VIENTOS DE CAMBIO EN LA PATRIA GRANDE
Se conmueven del Inca las tumbas
Y en sus huesos revive el ardor,
Lo que ve renovando a sus hijos
De la Patria el antiguo esplendor.
Y en sus huesos revive el ardor,
Lo que ve renovando a sus hijos
De la Patria el antiguo esplendor.
Vicente López y Planes
Himno Nacional Argentino, 1813.
Himno Nacional Argentino, 1813.
Las raíces negras del primer país libre en Occidente
En la isla que hoy ocupan Haití y República Dominicana desembarcó Colón en 1492, bautizando al territorio como La Española y estableciendo el primer asentamiento europeo en el "nuevo mundo". La conquista acabó literalmente con la población originaria, reemplazada por mano de obra esclava arrancada del África. Santo Domingo, el actual Haití, surgió como colonia francesa tras la ocupación del occidente del territorio en manos de filibusteros y bucaneros galos, dedicados al contrabando. En 1697, la monarquía hispana reconocería esa soberanía. A fines del S. XVIII, Santo Domingo contaba con prósperas plantaciones de azúcar y café principalmente. Su auge económico se debía al tráfico negrero, que elevó a casi medio millón la masa de esclavos, superando el 85% de toda la población. Asimismo, existía un sector emergente de plantadores negros libres y mulatos, estimado en el 5% de los habitantes(1). En 1789, el quiebre del orden monárquico en la metrópoli y el descabezamiento de la dinastía Borbón hicieron temblar al absolutismo europeo. La Revolución Francesa enfrentaba al sistema dominante atacando los privilegios del clero y la nobleza, pero no la esclavitud en las colonias. En cambio, los postulados democráticos de libertad, igualdad y fraternidad fueron asumidos hasta las últimas consecuencias por las mayorías haitianas, antes silenciadas con látigo, máscaras de hojalata y sangre. Los distintos sectores propietarios se enfrentaban entre ellos. Discutían por las armas quien dirigiría la nueva situación, pero no la base de su riqueza. La esclavitud no se cuestionaba. Contra esa cruel opresión se levantaron los esclavos en 1791, tras un llamado de un sacerdote vudú de origen jamaiquino. En 1793, ante los indicios de una invasión inglesa a la isla, la Asamblea francesa proclamó desde París la abolición de la esclavitud para defender con brazos negros la posesión colonial.
El largo proceso emancipador fue dirigido desde 1793 por el ex-esclavo François Dominique Toussaint-Louverture (1743-1803), quien venció de manera consecutiva a los affranchis y a las potencias coloniales de España e Inglaterra, siendo capturado y desterrado por la gran invasión francesa de 1802. Antes, en 1801, Jefferson, el nuevo presidente esclavista de EE.UU, había cortado los acuerdos entre su país y Toussaint. El terror contrarrevolucionario francés ejecutó campañas de exterminio buscando “suprimir a todos los negros de las montañas, hombres y mujeres, conservando sólo a los niños menores de 12 años, exterminar los negros de las llanuras y no dejar en la colonia ni un solo mulato que lleve charreteras”(2). En esos años, entre 1803 y 1805, la bandera haitiana adoptó los colores de la francesa, a la que le arrancaron el blanco, considerado símbolo de los opresores, quedando azul y roja, y atravesada por la consigna “liberté ou la mort”. El pueblo en armas le propinó la primera gran derrota a las veteranas tropas napoleónicas, bajo la dirección de Jean-Jacques Dessalines. Al proclamar la Independencia el 1º de enero de 1804, el ex- esclavo exclamó “He vengado a América”(3). Ese internacionalismo caracterizaría a la revolución durante los años siguientes. Nacía el primer país libre del mundo occidental, y como tal recuperaba el nombre originario de la isla, Haití. Quizá alguno dirá que EE.UU. conquistó antes su independencia, pero "olvidan" que mantuvo legalmente el esclavismo hasta 1865. La osadía esclava de Haití no sería perdonada, en 1805, el Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Charles Talleyrand, fue terminante: “La existencia de un pueblo negro en armas, (…) es un espectáculo horrible para todas las naciones blancas”.(4) Las potencias le impusieron el primer y durísimo bloqueo económico a un país caribeño revolucionario, y demoraron más de medio siglo en reconocer su independencia. Diametralmente opuesta fue la acogida que tuvo en Nuestra América tan radical proceso de independencia política y social. Esta primera revolución de masas triunfante en el continente comenzó a soplar vientos de cambio. Su ejemplo atraerá al precursor Francisco de Miranda, a José de Sucre, a Manuel Dorrego, entre otros patriotas que visitaron la isla, y ejercerá una influencia directa y trascendental en Simón Bolívar (1783-1830).
El largo proceso emancipador fue dirigido desde 1793 por el ex-esclavo François Dominique Toussaint-Louverture (1743-1803), quien venció de manera consecutiva a los affranchis y a las potencias coloniales de España e Inglaterra, siendo capturado y desterrado por la gran invasión francesa de 1802. Antes, en 1801, Jefferson, el nuevo presidente esclavista de EE.UU, había cortado los acuerdos entre su país y Toussaint. El terror contrarrevolucionario francés ejecutó campañas de exterminio buscando “suprimir a todos los negros de las montañas, hombres y mujeres, conservando sólo a los niños menores de 12 años, exterminar los negros de las llanuras y no dejar en la colonia ni un solo mulato que lleve charreteras”(2). En esos años, entre 1803 y 1805, la bandera haitiana adoptó los colores de la francesa, a la que le arrancaron el blanco, considerado símbolo de los opresores, quedando azul y roja, y atravesada por la consigna “liberté ou la mort”. El pueblo en armas le propinó la primera gran derrota a las veteranas tropas napoleónicas, bajo la dirección de Jean-Jacques Dessalines. Al proclamar la Independencia el 1º de enero de 1804, el ex- esclavo exclamó “He vengado a América”(3). Ese internacionalismo caracterizaría a la revolución durante los años siguientes. Nacía el primer país libre del mundo occidental, y como tal recuperaba el nombre originario de la isla, Haití. Quizá alguno dirá que EE.UU. conquistó antes su independencia, pero "olvidan" que mantuvo legalmente el esclavismo hasta 1865. La osadía esclava de Haití no sería perdonada, en 1805, el Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Charles Talleyrand, fue terminante: “La existencia de un pueblo negro en armas, (…) es un espectáculo horrible para todas las naciones blancas”.(4) Las potencias le impusieron el primer y durísimo bloqueo económico a un país caribeño revolucionario, y demoraron más de medio siglo en reconocer su independencia. Diametralmente opuesta fue la acogida que tuvo en Nuestra América tan radical proceso de independencia política y social. Esta primera revolución de masas triunfante en el continente comenzó a soplar vientos de cambio. Su ejemplo atraerá al precursor Francisco de Miranda, a José de Sucre, a Manuel Dorrego, entre otros patriotas que visitaron la isla, y ejercerá una influencia directa y trascendental en Simón Bolívar (1783-1830).
