Chávez, que expresó y potenció el
resquebrajamiento del Consenso de Washington, inició un proceso
transformador, democratizador, participativo, soberano; que desde el
ideal bolivariano confronta al monroísmo, interpelando y politizando
a las clases subalternas incluso internacionalmente.
II
- Lucha de clases en Venezuela
Crisis
orgánica del puntofijismo
e impacto en lo castrense
La
“democracia” pactada en
Punto Fijo se extendió entre 1958 y 1998. Gramscianamente, estuvo
definida por una sociedad
política subordinada al imperialismo norteamericano y una elite
apropiadora de la renta petrolera que sumergía en la pobreza,
ignorancia y desigualdad a la inorgánica sociedad civil, de la que
en
los ´60 se
desprendieron aislados y heroicos movimientos
guerrilleros28.
En los ´80,
la
crisis económica provocada por
la caída de los precios del petróleo y un gran endeudamento externo
aumentó aún más la desigualdad y pobreza; el rechazo a una salida
neoliberal cristalizó en el Caracazo. A partir de allí, la crisis
económica iría escalando a crisis orgánica del
hegemónico modelo de “conciliación de élites”
entre Acción
Democrática y Copei. Se expresó en
múltiples puntos de ruptura
del bloque histórico
capitalista local, dirigido por una burguesía rentística
pro-imperialista, y la de su
entramado político institucional, a través de una profunda crisis
de las organizaciones de mediación y representación de
las clases subalternas. Simultáneamente,
distintos factores condicionaron el surgimiento de grupos castrenses
con un nuevo proyecto político:
- El Plan Andrés Bello, implementó una formación universitaria humanista en la Academia Militar desde 1971, ya iniciado el proceso de “pacificación” con las guerrillas. Proponía una visión mucho más abarcativa de la realidad venezolana, planteando la necesidad de modificarla y la responsabilidad y capacidad castrense para hacerlo, entre otras cosas, concibiendo el desarrollo nacional como instancia fundamental para garantizar la seguridad interna29. Aunque no era programa de gobierno, la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas aprobada en 1983 determinaba que éstas “tienen por objeto: participar en el desarrollo integral del país”, artículo que se mantuvo en la reforma a dicha ley en 199530.- La influencia marxista-bolivariana. A finales de los '70 resurgió una relación orgánica, entre ex guerrilleros del Partido de la Revolución Venezolana y sectores militares “conspirativos”. Su estrategia del “tercer camino” propugnaba alcanzar el poder mediante la unión cívico-militar para la liberación nacional y el socialismo, ante las limitaciones electoralistas e insurreccionales31. Esta corriente también aportó conceptos estratégicos como el “árbol de las tres raíces” (Bolívar, Rodríguez y Zamora)32. - Una crisis interna. Producida por: los cambios en el rol de la FAN desde la “pacificación”, los efectos económicos de la crisis nacional en el ámbito castrense, el descontento de la oficialidad media por las relaciones clientelares y la corrupción del alto mando con la elite política puntofijista33.
- El Caracazo. La cruenta represión ejecutada tras las masivas protestas y saqueos iniciados el 27 de febrero de 1989, produjo “una gran crisis de identidad entre los mandos militares intermedios”34, influida también por la composición social castrense. Chávez mismo definió al Caracazo como un acelerador de la insurgencia del Movimiento Bolivariano Revolucionario – 200 (MBR-200)35. Respecto a las clases subalternas, aquella primera rebelión contra el “neoliberalismo” en América latina abrió un prolongado ciclo de protesta que cambió la conducta sociopolítica venezolana, incorporando una creciente movilización36.
- El Plan Andrés Bello, implementó una formación universitaria humanista en la Academia Militar desde 1971, ya iniciado el proceso de “pacificación” con las guerrillas. Proponía una visión mucho más abarcativa de la realidad venezolana, planteando la necesidad de modificarla y la responsabilidad y capacidad castrense para hacerlo, entre otras cosas, concibiendo el desarrollo nacional como instancia fundamental para garantizar la seguridad interna29. Aunque no era programa de gobierno, la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas aprobada en 1983 determinaba que éstas “tienen por objeto: participar en el desarrollo integral del país”, artículo que se mantuvo en la reforma a dicha ley en 199530.- La influencia marxista-bolivariana. A finales de los '70 resurgió una relación orgánica, entre ex guerrilleros del Partido de la Revolución Venezolana y sectores militares “conspirativos”. Su estrategia del “tercer camino” propugnaba alcanzar el poder mediante la unión cívico-militar para la liberación nacional y el socialismo, ante las limitaciones electoralistas e insurreccionales31. Esta corriente también aportó conceptos estratégicos como el “árbol de las tres raíces” (Bolívar, Rodríguez y Zamora)32. - Una crisis interna. Producida por: los cambios en el rol de la FAN desde la “pacificación”, los efectos económicos de la crisis nacional en el ámbito castrense, el descontento de la oficialidad media por las relaciones clientelares y la corrupción del alto mando con la elite política puntofijista33.
- El Caracazo. La cruenta represión ejecutada tras las masivas protestas y saqueos iniciados el 27 de febrero de 1989, produjo “una gran crisis de identidad entre los mandos militares intermedios”34, influida también por la composición social castrense. Chávez mismo definió al Caracazo como un acelerador de la insurgencia del Movimiento Bolivariano Revolucionario – 200 (MBR-200)35. Respecto a las clases subalternas, aquella primera rebelión contra el “neoliberalismo” en América latina abrió un prolongado ciclo de protesta que cambió la conducta sociopolítica venezolana, incorporando una creciente movilización36.