(1) Vilaboy, Sergio Guerra, "El dilema de la independencia", La Habana, Ed. Ciencias Sociales, 2007. pág. 12.
(2) Vilaboy, ob. cit., pág 21.
(3) Farmerm, Pau: “Haití. Para qué”. Argitaletxe Hiru. Hondarribia. 1994. Págs.: 69-81. Citado por Iñaki Gil de San Vicente, “La aportación de las Américas a la revolución mundial”, 9/8/2010. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=111051
(4) “Haiti: siglos de invasiones, destrucción y crisis. Cronología extensa”, Revista Insurrección 200, 17 de enero de 2010. http://www.eln-voces.com/index.php?option=com_content&task=view&id=663&Ite
(2) Vilaboy, ob. cit., pág 21.
(3) Farmerm, Pau: “Haití. Para qué”. Argitaletxe Hiru. Hondarribia. 1994. Págs.: 69-81. Citado por Iñaki Gil de San Vicente, “La aportación de las Américas a la revolución mundial”, 9/8/2010. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=111051
(4) “Haiti: siglos de invasiones, destrucción y crisis. Cronología extensa”, Revista Insurrección 200, 17 de enero de 2010. http://www.eln-voces.com/index.php?option=com_content&task=view&id=663&Ite
El “Precursor” de la emancipación y unidad nuestro-americana
Francisco de Miranda (1756-1816) había participado de las más importantes guerras a favor de la democracia de su época: la Independencia de EE.UU. y la Revolución francesa, donde se destacó a tal punto que fue honrado como de Héroe de la Revolución y su nombre grabado en el Arco de Triunfo de París. En medio del fragor de aquellas batallas y su vida cosmopolita, que le permitió relacionarse con importantes figuras y conocer los principales órdenes sociales de un mundo occidental que se democratizaba, fue conformando su proyecto. Soñaba con un gran estado americano independiente, desde el Mississippi hasta la Patagonia. Para lograr la emancipación, creía que podía confiar en los intereses británicos. En 1797 organizó una logia clandestina en Londres, La Gran Reunión Americana, que con los años fue organizándose y abriendo nuevas filiales conspirativas, la primera en Cádiz en 1811, a la que se sumaría San Martín, entre otros revolucionarios. Tras pasar por EE.UU. y el recientemente independizado Haití, que le brindó su generosa mano, en agosto de 1806 y al mando de 400 hombres, desembarcó en Venezuela buscando levantar a la población de Coro. Como parte de su arsenal, contaba con un arma que no funcionaba a base de pólvora, una imprenta que disparaba proclamas y arengas. Lo recibió la indiferencia de la población y sin certezas sobre las fuerzas realistas que lo esperaban, el “venezolano universal” decidió abandonar el país. Todavía no estaban dadas las condiciones. Tras la conformación de la Junta de Caracas en 1810, los mantuanos en el poder lo convencieron de regresar a su tierra natal. Fue uno de los firmantes de la declaración de independencia de 1811 y designado como Generalísimo en 1812. La contraofensiva realista logró vencerlo y un grupo de oficiales entre donde se encontraba un Bolívar aún mantuano, como aquel proceso independentista, lo entregó a los españoles. Aunque Miranda no logró llevar a la práctica aquel proyecto político, logró despertar conciencias y sus ideas de emancipación y unidad de la américa hispana continuó en la obra bolivariana y sanmartiniana.
Humillaciones inglesas
En medio de las luchas europeas por ampliar sus dominios, en 1805, en la batalla naval de Trafalgar, España perdía la supremacía de los mares en manos de Inglaterra, que también codiciaba sus ricas colonias y buscaría ganarlas primero con las armas, luego con el comercio. En 1806, la rubia albión invadía la capital del novel Virreinato rioplatense(5) ocupando Buenos Aires con 1.500 soldados, para ser derrotada por las milicias criollas, mestizas e indias. Por su conducción durante la Reconquista, Liniers fue nombrado como virrey, por primera y única vez en la historia, por el mismísimo pueblo. Tras esa primera incursión, varios caciques pampa y tehuelche viajaron a la capital para brindar su total apoyo al gobierno contra los ingleses; incluso pactaron la paz con los ranqueles, priorizando la unidad contra el invasor(6). En diciembre de 1806, llegaron a ofrecer "... nuevamente reunidos todos los grandes caciques que veis, hasta el número de veinte mil de nuestros súbditos, todos gentes de guerra y cada cual con cinco caballos; queremos que sean los primeros a embestir a esos colorados (asi llamaban a los británicos) que parece aún os quieren incomodar."(7) Las autoridades realistas no tuvieron en cuenta sus reiterados ofrecimientos, ¿acaso para no reconocer su propia debilidad evidenciada ante la primera invasión y/o para no quedar obligados a renegociar los pactos existentes con las comunidades originarias del sur en condiciones más desfavorables al Virreintato del Río de La Plata, ante los fuertes y potencialmente victoriosos indígenas? De todas formas, en 1807 los 12.000 ingleses de la segunda y mucho más poderosa agresión anglosajona se toparon con una aguerrida Defensa, encarnada en cada calle por el pueblo en armas. Sin darse cuenta, con estos primeros pasos de soberanía político militar nacidos al fragor de la lucha contra el imperio inglés, los rioplatenses iniciaban el camino hacia la emancipación del yugo español.
(5) En 1776 España creó el Virreinato del Río de la Plata para controlar el cuantioso contrabando hacia Europa de los metales arrancados al Potosí, poniéndo incluso a las tierras altoperuanas dentro de la misma jurisdicción.
(6) Martín A. Cagliani, en "¿Ayuda indígena durante las Invasiones Inglesas a Buenos Aires?", 2007, cita las siguientes fuentes:
- Archivo General de la Nación [Argentina] – "Acuerdos del extinguido cabildo de Buenos Aires". Serie 4: t.2 - libros 59, 60, 61 y 62, 1805 a 1807. Archivo General de la Nación, 1926.
- Héctor Adolfo Cordero. "En torno a los indios en las Invasiones Inglesas". Buenos Aires, La Prensa, suplemento cultural, junio 1971.
(7) Acuerdo del extinto Cabildo de Buenos Aires, Tomo II, pág. 362,363, Citado por Levaggi, 1995:729) transcripto por Carlos Lazaro A. "El parlamentarismo fronterizo en la Araucania y las pampas" en el libro editado por Guillaume Boccara, "Colonización, resistencia y mestizaje en las Américas" IFEA, 2002, pag. 230. En Google Books
(6) Martín A. Cagliani, en "¿Ayuda indígena durante las Invasiones Inglesas a Buenos Aires?", 2007, cita las siguientes fuentes:
- Archivo General de la Nación [Argentina] – "Acuerdos del extinguido cabildo de Buenos Aires". Serie 4: t.2 - libros 59, 60, 61 y 62, 1805 a 1807. Archivo General de la Nación, 1926.
- Héctor Adolfo Cordero. "En torno a los indios en las Invasiones Inglesas". Buenos Aires, La Prensa, suplemento cultural, junio 1971.
(7) Acuerdo del extinto Cabildo de Buenos Aires, Tomo II, pág. 362,363, Citado por Levaggi, 1995:729) transcripto por Carlos Lazaro A. "El parlamentarismo fronterizo en la Araucania y las pampas" en el libro editado por Guillaume Boccara, "Colonización, resistencia y mestizaje en las Américas" IFEA, 2002, pag. 230. En Google Books
El movimiento juntista en Hispanoamérica
Inglaterra preparaba una tercera invasión para 1808, pero la ocupación napoleónica de España la obligó a cambiar el destino de combate de aquellas fuerzas. Al igual que en Buenos Aires, lal decadente monarquía peninsular era impotente ante la invasión. Fue entonces que irrumpieron las Juntas como espacios democráticos y plebeyos para resistir a las fuerzas francesas. En plena crisis, el pueblo ibérico retomaba su soberanía mientras estuviera preso su rey. En el Virreinato del Río de la Plata, desde “la Atenas de América”, un muy joven Bernardo de Monteagudo (1789-1825) imaginaba un "Diálogo entre Atahualpa y Fernando VII en los Campos Eliseos", donde planteaba en 1808 el esclarecedor silogismo de Chuquisaca: "¿Debe seguirse la suerte de España o resistir en América? Las Indias son un dominio personal del rey de España; el rey está impedido de reinar; luego las Indias deben gobernarse a sí mismas"
En 1808 se organizaban juntas en México y Montevideo. En 1809, el 25 de Mayo se prendía la "chispa de la liberación americana" en Chuquisaca (hoy Sucre), y encendía a La Paz y Quito; al año siguiente Caracas, Cartagena, Buenos Aires, Cali, Bogotá, Dolores, Santiago de Chile; en 1811 el grito de Asencio, Asunción, San Salvador. La llama emancipadora se extendía con distintos fulgores por todo el continente. A ambos lados del Atlántico se establecían reformas de diverso grado contra el despotismo de la nobleza, como la Constitución liberal española de 1812 y diversas normas sancionadas por los nacientes gobiernos criollos. Las ansias independentistas no representaban a la mayoría en las heterogéneas juntas en aquel entonces.
En el caso de Buenos Aires, principalmente los criollos de profesiones liberales, abogados mayoritariamente, empleados de oficinas de gobierno, comerciantes, que levantaban las banderas de los derechos del hombre, la democracia y la república heredadas de la Revolución Francesa (1789) se organizaron en el “partido patriota”, compartiendo apasionadas y politizadas "tertulias" que le dieron su fama a a "jabonería de Vieytes", fábrica de jabón perteneciente a Nicolás Rodríguez Peña e Hipólito Vieytes; los ganaderos, abroquelados tras la "Representación de los hacendados" que escribiera Moreno en 1808, y un sector definido por Galasso como una "nueva burguesía comercial, (...) liberal, aventurera e inescrupulosa"(8) nacida del contrabando, apoyaban fervientemente el librecambio pro-británico; los criollos aristócratas mantenían posturas conservadoras, sólo buscaban el poder político sin modificar sustancialmente el sistema colonial; la elite acomodada de los penínsulares, conformada por funcionarios virreinales, miembros del clero, y sectores comerciantes anteriormente beneficiados por el monopolio establecido en la Ley de Indias, operaban en el bando realista.