Las
insurrecciones militares de 1992 (4-F, protagonizada por oficiales
medios, y 27-N, por altos oficiales), fueron derrotadas militarmente.
Pero
lograron,
fundamentalmente
la encabezada por Chávez,
desatar una irrefrenable caída del piso político del gobierno y
propiciaron el surgimiento de sujetos y acciones
que impulsarían cambios drásticos en el sistema político
venezolano37.
Proyecto
contrahegemónico y reacción
Desde 1992 y ante una crisis orgánica
in crescendo,
la clase política puntofijista
intentó diversas formas de mantener el pacto de dominación, incluso
con la “apertura petrolera”.
Mientras, el
MBR-200 pasaba a la
batalla electoral conformando
el Movimiento Quinta República (MVR). Con Chávez proponiendo
un cambio político-institucional
hacia una democracia
social participativa y protagónica
e
incorporando destacados
militantes izquierdistas, ganó las presidenciales de 1998.
Para
“refundar la república” y sus instituciones, el Presidente
motorizó una nueva
Carta Magna, refrendada electoralmente.
Como
novedades vinculadas a lo castrense, la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela
(CRBV)38
le dio carácter constitucional a la seguridad nacional, planteando
el
concepto de defensa integral de la nación. Le asignó una
participación activa a la FANB en el desarrollo. Estableció la
corresponsabilidad entre el Estado y la sociedad civil sobre los
ámbitos económicos, social, político, cultural, geográfico,
ambiental y militar. Reconoció al militar como un sujeto político a
través del derecho al voto, y reemplazando el carácter “apolítico”
y “no deliberante” de la institución militar por el menos
excluyente de “sin militancia política”. También, reforzó las
atribuciones presidenciales para el control institucional de la
Fuerza Armada Nacional (FAN), atribuyéndole la promoción oficiales.
El cambio de denominación a FAN, expresó la armonización de los
cuatro componentes militares (Ejército, Armada, Aviación y Guardia
Nacional) bajo una unidad de mando.
La creciente
manifestación del elemento militar en el chavismo, como
intermediario social entre el Estado y la población, se explica
principalmente por: la carencia de una estructura política
organizada de la “amalgama
de sectores tan diversos como contradictorios”
que llevó a Chávez al poder39,
una vieja aspiración desarrollista de sectores castrenses, una
correlación de fuerzas negativa en el aparato público subnacional y
los lastres del burocratismo estatal40.
La
lucha de clases se profundizó con las Leyes Habilitantes de 2001,
especialmente las de Tierras, Pesca e Hidrocarburos. Este conflicto
fue depurando la composición de fuerzas de la alianza chavista. Con
el apoyo imperialista, la burguesía local y sus aliados lograron
movilizar amplios sectores medios hacia una salida destituyente. La
hegemónica prensa privada tuvo un rol protagónico en el golpe de
estado de abril de 2002. El Alto Mando militar participó
activamente, por esto sería reestructurado. El golpe político fue
revertido en 48 horas, por la
contundente respuesta de las
mayorías pobres, incorporadas como sujetos políticos41,
y sectores uniformados chavistas, a los que se plegaron los militares
“legalistas/constitucionalistas”42.
La postura conciliadora de Chávez
post-golpe enmarcó una nueva ofensiva golpista, el gerencial “paro
indefinido” en Petróleos de Venezuela (PDVSA). Este
lock-out patronal, que afectó
gravemente la economía nacional,
fue derrotado por la participación de trabajadores, jubilados
reenganchados, la
FAN, sectores populares movilizados43
y técnicos
del software
libre44.
Tras
recuperar
PDVSA, el gobierno
consolidó su base política y social lanzando las
primeras misiones sociales, para atender las necesidades más
urgentes de las mayorías. Apoyadas en numerosos grupos y
organizaciones populares y en la participación militar, estas
misiones configuraron una institucionalidad paralela a la del Estado,
heredero de lastres como la corrupción, el burocratismo y el
asistencialismo45.
Esta nueva relación
cívico-militar abandona la dualidad precedente y plantea la igualdad
ciudadana, donde la condición militar es una situación temporal46,
para asumir responsabilidades conjuntas en la defensa de los
intereses nacionales. A nivel legal, se
fue materializando desde
la corresponsabilidad establecida constitucionalmente y a través de
la
nueva
Ley Orgánica de Seguridad Nacional (LOSN)47.
Esta ley, sancionada durante el lock-out
petrolero, define
los principales conceptos estratégicos: seguridad de la nación,
defensa integral y desarrollo integral. Considerándolos
como una unidad, amplia estos conceptos y los
ubica como elementos esenciales para garantizar los derechos
individuales
y colectivos de la población, no
sólo del Estado.
En lo concreto, la unión cívico-militar bolivariana se planteó
inicialmente mediante el
Proyecto
Bolívar 2000, y se fue afianzando en
las derrotas del golpe de estado y del lock-out petrolero, la
recuperación de PDVSA y las primeras misiones sociales.
Contraofensiva estratégica
Estas
misiones y la politización de la gran polarización/desigualdad
social precedente fueron afianzando al chavismo48
y consolidando una voluntad colectiva transformadora. Rechazando la
subordinación al imperialismo que padeció Venezuela en el siglo XX,
la cuestión nacional le permitió al proyecto bolivariano afianzar
la lucha sociopolítica con sentido contra-hegemónico.
Tras las derrotas de los golpes en 2002 y 2003, en 2004 la apuesta
reaccionaria fueron violentas “guarimbas” para evitar el
referendo presidencial49
y el magnicidio, que fracasó por la detención de más de 130
paramilitares colombianos50.