(8) Norberto Galasso, "La Revolución de Mayo", 2005. http://www.rodolfowalsh.org/spip.php?article725
La plebeya Semana de Mayo
Pese a la ausencia mayoritaria de las clases subalternas en el inicio de los procesos democrátizantes en el continente, en el Río de la Plata tuvo un rol fundamental un grupo de activistas de sectores bajos organizado por Domingo French y Antonio Berutti. Llamados “los Chisperos” o “La Legión Infernal”, "son ellos los que exigen y logran el Cabildo Abierto del 22 de mayo como también son ellos quienes forman piquetes en las esquinas del Cabildo impidiendo el ingreso de algunos señorones reaccionarios," dejando pasar a los patriotas, colocándoles un distintivo que pasaría a la historia como "la escarapela". También se movilizaron el día 24 contra la Junta porque pretendía imponer autoridades afines a los sectores "agodados". El mismo 25 de Mayo de 1810 aceleraron la demorada definición, cuando "a nombre de seiscientos", entregaron un petitorio exigiendo "por la fuerza –cuchillos y trabucos en mano- la designación de una Primera Junta"(9). Aunque hay visiones que no resaltan estos hechos, el poder popular organizado de manera coactiva jugaba un rol fundamental para el nacimiento del primer gobierno patrio. Cabe destacarse que en aquella acta de Mayo presentada al Cabildo también quedaron las rúbricas de los referentes de varias comunidades originarias como los lonko Quintelén, Negro, Epugner, Errepuento, Vitoriano,(10) Turuñamqui, "los mismos pampas y araucanos que según el Cabildo defendieron Buenos Aires contra los ingleses."(11) En el grupo de los criollos, uno de los revolucionarios más activos y militantes sobre los cambios que se estaban gestando fue Castelli. El integrante del “partido patriota” recorría incansablemente tertulias, reuniones públicas y privadas, convenciendo sobre la importancia de lo que estaba sucediendo, arengando a las milicias en los cuarteles. Hasta el propio Virrey Cisneros padeció las presiones del “orador de la Revolución” y lo llamó "el principal interesado en la novedad"(12)
(9) Galasso, Norberto "25 de Mayo de 1810: ¿Golpe pro-británico o revolución democrática?", Cuadernos para la Emancipación, 2002. http://www.discepolo.org.ar/node/45
(10) Montenegro, Alfredo; "La Patria Indígena", entrevista a Carlos Alberto Díaz; abogado y representante de la etnia pilagá, en El Eslabón 22/05/2007. http://www.eleslabon.org.ar/noticias_desarrollo.shtml?x=33566.
(11) Magrassi, Guillermo Emilio; "Los aborígenes de la Argentina", Buenos Aires, Ed. Búsqueda, 2° ed. 1989 (1° ed 1987). pág. 49.
(12) Luna, Félix; "España ha caducado". Grandes protagonistas de la historia argentina: Juan José Castelli. Buenos Aires: Editorial Planeta. 2001. pp. 73-74. Citado por wikipedia.
Programa de la Revolución de Mayo
El Secretario de Guerra y Gobierno Moreno, inorgánico hasta el 25 de mayo y propuesto por el partido patriota para ocupar los cargos, formuló el agresivo Plan de Operaciones, programa político apoyado por el ala revolucionaria del gobierno. "En él se recomiendan castigos ejemplares contra los enemigos, utilizar todos los medios a favor de la revolución, sancionar la libertad e igualdad de las castas, suprimiendo las discriminaciones por el color de la piel, abolir la esclavitud, incorporar las masas campesinas a la revolución y organizar la economía nacional bajo control estatal."(13) De puño y letra afirmaba que "las fortunas agigantadas en pocos individuos, a proporción de lo grande de un estado, no sólo son perniciosas, sino que sirven de ruina a la sociedad civil, cuando no solamente con su poder absorben el jugo de todos los ramos de un estado, sino cuando también en nada remedian las grandes necesidades de los infinitos miembros de la sociedad; demostrándose con una reunión de aguas estancadas, cuyas no ofrecen otras producciones sino para algún terreno que ocupan, pero si corriendo rápidamente su curso bañasen todas las partes de una a otra, no habría un solo individuo que no las disfrutase (...)"(14)
Esas medidas incluyeron la expropiación de los bienes del conspirador obispo Orellana para inaugurar la Biblioteca Nacional, puesta bajo la dirección del fray Cayetano Rodríguez y orientada a difundir las ideas ilustradas y de refundación social. En esa línea concientizadora Moreno fundó “La Gazeta de Buenos Ayres”, órgano de prensa de la Revolución y rescató la influencia de Jean-Jacques Rousseau, el teórico de la soberanía popular. El Secretario de la Junta publicó “El contrato social” como la primera de “varias obras que deben formar este precioso presente” y se tomó la libertad de censurar partes de la obra del ginebrino porque “el autor tuvo la desgracia de delirar en materias religiosas” Él mismo se encargo de traducir y prologar el libro, advirtiendo que: “si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos, sin destruir la tiranía.“ (15) En referencia a los originarios, la Primera Junta concedió derechos políticos a los nativos, buscando mejorar también su condición social. La propia Gazeta publicaba el 8 de junio de 1810, que para la Junta “no debe haber diferencia entre el militar y el militar aborigen. Ambos son iguales y siempre debieron serlo”.(16) Entre otras medidas, envió al militar español Pedro García a la región pampeana, para "estrechar lazos de amistad" en vista de muy "probables luchas con los españoles, asegurarse la conformidad de los indios para que los blancos pudieran llegar a las Salinas Grandes (...) y adelantar la frontera para radicación de pobladores blancos."(17)
Previendo la cruda represión realista que sofocó las insurrecciones populares de 1809 en Chuquisaca y La Paz, el gobierno envió dos expediciones militares dirigidas por dos de sus Vocales, los primos Juan José Castelli y Manuel Belgrano. La Junta le dio la instrucción a Castelli de “conquistar la voluntad de los indios” para incorporar al Alto Perú al proceso de cambios. Belgrano iba rumbo a la provincia del Paraguay. El morenismo resignó dos baluartes dentro del gobierno para sostener la Revolución en los campos de batalla. Cornelio Saavedra (1759-1829), Presidente de la Junta, representaba facciones moderadas y conservadoras; el propietario de minas en Potosí, encomendero y terrateniente era consecuente con su clase. Contrarios al curso de los hechos, estos sectores aislaron politicamente al "jacobino" Moreno en diciembre de 1810, lo apartaron de su cargos y lo enviaron en misión diplomática a Incalaperra(18). Fue envenenado en una embarcación inglesa en alta mar. Al enterarse de su muerte, Saavedra exclamó: "hacía falta tanta agua para apagar tanto fuego...". A sólo 6 meses de iniciada, la Revolución recibía una herida profunda, recién en 1812 se retomaría el impulso emancipador.
(13) Vitale, Cristian; entrevista a Norberto Galasso, 30 de abril de 2007. http://www.elortiba.org/revmayo.html
(14) Romero, Ricardo; "Mariano Moreno, política y gobierno en su pensamiento", Buenos Aires, Ediciones Cooperativas, 2008. pág. 176. http://www.scribd.com/doc/26483298/Mariano-Moreno-Politica-y-Gobierno-en-su-pensamiento
(15) Moreno, Mariano; Prólogo a la traducción de “El contrato social”, Edición electrónica de El Historiador.
(16) Montenegro, Alfredo; art. cit.
(17) Stringini, Natalia; "Manifestaciones del derecho a la igualdad del indígena en el discurso revolucionario", IUSHISTORIA n° 5 , Buenos Aires, USAL - 2008, pág. 263. http://issuu.com/usal/docs/iushistoria
(18) Nombre que le daba José Hernández a Inglaterra a través del gaucho Martin Fierro.
“El alma de la revolución" contra la opresión del indio
Mariano Moreno (1778-1811) estudió abogacía en la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca, fundada en 1624 y de las más prestigiosas de occidente. Dada su importancia, a la ciudad la llamaban la “Atenas de América“. Por sus mismas aulas pasaron Castelli, Monteagudo, José Ignacio Gorriti, Juan Manuel de Güemes (hermano del caudillo salteño), Saturnino Rodríguez Peña, entre otros revolucionarios. Para entonces, la academia era vital en la estructura judicial del virreinato, al ser la única institución relevante de estudios jurídicos en todo el Río de la Plata, al cual el Alto Perú fue anexado desde 1776. En aquellos años había gran efervescencia en el ambiente intelectual y académico de Charcas, Chuquisaca o La Plata (actual Sucre, Bolivia), desatado en 1797 por el Fiscal de la Real Audiencia de Charcas, el aragonés Victorian de Villalba. Su célebre obra “Apuntes para una reforma de España, sin trastorno del gobierno monárquico de la región”, era un llamado público a urgentes reformas contra los abusos y opresiones para evitar la caída del orden imperante. Crítico del absolutismo, defendía ideas parlamentarias y de represetnación. Desde sus cargos públicos planteó la discusión político-jurídica por la explotación de los indígenas, alegando que en su condición de vasallos de Castilla no debían ser siervos. En su "Discurso sobre la mita de Potosí" denunciaba: "En los países de minas no se ve sino la opulencia de unos pocos con la miseria de infinitos".(19), Además de la influencia del propio Victorian de Villalba, durante su estadía en la ciudad universitaria, el jóven Moreno fue asiduo visitante de la librería de Terrazas, donde según algunos autores conoció la obra de Juan de Solórzano, quien en su "Política Indiana" reclamaba la igualdad de derechos para los criollos. En 1802, “el sabiecito del Sur”, como lo apodara French en el fragor de la revolución, visitó las cercanas minas del "Sumaj Orcko" o Cerro Rico del Potosí. La cruenta opresión contra los originarios conmovieron tanto a “el hombre de Mayo” que en su tesis de grado, "Disertación jurídica sobre el servicio personal de los indios", sentenciaba ”Desde el primer descubrimiento de éstas Américas empezó la malicia a perseguir unos hombres que no tuvieron otro delito que haber nacido en unas tierras que la naturaleza enriqueció con opulencia. (...) no dudaron muchos sostener que los indios debían según toda justicia vivir sujetos bajo el grave y penoso yugo de una legítima esclavitud. (...) (los mitayos) prefieren dejar sus pueblos que sujetarse a las opresiones y servicios de sus amos, jueces y curas. (...) Se ve continuamente sacarse violentamente a estos infelices de sus hogares y patrias, para venir a ser víctimas de una disimulada inmolación."(20) Entre 1803 y 1804, el joven abogado realizó su práctica jurídica en el estudio de Agustín Gascón, defendiendo a varios indígenas contra los abusos de sus patrones. En sus alegatos no anduvo con medias tintas y acusó al poder político local, inculpando al intendente de Cochabamba y al alcalde de Chayanta. Su actuación profesional ante esa aberrante realidad desató presiones en su contra, que fueron aumentando, tras lo cual Moreno decidió regresar a Buenos Aires con su familia.(21)
(19) Pigna, Felipe; "Biografía de Mariano Moreno". http://www.elhistoriador.com.ar/biografias/m/moreno.php
(20) Ricardo Romero, ob. cit., pág. 79 a 92. http://www.scribd.com/doc/26483298/Mariano-Moreno-Politica-y-Gobierno-en-su-pensamiento
(21) Pigna, art. cit.
El "orador de la Revolución" en Tiahuanacu
Con el Ejército del Norte, el abogado Juan José Castelli (1764-1812) no flaqueó al fusilar a Liniers, siguiendo la línea del Secretario de Guerra de la Junta. Apagada la naciente contrarrevolución en Córdoba, continuó la Expedición al Alto Perú. "Entró en la Paz 'impíamente' en Semana Santa, liberando y confraternizando con los indios, a quienes levantaba del suelo y abrazaba como ciudadanos libres e iguales."(22) Tras vencer en Suipacha, asumió el poder decretando importantes medidas revolucionarias: "la emancipación de los pueblos, el libre avecinamiento, la libertad de comercio, el reparto de las tierras expropiadas a los enemigos de la revolución entre los trabajadores de los obrajes, la anulación total del tributo indígena, la suspensión de las prestaciones personales, equiparó legalmente a los indígenas con los criollos y los declaró aptos para ocupar todos los cargos del Estado, tradujo al quechua y al aymará los principales decretos de la Junta, abrió escuelas bilingües: quechua-español, aymará-español, removió a todos los funcionarios españoles de sus puestos, fusilando a algunos, deportando a otros y encarcelando al resto."(23) El 25 de Mayo de 1811, en la milenaria Tiahuanacu, celebró "en unión fraternal" con comunidades quechua y aymara el primer aniversario del triunfo revolucionario, del que fue parte importante y le dio su fama de orador, y recordó el segundo aniversario del levantamiento popular en Chuquisaca. A 20 km del Titicaca, lago sagrado del Kollasuyu, fue el "zambo" o "mulato" Monteagudo(24), secretario del Vocal revolucionario, quien redactó y leyó las resoluciones que traían libertad e igualdad.(25) Aquella fecha patria, desde el Templo de Kalasasaya, "Castelli comenzó rindiéndole un homenaje a la memoria de los incas e invitó a los presentes a hacerles justicia a los antepasados expulsando definitivamente a los invasores españoles."(26) La aplicación práctica del Plan de Operaciones mostraba importantes avances. La radicalidad de las acciones revolucionarias, tildadas de “jacobinas” por timoratos y conservadores, acentuó el sabotaje saavedrista y como el miedo de las elites locales, que cerraron filas con los realistas. La derrota de Huaqui, en junio de 1811, fue un duro golpe contra los planes emancipatorios.