El movimiento bolivariano fue decisivo para enfrentar el crucial
revocatorio electoral (agosto), ratificando con contundencia al
Presidente51.
Impulsado por el “látigo contrarevolucionario”, tras ganar las
elecciones regionales (octubre) la contraofensiva chavista se
materializó en “el nuevo mapa estratégico”. Definió los
grandes objetivos de la iniciada fase antiimperialista, entre ellos
avanzar en la conformación de nuevas estructuras en lo social
“dándole poder a los pobres”, en la institucionalidad estatal,
en lo económico-productivo y “profundizar y acelerar la
conformación de una nueva estrategia militar nacional”52,
planteando la necesidad de conformar el nuevo pensamiento militar
venezolano (NPMV).
Gramscianamente,
el surgimiento de Chávez restableció el poder de la sociedad
política, potenciándola a través de la construcción de nuevas
raíces participativas y protagónicas en la sociedad civil; no la
sustituyó en su totalidad, dadas las limitaciones externas e
internas. Como “condottiero”,
buscó fortalecer los sectores subalternos que asumieron al proceso
de politización como empoderamiento colectivo, a través de la
lucha de clases y conviviendo/disputando
con la arquitectura política de la democracia representativa53.
Orientado
a la construcción del socialismo bolivariano desde 2005,
impulsó el Proyecto
Nacional Simón Bolívar,
desplegado
en el primer
Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social (2007-2013) y
lanzando el segundo Plan Socialista o Plan de la Patria (2013-1019),
actual ley nacional54.
Con él, buscó
expresamente sentar las bases de un nuevo “bloque histórico”,
socialista-bolivariano.
En este período, en lo político, disolvió el MVR (maquinaria electoral) y conformó el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), incorporando dirigentes de variados orígenes y trayectorias. Electoralmente, es la fuerza más importante del país; aunque el control burocrático-estatal sobre el partido limita la eficacia de la participación de base55. En 2011 fue lanzado el Gran Polo Patriótico Simón Bolívar (GPPSB), para integrar las organizaciones del movimiento chavista no adscriptas al PSUV.
Continuando el propósito constitucional de refundar la República y todas las instituciones fundamentales del Estado, motorizó distintas leyes para sentar las bases comunales que superen la institucionalidad liberal-burguesa, insistiendo con vehemencia en su importancia estratégica56.
En lo económico, se orientó a superar el rentismo desde lo productivo, acrecentando nacionalizaciones, centrando su discurso en los centros de producción, con anclaje territorial, y declarándose marxista, insistiendo por primera vez en el papel de liderazgo revolucionario de la clase obrera57. Asimismo, propició cambios en la esfera castrense, orientados hacia el nuevo pensamiento y doctrina militar. Entre 2005 y 2011, se implementó una nueva Ley Órganica de la FANB, y tres reformas parciales, que marcaron la creación y paulatina institucionalización de la Milicia Bolivariana (MB).
En este período, en lo político, disolvió el MVR (maquinaria electoral) y conformó el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), incorporando dirigentes de variados orígenes y trayectorias. Electoralmente, es la fuerza más importante del país; aunque el control burocrático-estatal sobre el partido limita la eficacia de la participación de base55. En 2011 fue lanzado el Gran Polo Patriótico Simón Bolívar (GPPSB), para integrar las organizaciones del movimiento chavista no adscriptas al PSUV.
Continuando el propósito constitucional de refundar la República y todas las instituciones fundamentales del Estado, motorizó distintas leyes para sentar las bases comunales que superen la institucionalidad liberal-burguesa, insistiendo con vehemencia en su importancia estratégica56.
En lo económico, se orientó a superar el rentismo desde lo productivo, acrecentando nacionalizaciones, centrando su discurso en los centros de producción, con anclaje territorial, y declarándose marxista, insistiendo por primera vez en el papel de liderazgo revolucionario de la clase obrera57. Asimismo, propició cambios en la esfera castrense, orientados hacia el nuevo pensamiento y doctrina militar. Entre 2005 y 2011, se implementó una nueva Ley Órganica de la FANB, y tres reformas parciales, que marcaron la creación y paulatina institucionalización de la Milicia Bolivariana (MB).
La LOFAN58
derogó la Ley de 1995. Estableció
tres líneas estratégicas orientadoras de la nueva doctrina militar:
fortalecimiento del poder militar de la nación, consolidación y
profundización de la unión cívico-militar y participación popular
en las tareas de defensa nacional. Unificó operacionalmente a los
componentes militares creando el Comando Estratégico Operacional
(actual Ceofanb), dejando lo administrativo al Ministerio de Defensa.
También,
centralizando la Reserva militar y creando la Guardia Territorial,
activó el antecedente inmediato de la Milicia; ésta no fue
interpretada inicialmente, los mandos militares que debían
materializarla organizaron unidades de reservistas para operaciones
convencionales59.
En 200860
se institucionalizó
la Milicia Nacional Bolivariana como un “cuerpo especial”
integrado por la Reserva Militar y la Milicia Territorial (MT),
destinado a complementar a la FANB (que adquirió la
denominación Bolivariana).
En
201061
la MB dejó de llamarse
“nacional”
y
recibió
su actual composición,
la MT y los Cuerpos Combatientes (CC), separándose de la Reserva.
En
201162
se implementaron rangos
milicianos propios, y el apoyo operativo de la FANB.
Durante estos años,
las clases dominantes mostraron una disminución relativa de su
beligerancia, aunque reactivaron acciones de calle (2007) siguiendo
el manual de
Sharp63,
y mantuvieron un desgaste económico (especulación y acaparamiento
de bienes), provocando descontento social;
y
otro represivo, financiando asesinatos selectivos contra los sectores
más combativos de las clases subalternas64.
Más de 300 referentes rurales fueron abatidos desde
la Ley de Tierras (2001), sostiene
el
movimiento campesino65.
Ofensiva reaccionaria y
reconfiguración
chavista
La
internación y fallecimiento de Chávez, que estremeció a Venezuela,
desató un nuevo ciclo de ofensivas desestabilizadoras, enmarcadas
en los manuales de “golpe suave” y GNC. Incluyeron la guerra
económica (especulación
cambiaria, desabastecimiento, millonario contrabando extractivo con
complicidades de controles fronterizos y creciente inflación), y
decenas
de asesinatos y ataques a la infraestructura estatal rechazando la
ajustada elección de Maduro (abril
2013)66.
En
2013, el presidente Maduro lanzó las Milicias Obreras (MO),
destacando la importancia de fortalecer tanto a la clase trabajadora
como su alianza con la FANB, frente al fascismo y la burguesía67.
Respondía a crecientes
sabotajes eléctricos68;
continuadores del criminal sabotaje a la refinería de Amuay (2012)69,
que sólo debido a la orientación del viento no provocó una
catástrofe mayor.
En
reacción al significativo triunfo electoral chavista de diciembre
(2013), en febrero irrumpieron acciones subversivas
y terroristas70,
ideológicamente fascistas71:
las “guarimbas”. Buscaron caotizar
la sociedad, con violencia y muerte a falta de movilización, para
forzar “la salida” del Presidente.
Estos focos fueron acompañados por una intensa y globalizada
campaña de operaciones
psicológicas desde
la prensa hegemónica y las redes sociales.
La FANB mantuvo su apoyo a Maduro; el
movimiento bolivariano acató el llamado presidencial de evitar
provocaciones a una guerra civil. Aunque la violencia fascistoide
generó rechazos en la población y profundizó diferencias en la
MUD, sentó al gobierno en mesas de negociación con sectores
empresarios. Ese año, los asesinatos selectivos mediante bandas
mercenarias/criminales alcanzaron a cuadros medios pesuvistas como el
presidente del Consejo Municipal metropolitano y un joven diputado
nacional, con su compañera.
Mediante la violencia física,
especulando con las debilidades del capitalismo rentista y
usufructuando mediáticamente la corrupción y las dificultades
gubernamentales para resolver esas problemáticas, una fragmentada
oposición busca desmovilizar al movimiento bolivariano, y aumentar
los miedos, odios, lógicas de supervivencia individual y angustias
en la sociedad.
Gramscianamente, la muerte de Chávez creó un notorio vacío en la potencialidad emancipatoria de la sociedad política; sociedad que el propio “condottiero” iba destruyendo desde dentro, como poder burgués/conservador y corrupto, en su acumulado capital político puntofijista72. Entonces, la gobernabilidad fue reestructurándose en una dirección conformada por el PSUV y la FANB, que tendería a ampliarse al movimiento bolivariano, mediante los incipientes Consejos Presidenciales del Poder Popular entre otras instancias. La clave de la reconfiguración del entramado chavista es que ninguno de sus elementos tiene autonomía absoluta, considera Guerrero73.
En
ese escenario de agudización
de la GNC y reconfiguración chavista, Maduro reformó
parcialmente diversas leyes en lo económico, defensivo y
anticorrupción74.
La nueva LOFANB, entre otras cosas, definió la unión cívico-militar
como la actividad constante de la FANB para materializar la
corresponsabilidad constitucional que garantice la defensa integral;
su implementación depende del Presidente, mediante la cartera de
Defensa. La LOSN lanzó formalmente el Sistema de Protección Popular
de la Paz e Integridad de la Patria (Sp3), a implementar mediante
otras normas. Implicaría la integración de todos los poderes
públicos “con el pueblo organizado y las instancias de gobierno
comunal”, “contra amenazas externas e internas a la seguridad de
la Nación”, incorporando a la MB. Recientemente, para combatir una
creciente criminalidad, fue lanzada la Operación de Liberación y
Protección del Pueblo (OLP), con total protagonismo policial y
militar.
Dentro
de la ofensiva multidimensional, la
amenaza más dañina y desmovilizadora es la económica; con una
alta inflación, devaluación y déficit fiscal, consecuencia de un
sabotaje capitalista que multiplica los beneficios de grupos
enriquecidos al amparo del poder, y que si no se penalizan a tiempo,
implicará necesariamente un ajuste, sostiene Katz75;
destacando la centralidad de tomar efectivo el monopolio estatal del
comercio exterior. El
desplome de los precios del petróleo y la fuertísima especulación
cambiaria agravan la situación, y exponen la necesidad de superar el
rentismo estructural.
El derrotero de la MB será un indicador del devenir del proceso bolivariano. Una salida con primacía del Estado (burgués) repercutirá en la contención y freno de las iniciativas transformadoras, archivando desde el “posibilismo” el legado y práxis contrahegemónicas de Chávez. La Milicia permanecerá acotada, y no habrá acercamientos para incorporar a organizaciones populares.
Una nueva contra-ofensiva socialista-bolivariana se enmarcaría en el Plan de la Patria, que define explícitamente a la MB como herramienta para consolidar la independencia, vinculada orgánicamente al avance del estado comunal y de un nuevo bloque histórico.
En
caso de derrota y reversión del proyecto socialista-bolivariano, la
heterogénea coalición opositora ha programado eliminar la
MB y reasignar su personal a la Reserva de una FANB que pretende
reinstitucionalizar76.