(22)Liborio, Justo; "Bolivia, La revolución derrotada", 2007, pag 102. Citado por Alberto J. Lapolla, "El Héroe maldito: Juan José Castelli, Jefe y Guía de la Revolución Continental Indiana", 2008. http://www.rebanadasderealidad.com.ar/lapolla-08-01.htm
(23) Pigna, Felipe; "Castelli, la utopía revolucionaria", diario Clarín, 20 de julio de 2008. http://www.clarin.com/suplementos/zona/2008/07/20/z-01719246.htm
(24) Sus enemigos políticos lo llamaban de esta manera, pretendían ofenderlo y discriminarlo por su "sangre manchada" heredada de su madre tucumana. Dice Hugo Chumbita en "El proyecto americanista de los revolucionarios de la Independencia" que "En tiempos del Triunvirato de Rivadavia fue tachado para ser diputado por la "impureza de sangre"".
(25) Chumbita, Hugo; "El proyecto americanista de los revolucionarios de la Independencia" publicado en "Latinoamérica y Argentina hacia su segunda independencia", Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 2007. http://hugochumbita.com.ar/actualizaciones/rev_el_proyecto_americanista.doc
(26) Pigna, Felipe; art. cit.
El Protector de los Pueblos Libres, Karai Guasú de los guaraníes
Moreno, en el Plan de Operaciones, recomendaba sumar al entonces capitán del regimiento realista de los Blandengues José Gervasio Artigas (1764-1850) para consolidar y expandir militarmente la Revolución. Lo consideraba la pieza fundamental para insurreccionar la provincia oriental. En 1811, el caudillo se puso a disposición de la Primera Junta, e inició el sitio de Montevideo. Entonces sentía que "la libertad de la América forma mi sistema y plantearlo, mi único anhelo."(26) Después de un armisticio, debió replegar a la población. Unas 16 mil personas cruzaron el río Uruguay y se instalaron en Ayui, cerca de Concordia (Entre Ríos) Durante el Éxodo oriental, Artigas escribía: "Los indios infieles (en contraposición a los fieles, que combatían para los realistas), abandonando sus tolderías, inundan la campaña presentándome sus bravos esfuerzos…"(28) Su contacto con los nativos no era algo nuevo según Carlos Maggi(29). En noviembre de 1811 fue designado Teniente de Gobernador de Misiones, reimpulsando los cuerpos de milicias populares que Belgrano ideó y se preocupó por organizar durante su expedición al Paraguay. Al convocarse la Asamblea del Año XIII, la discusión sobre la independencia no estaba resuelta. Los delegados orientales tenían precisas instrucciones federalistas y revolucionarias. Fueron rechazados. Según Pigna, los sectores pro-británicos de Buenos Aires temieron que “la incorporación de los artiguistas produjera una virtual alianza entre el caudillo oriental y San Martín” a favor de la independencia, que Gran Bretaña, entonces aliada de España, pretendía retrasar lo más posible. A medida que el proceso artiguista fue profundizando su contenido democrático y agrarista comenzaron a crecer tanto las defecciones criollas como las incorporaciones de las clases subalternas, que incluían a los originarios. Entre ellos, se destacaba la presencia guaraní, habiendo también grupos seminómades como los minuane, guaycurú, abipón y mocoví(30). Las fuerzas artiguistas no eran tropas regulares sino un pueblo en armas. En 1814, el líder oriental organizó la Liga de los Pueblos Libres, alianza conformada por las provincias de Entre Ríos, Santa Fé, Misiones, Corrientes, Córdoba y la Banda Oriental, perjudicadas por la política de libre comercio y puerto único del centralismo porteño. En 1815 designó a un guaraní para que gobernara Misiones, era su hijo adoptivo Andrés Guacurarí, conocido popularmente como Andresito, a quien le dio su propio apellido. No lo nombró como gobernador sino como Comandante General, con mayores atribuciones. Entre marzo de 1815 y junio de 1819, ejerció el cargo con su estrecha colaboración.
En 1815, meses después de recuperar Montevideo, Artigas organizó el Congreso de los Pueblos Libres, donde participaron también los diputados de las comunidades originarias. Sus principales medidas fueron: declarar la independencia de “todo poder extranjero” (29 de Junio de 1815); adoptar como símbolo el “Pabellón de la Libertad”(31); rechazar el apoyo del Directorio a una posible invasión portuguesa a la Banda Oriental no concurriendo al Congreso de Tucumán que convocaba; y dictar el “Reglamento de Tierras”. Esta medida implementaba la primer "reforma agraria" en América. Las tierras las repartía el estado, priorizando a “los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suertes de estancia, si con su trabajo y hombría de bien propendan a su felicidad, y a la de la provincia.” Eran para el que la trabajara, y si no, “será aquel terreno donado a otro vecino más laborioso y benéfico a la provincia”. Partía de la expropiación a “emigrados, malos europeos y peores americanos que hasta la fecha no se hallan indultados”, ¿influencia del Plan de Operaciones? Y también atacaba su uso como mercancía, obligando al estado a impedir la acumulación de estancias y evitar que se pudiesen enajenar, vender o contraer débitos sobre ellas.(32) Por otra parte, el Congreso no se planteaba como separatista e invitaba a sumarse a un sistema federal a las demás provincias del Río de la Plata, con la premisa de que “la soberanía particular de los pueblos será precisamente declarada y ostentada, como objeto único de nuestra revolución; la unidad federal de todos los pueblos e independencia no solo de España sino de todo poder extranjero (...)”. Pero las élites porteñas volvían a rechazar cualquier proyecto político que les quitara algo de supremacía. Y en agosto de 1816 las fuerzas luso-brasileñas, con importante presencia guaraní, invadían la provincia rioplatense con la complicidad unitaria. Artigas indignado le declaró la guerra al Directorio, quedando atrapado entre dos fuegos.