Un pueblo organizado y en armas es una amenaza para el orden burgués.
III
– Cambios castrenses
Nuevo pensamiento y doctrina
militar bolivariana
Definimos
al pensamiento militar como la conjunción de un conocimiento
acumulado históricamente -la teoría de la guerra y las actividades
conexas- con la conducta concreta en lo tempo-espacial para realizar
las tareas que demanda el entorno, nacional e internacional. La
fuente de orientación del NPMV es el cambio de las condiciones
políticas. La amplia ofensiva
que desató EE.UU. tras el 11-S, generó “una tensión extrema”
entre Washington y Caracas.
Esto, entre otras
consecuencias, profundizó la conflictividad colombo-venezolana y
produjo la conformación de una “quinta columna” local que
incorporó a los sectores desplazados del poder. Entonces, la amenaza
se
objetivó “en la
probabilidad de una acción militar directa o indirecta (mediante
actores internacionales o internos) del poder militar
estadounidense”77.
El NPMV asume una “crisis histórica”
del orden mundial, que generó profundas transformaciones del sistema
social, desestabilizando también la ecología, creando una coyuntura
de incertidumbre ante la carencia de una nueva estructura que ordene
la vida humana en el planeta78.
Una definición afín a la “crisis civilizatoria” del
capitalismo79.
Vincula
la “Revolución Venezolana” con el escenario mundial post
implosión soviética y su influencia en el “fin de una ilusión de
armonía” en el país y el conflicto entre los sectores dominantes
del puntofijismo
y los que impulsan la emergencia de un nuevo estado. Y ubica
a Venezuela como frente secundario del imperialismo norteamericano,
que prioriza conflictos donde contener a los emergentes centros de
poder que lo desafían80.
En
el plano estratégico, descarta casi todas las nociones de la guerra
moderna, asumiendo “una
relación dialéctica entre el poder concentrado en los actores
políticos dominantes y el poder
difuso
distribuido
en las organizaciones sociales populares, nacionales y
transnacionales”81.
Considerando
fundamentales
las
fuerzas morales de los contendientes, concluye
que la guerra es un examen sobre la capacidad de los pueblos para
gozar del derecho a la soberanía82.
En
los países dependientes/periféricos, se invierte la concepción
clausewitziana propia de las potencias imperialistas: la guerra es
permanente y se expresa en la lucha de clases, siendo la política su
continuación, por otros medios83.
En
esta línea, el NPMV destaca la importancia del ideario bolivariano y
la praxis de los emancipadores venezolanos, su legado cívico-militar,
afianzando valores de identidad nacional en torno a un proyecto
histórico independiente y soberano.
La
doctrina militar constituye los principios
fundamentales
de la herramienta castrense, condiciona
la táctica, la organización, los materiales, el adiestramiento y la
enseñanza a implementar. Para
definir la doctrina bolivariana, tomamos cuatro elementos84:
la amenaza
principal, el
imperialismo norteamericano; la perspectiva
tecnológica y su aplicabilidad en la guerra,
donde se asume una marcada inferioridad; la experiencia
histórica,
considerando las Guerras de Independencia y Federal en Venezuela, las
triunfantes “guerras de todo el pueblo” en China, Vietnam y Cuba;
respecto al ambiente
operacional,
buscan aprovechar defensivamente su población y rica geografía.
Las
nuevas amenazas imperialistas son concebidas en fases, siempre
subsecuentes, yuxtapuestas y reciclables según el interés, la
inversión y la ganancia calculada, a saber: 1) Desestabilización
social mediante cuatro guerras: transculturización,
ingobernabilidad, guerra económica y guerra mediática. Es un
período de coexistencia, con hipocresía manifiesta, donde la
reacción burguesa aparenta defender los derechos democráticos,
etc.; 2) fomento y financiación de grupos subversivos, para caotizar
la sociedad y debilitar al gobierno; 3) Fomento de conflictos
regionales, especialmente diferendos territoriales;
4)
Amenazas de intervención directa, maniobras militares
intimidatorias, terrorismo psicológico; ataque aéreo para minar el
bienestar social, la voluntad de vencer, debilitar los sistemas de
sustentabilidad del Estado y afectar negativamente las
comunicaciones, el comando y el control de las unidades militares; y
5) Invasión, mediante una guerra de conquista. Es un proceso de
destrucción que termina imponiendo gobiernos títeres y
distribuyendo las mega ganancias; visibilizando los grandes intereses
corporativos85.
Para
enfrentarla, la estrategia es la defensa integral, definida como el
conjunto de sistemas, métodos, medidas y acciones de defensa,
cualquiera sean su naturaleza e intensidad, que motoriza el Estado
corresponsablemente con la sociedad, para salvaguardar la libertad,
la democracia, la soberanía, la integridad territorial y el
desarrollo integral de la nación. Militarmente, implica la
resistencia activa político-militar de la población, organizada en
la MB, para desplegar una “guerra popular prolongada” (GPP).
Si bien la instrucción pre-militar en la educación secundaria fue
implementada desde 1981 en estados fronterizos, la Asamblea Nacional
estudia modificarla para adecuarla a los lineamientos de la defensa
integral y avanzar en la concientización de la población86.
Las
GNC, dirigidas a distancia y donde es atacada descentralizada y
multidimensionalmente
la voluntad de los militares y de la población (Libia, Ucrania,
Siria), genera nuevos desafíos a las estructuras militares
convencionales.
La
fase inicial de ofensiva imperialista y sus cuatro frentes combinados
implica decisivamente una respuesta política contrahegemónica: una
dura batalla ideológica contra la cultura burguesa rentista,
individualista, consumista y de beneficiarios pasivos ante un estado
proveedor, que atraviesa todas las clases sociales; fomentar la
participación política comunal y la institucionalización de las
instancias de poder popular; una estrategia comunicacional integral,
que incluya a los medios comunitarios y alternativos y las redes
sociales, importantes también para acrecentar la solidaridad
internacional; una estrategia productiva integral que fortalezca las
capacidades que permitan empoderar económica-políticamente desde el
trabajo a las clases subalternas organizadas. Ante las fluctuaciones
de la economía mundial, crear la base material del bloque histórico
socialista-bolivariano, afianzará avances necesarios en soberanía
alimentaria, productiva, etc, y abastecimiento de la población.
Analizando
la segunda fase, el narco-paramilitarismo colombiano no sólo ha
transformado y potenciado al hampa, sino que amenaza la soberanía
creando mafiosos poderes locales que van reemplazando al estado87.
La experiencia reciente señala que estas
poderosas fuerzas de choque reaccionarias, al activarse
subversivamente, serán mediatizadas como legítimas “fuerza de
resistencia” contra “la dictadura”.
Incluso
desde la defensa integral resulta decisivo fortalecer el poder
popular/comunal. Un entramado de redes de inteligencia social y
Milicias arraigadas en la sociedad, en los territorios/comunas y en
los espacios económicos estratégicos, permitiría activar alertas
tempranas y respuestas rápidas.
La
tercera fase, que considera un conflicto convencional con estados
fronterizos, enmarca las fricciones con Colombia y la creciente
tensión con Guyana88,
activada por intereses de la ExxonMobil en territorios en
reclamación.
Esto le permitiría a EE.UU. escalar a una subsecuente acción
directa de su poder militar, autojustificada en su excepcionalidad.
Ante
un invasor numérica y tecnológicamente muy superior, la lucha no es
frontal sino de desgaste moral y material. No considera centrales al
espacio ocupado, sino al tiempo; tampoco a la superioridad
tecnológica, sino a la voluntad colectiva de vencer. Las acciones de
vanguardia las encabezaría la FANB, y la MB operaría en la
retaguardia.
A
diferencia de China, Vietnam y Cuba, no existe un aparato militar
organizado por un partido revolucionario que combatió por la
liberación nacional y el socialismo derrotando a fuerzas armadas
represivas. El PSUV aún no ha logrado una posición autónoma frente
al Estado burgués; y la FANB atraviesa una significativa
transformación, mediante la cual Chávez le quitó al imperialismo y
la burguesía local su hegemonía sobre el brazo armado estatal.
Estos cambios castrenses colocaron a las cualidades políticas, militares y organizativas de la FANB en “profunda revisión”89. Aunque aún persisten tradiciones doctrinarias occidentales90, que frenan el fortalecimiento del nuevo pensamiento y doctrina militar, ésta es radicalmente diferente de su predecesora pro-imperialista “de seguridad nacional”, en aspectos definitorios91:
- empleo: garante de derechos humanos/represión;
- objetivo: defensa integral/antiterrorismo;
- geopolítica internacional: multipolaridad/Guerra Fría;
Estos cambios castrenses colocaron a las cualidades políticas, militares y organizativas de la FANB en “profunda revisión”89. Aunque aún persisten tradiciones doctrinarias occidentales90, que frenan el fortalecimiento del nuevo pensamiento y doctrina militar, ésta es radicalmente diferente de su predecesora pro-imperialista “de seguridad nacional”, en aspectos definitorios91:
- empleo: garante de derechos humanos/represión;
- objetivo: defensa integral/antiterrorismo;
- geopolítica internacional: multipolaridad/Guerra Fría;
-
equipamiento/capacidades: desarrollo de la industria
militar/dependencia de potencias;
- ideología: antiimperialista/anticomunista.
- ideología: antiimperialista/anticomunista.
Agregamos,
clases subalternas organizadas: poder difuso distribuído, sujeto
vital en la unión cívicomilitar/enemigo interno.
Milicia Bolivariana
Es
un “cuerpo especial” destinado a complementar a la FANB. A nivel
organizativo, depende en lo operacional del Presidente de la
República y Comandante en Jefe de la FANB, a través del
Ceofanb, y en lo
administrativo, del Ministerio de Defensa. Desde
2014, es parte del nuevo “Estado Mayor Superior” de la FANB, el
principal órgano consultivo de la cartera de Defensa. Está
estructurada por un Comando General, Segundo Comando y Jefatura de
Estado Mayor, agrupamientos regionales, unidades de MT, CC y órganos
operativos y administrativos. Los
mandos y cuerpo de oficiales están integrados por personal militar
regular de los cuatro componentes castrenses. No obstante, la MB
incorporó
tres categorías de rangos propios y comenzó a formar
oficiales (2011), graduando
1.500 sargentos y 629 tenientes en 201392.
Las
MT son unidades dinámicas, flexibles y adaptables a la condición
geográfica y social del medio donde se desenvuelven. Los CC
son
conformados
por ciudadanos que laboran en instituciones públicas o privadas,
para
garantizar su integridad y operatividad. La necesidad de proteger las
principales áreas productivas fue una lección del lock-out
petrolero de 2002/03.
Los
Agrupamientos, elementos de mayor magnitud de la MB, están
subordinados operativamente al Comandante de cada Región Estratégica
de Defensa Integral (REDI), quien a su vez depende del Ceofanb. El
territorio y mar venezolano se divide operacionalmente en siete
REDIs, son agrupaciones territoriales de fuerzas y medios, definidas
por sus particularidades geoestratégicas, y aprovechadas
defensivamente para organizar la defensa integral. Cada REDI se
subdivide en zonas operativas (ZODI), coincidentes con uno o más
Estados, y éstas en áreas (ADI), coincidentes con uno o más
municipios.