En 1819 San Martín desobedeció la orden directorial de reprimir las montoneras artiguistas, también le escribió una carta al caudillo solicitándole “Paisano mío, hagamos un esfuerzo, transemos todo, y dediquémonos únicamente a la destrucción de los enemigos que quieran atacar nuestra libertad.” En el mismo tono se dirigió al gobernador santafecino.(33) A mediados de aquel año, cuando Andresito fue apresado por los portugueses, el Protector de los Pueblos Libres renovó su confianza en los guaraníes, designando como nuevo Comandante General a Pantaleón Sotelo. Tras años de resistir en ambos frentes, Artigas planeó acabar con sus oponentes en 1820. Él atacaría a los luso-brasileños y los gobernadores de Santa Fé, Estanislao López, y Entre Ríos, Francisco Ramírez, se batirían contra los unitarios. El Protector fue derrotado en Tacuarembó el 22 de enero, sus lugartenientes vencieron en Cepeda el 1º de febrero. Los caudillos del Litoral firmaron el Tratado De Pilar a sus espaldas con la élite portuaria, para satisfacer las necesidades comerciales de sus provincias. Artigas decidió hacerle frente a la traición, pero sus maltrechas fuerzas fueron derrotadas nuevamente. La relación con los guaraníes que lo seguían no cambió con la derrota. En Tacuarembó había caído Pantaleón, siendo reemplazado en el cargo por Francisco Javier Siti, elegido por aclamación. Cuando éste se pasó al bando de Ramírez, sus soldados desertaron y se dispersaron para no pelear contra Artigas. Derrotado, el caudillo oriental se exilió en Paraguay, donde vivió por tres décadas protegido por los distintos gobiernos y rodeado del respeto y la estima de los campesinos originarios y mestizos, que lo llamaron Karai Guasú (el más grande señor). Inclusive, algunos indígenas lo siguieron, pero no pudieron permanecer a su lado, Gaspar Rodríguez de Francia, el Supremo Dictador paraguayo, los remitió desarmados a diferentes destinos. Su proyecto político inauguró una profunda discusión que continuaría por décadas al filo de la espada y el estruendo de la pólvora. Si en lo referente a la tierra se diferenciaba del modelo norteamericano defendiendo el sentido social de la propiedad desde el estado, a nivel político tomaba como ejemplo su federalismo, basado en provincias autónomas y soberanas, cada una con su propio gobierno, constitución, leyes y economía, asociadas voluntariamente y de manera igualitaria. Se enfrentaba a un modelo de estado centralizado europeo, que suponía un poder político nacional precedente a las divisiones internas, y que en la práctica subordinaba las provincias a los intereses de la élite porteña.
(27) Carta al gral. Sarratea 11 de febrero de 1811, citada por Kintto Lucas, "El pensamiento social de José Artigas", 2007. http://www.rodelu.net/2007/semana32cultur0303.html
(28) Carta a Elías Galván, 14 de noviembre de 1811. Citada por Carlos Maggi, "Documentos para Sanguinetti", editorial diario "El País", 10/5/2009. http://www.elpais.com.uy/090510/predit-416037/columnistas/documentos-para-sanguinetti
(29) Maggi, Carlos, "Artigas y su hijo el Caciquillo", 1991. La investigación trata la relación silenciada entre charrúas y el caudillo oriental discutiendo con la historia oficial uruguaya.
(30) Machón, Jorge Francisco y Cantero, Oscar Daniel; "Los guaraníes misioneros en el proyecto artiguista", 7/12/2009. http://www.andresitoguacurari.com.ar/?p=8
(31) Fue la bandera oficial, igual a la de Belgrano pero atravesada por una franja roja, actual símbolo del federalismo.