La
MB tiene como misión entrenar, preparar y organizar al pueblo para
la defensa integral, con el fin de complementar operacionalmente a la
FANB, contribuir al mantenimiento del orden interno, seguridad,
defensa y desarrollo integral de la Nación, con el propósito de
coadyuvar a la independencia, soberanía e integración de los
espacios geográficos.
Sus
funciones incorporan
relaciones orgánicas con los Consejos Comunales, apoyándolos para
participar en políticas públicas, conformando comités de defensa
integral, recabando información para planes de desarrollo integral.
Actualmente, la
MB custodia empresas básicas del Estado, instalaciones del
subterráneo, terrenos expropiados, universidades, puertos y
mercales, entre otros objetivos,
contando
desde 2011 con el apoyo operacional y de transporte de los cuatro
componentes de la FANB.
El miliciano se considera “movilizado”
durante: períodos de instrucción programada; estado de excepción,
declarado conforme a la CRBV; empleo temporal para ocupar cargos de
naturaleza militar. El miliciano movilizado debe cumplir sus tareas
en su lugar de trabajo ajeno a la legislación laboral; su accionar
queda regulado por normas militares.
El
alistamiento es voluntario y pueden postularse todos los venezolanos
mayores de edad que no ejercen la profesión militar. El
ingreso a los CC implica trabajar en la empresa o institución
correspondiente. Si bien existen estimaciones muy diversas sobre su
número real, en
2013 fueron instruídos 331.000 milicianos93.
La
MB emplea armamento sólo
en instalaciones castrenses y bajo supervisión militar. Su
arma reglamentaria es el FAL 7,62x51 mm OTAN, excedente de la FANB,
que lo reemplazó por el fusil de asalto ruso AK-103/AK-104 7,62x39
mm. Por su parte, el centenario fusil de cerrojo ruso Mosin-Nagant
M91/3094
es empleado por la MC, creada en 2010 ante el sicariato de líderes
agrarios95.
Del reaprovisionamiento armamentístico durante el chavismo, la
compra de los 100.000 Kalashnikov incluía transferencia tecnológica,
pero en esa área también hay problemas productivos96.
Los
milicianos reciben formación premilitar, que ha incluído prácticas
de tiro con lanzacohetes AT4, lanzamisiles Igla-S, ametralladoras
pesadas M2HB, entre otros97.
Desde 2011 se incorporaron
cursos teórico-políticos imbuídos en el
nuevo pensamiento y doctrina bolivariana.
Buscaban capacitar personal, sin experiencia, en las áreas de
resguardo y cuidado territorial de instalaciones estratégicas del
Estado. Entonces, la formación
política (democracia participativa, socialismo bolivariano) y de
derechos humanos se imparte desde un enfoque donde ONG's locales que
son corporaciones en EE.UU. (como Súmate), grandes empresas
mediáticas y organizaciones terroristas también pueden ser sus
violadores98.
MB y movimiento bolivariano
Distintas
organizaciones socialistas-bolivarianas discuten públicamente sobre
el desarrollo de la MB; desde posiciones “duras”, de choque
frontal frente al Estado burgués heredado y sus burocracias, o
“moderadas”, que no sobreestiman las condiciones subjetivas
revolucionarias99.Desde
el fragmentado movimiento obrero venezolano, con muy bajos niveles de
sindicalización, la postura sobre las MO depende del apoyo o rechazo
al gobierno. La oficialista Central Bolivariana Socialista de
Trabajadores (CBST), que en 2014 inscribió 6 mil obreros en la
milicia100,
coincide con autoridades del Ministerio de Trabajo en que las MO “son
para apoyo no armado”101.
Maduro anunció que
la central incorporará
la coordinación de la MO a su estructura organizativa y que será
parte del Sp3102.
Con este nuevo vínculo institucional entre milicia y sindicatos, que
fortalece a la CBST reconociéndola como mando natural, el gobierno
busca garantizar la producción y evitar sabotajes en áreas
económicas estratégicas como petróleo, electricidad y transporte.
Por esto, y desde lo reivindicativo, la Unión Nacional de
Trabajadores (Unete) las concibe como antagónicas a los derechos
laborales fundamentales, como la contratación colectiva, la protesta
y la huelga103.
Si bien el
caracter del conflicto es multidimensional, lo bélico sigue siendo
ineludible,
y
es
una discusión abierta en el campo socialista-bolivariano. Chávez,
que definió al proceso que lideraba como
“revolución pacífica, pero no desarmada”,
criticó el lento avance de las MT, expresando que la milicia es “el
pueblo con armas en la mano”104.
Aunque también, planteó que no todos los milicianos deberán portar
armas y que la movilización en sus puestos de paz era igualmente
necesaria105.
El
carácter de una MB desarmada se refuerza en las tradiciones
doctrinarias occidentales, refractarias a
compartir el monopolio de la violencia legítima. Pero,
el rol golpista pro-imperialista de sectores castrenses en
2002,
la permanencia de excepciones donde
militares frenan el avance revolucionario reprimiendo en zonas
fronterizas, indígenas y mineras para sostener negocios económicos106,
la cooptación
de uniformados que plantea el método Sharp (en 2015 fueron detenidos
oficiales por planes desestabilizadores), hacen que la MB también
sea vista como un factor disuasivo hacia algún potencial sector
militar reaccionario107.
Muchos
colectivos revolucionarios armados, autónomos y surgidos en los años
'80-`90 para resistir la represión puntofijista
en los barrios populares, terciaron en el debate. Tras
el asesinato de cinco
referentes comunitarios por estructuras policiales represivas108,
rechazaron la criminalización mediática que los equipara con
bandas delincuenciales (que vinculan con la policía y el
paramilitarismo), y propusieron consensuar con el gobierno una
política común de defensa y enfrentamiento contra los agentes de
descomposición social.
Para
superar una “crisis de violencia avasallante”, apoyan el desarme
del hampa, pero no de las armas que garantizan la autodefensa
comunitaria y la paz con justicia, la defensa de la nación contra
los agentes violentos de la conspiración y la violencia fascista e
imperialista109.
En línea similar,
una de las principales organizaciones campesinas plantea
como fundamental amenaza militar al paramilitarismo colombiano. Para
enfrentarlo, la CRBZ considera
que la MB debe ser “un
instrumento de lucha de carácter revolucionario” y
que el pueblo enajenado de las
armas no podrá
ser sujeto protagónico transformador. También alerta
sobre el freno que imponen sectores conservadores de la FANB y sobre
una visión burocrática desde instituciones del Estado110.
Este debate
político también atraviesa la formación de oficiales milicianos.
Destacando la importancia de la instrucción defensiva, distintas
organizaciones plantean que estos oficiales deben estar a la par de
los militares, y sólo diferenciarse por el rango; desde la esfera
castrense se repara en las grandes diferencias en tiempos de
formación y la menor disciplina. También se plantea que incorporar
estos elementos jerárquicos-corporativos en el movimiento
bolivariano podría contaminar el proceso revolucionario, si no se
discute el poder para el pueblo, el pueblo en armas111.
Conclusiones
¿La
MB garantiza la Independencia nacional?
En los albores de una crisis
civilizatoria y crecientes tendencias multipolares, un EE.UU. en
transición/declive que continúa siendo única superpotencia
militar, ejecuta una continuada GNC buscando controlar la mayor
reserva petrolera mundial y desplazar un gobierno que impacta
regionalmente de manera refractaria a sus intereses hegemónicos.
Ante esto, Venezuela reformuló su pensamiento y doctrina militar y
reorganizó su estructura castrense para garantizar la defensa
integral de la nación.
Tomando
la victoriosa experiencia histórica bolivariana, zamorana y
antiimperialista internacional, la
MB
fue lanzada como herramienta cívico-militar para organizar
corresponsable y defensivamente a la población para una GPP,
potenciando las capacidades disuasivas y operativas, multiplicando el
poder militar. Ante GNC que buscan desestructurar/caotizar la
sociedad atacando descentrada y multidimensionalmente (incluyendo
el contrabando extractivo),
sigue siendo crucial una red miliciana y de
inteligencia social,
desplegada en los distintos ambientes operacionales, y articulada con
las comunidades organizadas,
para activar alertas tempranas y respuestas rápidas.
Para
aumentar la participación de la población es clave fortalecer su
conciencia política-ideológica, y afianzar la vinculación con el
movimiento bolivariano organizado; también una
estrategia comunicacional integral para enfrentar las operaciones
sicológicas, y otra productiva contra la guerra económica. La
voluntad colectiva es
determinante.
¿Representa
la MB un avance hacia la “Patria Socialista”?
La lucha de clases, una activa
corriente contrahegemónica militar liderada por Chávez, y la
participación protagónica de las clases subalternas iniciaron un
proceso de transformaciones que quiebra en dos la historia
venezolana. Profundizarlo implica superar contradicciones que siguen
abiertas, tales como estatizar el comercio exterior, quebrar
integralmente al rentismo, consolidar formas de propiedad
social/comunal como bases materiales de un nuevo bloque histórico,
trascender la institucionalidad burguesa.
En
lo defensivo, la herramienta miliciana viene institucionalizándose
paulatinamente, y su relación con el proyecto socialista-bolivariano
dependerá del proceso dialéctico entre la dirección política que
imprima el gobierno, que la subordina en términos de iniciativa
y dependencia estructural, y el movimiento bolivariano. Con un
chavismo en proceso de reconfiguración, un PSUV subordinado a la
gobernabilidad, y ante cierta fragmentación del movimiento
bolivariano, la principal influencia en el desarrollo de la MB es la
antiimperialista FANB. Ésta, enfrenta
un histórico desafío clausewitziano.
Para
garantizar la defensa integral
de Venezuela en
medio de una acentuada GNC,
debe consolidar militarmente el “poder difuso” nacional, viéndolo
con el “coup
d'œil”
y apoyándolo
con coraje y determinación, sin importar que, entre otras
consecuencias, implique continuar abandonando las tradiciones
doctrinarias de las potencias capitalistas occidentales.
Asumiendo los
objetivos históricos del Plan de la Patria, el mayor desafío para
la Milicia es la conformación, paulatina o
con saltos según se desarrolle la lucha de clases,
de un bloque histórico socialista-bolivariano en lo
económico-político y del estado comunal, para expresarlos
defensivamente. La Milicia sería
la herramienta político-militar de las clases subalternas
organizadas en comunas, para articular multidimensional y
corresponsablemente con la
FANB,
la defensa integral de la nación frente a los agentes caotizantes
del imperialismo y la burguesía local. Creemos que, en última
instancia, la eficacia socio-política de la unidad cívico-militar,
de la propia MB, responde a las condiciones económicas y
socio-históricas que la nutren y a las cuales está intrínsecamente
vinculada, a su doble pertenencia a las clases subalternas y a una
nación soberana antiimperialista.
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