(32) Artigas, José G.; “Reglamento de Tierras de 1815”, 10 de setiembre de 1815. http://www.chasque.net/vecinet/regl1815.htm
(33) Carta de San Martín a José Gervasio de Artigas y a Estanislao López, ambas fechadas el 13 de marzo de 1819. Escritos de San Martín. http://www.elhistoriador.com.ar/frases/san_martin/escritos_san_martin.php
El creador de la bandera junto a los pueblos abipón, guaraní, aymara y quechua
Manuel Belgrano (1770-1820), como Comandante en Jefe de la Banda Oriental encabezó la Expedición al Paraguay en 1810. A su tropa sumó 50 abipones chaqueños(33) y, atravesando la zona misionera, incorporó muchos guaraníes al ejército revolucionario, sufriendo deserciones por la ausencia de sus mujeres(34). El abogado de Salamanca, devenido en militar, publicó sus proclamas en avañe'ẽ (idioma guaraní) y castellano. Redactó desde el campamento de Curuzú-Cuatiá "El reglamento para los naturales de Misiones", estableciendo su libertad absoluta y la supresión de tributos entre muchas medidas. No olvidó la importancia de la organización militar, de la que careció cuando integró las milicias criollas, dispersadas con facilidad al inicio de la primer invasión inglesa. Poco después, las milicias guaraníes fueron el principal soporte del poderío artiguista en la región. La derrota militar de Belgrano impidió tumbar a las autoridades realistas en la Intendencia del Paraguay, pero prendió la chispa revolucionaria en los militares que lo vencieron y con quienes firmó un honroso armisticio en marzo de 1811.(35) Tras custodiar las costas del río Paraná y enarbolar por primera vez la bandera argentina en sus orillas rosarinas, en marzo de 1812 se hizo cargo de lo que quedaba del Ejército del Norte derrotado en Huaqui. Ante esa debilidad, encabezó el Éxodo Jujeño, dejando sólo tierra arrasada frente al demorado avance realista, obteniendo importantes victorias en Tucumán, septiembre de 1812, y Salta, febrero de 1813. En abril inició la Segunda Expedición al Alto Perú, llegando a Potosí en junio. Sobre la presencia guaraní entre sus fuerzas, "cuando los sacerdotes católicos los quisieron enrolar como realistas, nuestros Chiriguamo se unieron a Belgrano para colgar a los franciscanos. En Potosí, el cacique Cumbay puso sus 2000 Queremba (vanguardia) al servicio de la causa libertadora. Junto a los puneños integraron los ejércitos del norte."(36) Fue entonces cuando se incorporó el matrimonio conformado por los criollos Manuel Asencio Padilla y Juana Azurduy. Sus fuerzas incluían a miles de originarios. Padilla, que combatía desde el estallido de Chuquisaca, prometía que "las tierras sobre las que indios y cholos dejaban sus vidas al servicio de patrones despiadados volverían a ser suyas como lo fueron en los tiempos del Kollasuyo, el imperio indígena."(37) Si bien la “Guerrillera de la Libertad” tomó las armas años después porque se prohibía la presencia de mujeres en el ejército, “en poco tiempo, el prestigio de Juana Azurduy se incrementó a límites casi míticos: los soldados de Padilla veían en ella la conjunción de una madre y esposa ejemplar con la valerosa luchadora; los indígenas prácticamente la convirtieron en objeto de culto, como una presencia vívida de la propia Pachamama”(38). De todos modos, estas incorporaciones generaban cierta subestimación de la oficialidad militar hacia las formaciones irregulares por su menor grado de disciplina y entrenamiento y solían destinarlas a tareas secundarias. Algunos arriesgan que Belgrano, en 1816, le obsequió su sable a la heroica "Flor del Alto Perú" no sólo en reconocimiento a su valor sino también de su error al haber minimizado el apoyo de las milicias irregulares. Tras las duras derrotas de Vilcapugio en octubre y Ayohuma en noviembre, el Ejército del Norte cambiaría de mando, y la guerra de tácticas.
(33) Altamirano - Dellamea de Prieto - Sbardella, "Historia del Chaco" (para internet).
(34) Alfredo J. Erich Poenitz y Esteban Ángel Snihur, "La herencia misionera", capitulo El reglamento de Belgrano.
(35) Destituídas por la fuerza las autoridades españolas, se declaró la independencia el 17 de mayo de 1811. Hubo intentos de firmar un proyecto de confederación entre las Provincias Unidas y Paraguay, pero no prosperó.
(36) Magrassi, ob. cit., pág. 71.
(37) O' Donnell, Mario "Juana Azurduy, La teniente Coronela", Capítulo VII, pág. 16.
(38) Galeano, Eduardo; “Mujeres”, 1995. http://www.alianzabolivariana.org/pdf/Juana_Azurduy.pdf
Insurrecciones guerrilleras en las Provincias Unidas y rebelión del Cuzco
Tras las derrotas mencionadas, el Ejército del Norte se replegó hasta Salta, pero los godos no pudieron perseguirlo prontamente porque el Alto Perú, en palabras del cubano Vilaboy, "se infestó de guerrillas populares integradas por campesinos y artesanos indígenas y mestizos mal armados que todavía guardaban en sus memorias las incendiarias proclamas de Castelli."(39) La riqueza topográfica ayudaba a los rebeldes, que conformaron 105 grupos autónomos. Aunque por su naturaleza no organizaron grandes acciones en conjunto, era la mayor guerra de guerrillas en Nuestra América hasta entonces. Los principales caudillos que encabezaron aquellas luchas tenían distintos orígenes: estaba el coronel argentino José Ignacio Warnes en Santa Cruz de la Sierra; los criollos Juan Asencio Padilla y Juana Azurduy en el territorio entre el Río Grande y el Pilcomayo; el indígena José Miguel Lanza en Apopaya; el curaca aymara José Vicente Camargo en Cinti; José Ignacio de Zárate junto con Cardoso y Fuentes en Porco; Miguel Betanzos en Colpa; Ramón Rojas, junto los criollos Moto Méndez y Uriondo en Tarija; también, entre otros, el militar español Juan Antonio Alvarez de Arenales combatió contra la tiranía. Según el historiador español Mariano Torrente, “esta clase de guerra desordenada y sangrienta era fatal a las tropas del Rey; aquellos bandidos no presentaban ninguna batalla campal; pero talaban las haciendas y casas de campo. Y hacían que los empleados de ellas se les incorporasen en sus desarregladas filas; cuando se veían hostigados, se retiraban a las elevadas cordilleras y se colocaban en quebradas y desfiladeros impenetrables. Su conocimiento práctico del terreno era la mejor defensa; y las marchas forzadas y contramarchas que las tropas del Rey tenían que hacer para alcanzarlos causaban más bajas que sus mismos ataques”. (40)
En agosto de 1814, en el limítofe Virreinato del Perú, se producía la Rebelión del Cuzco contra "las leyes bárbaras de España". Esto alejaba a los españoles de la ansiada reconquista del Río de la Plata, en pleno reflujo revolucionario a nivel continental. La incorporación al levantamiento del anciano cacique Pumacahua(41) “transformó en indígena el rostro blanco y mestizo de la insurrección." Para expandir la revolución, los sublevados se dividieron en tres columnas; una de ellas, comandada por el tucumano cura Muñecas, llegó a orillas del Titicaca. La rápida expansión geográfica fue a costo de debilidad militar. La reacción realista acabó con los rebeldes atacándolos por separado, tomando Cuzco en marzo de 1815 y ejecutando a la mayoría de los sobrevivientes. Para peor, tras la durísima derrota de Sipe Sipe (29 nov. 1815) el opresor impuso un desenfrenado terror que cegó la vida de decenas de miles de compatriotas. Cuando la situación altoperuana era terrible, la eurocentrista y elitista oligarquía porteña se desentendió de los puebos connacionales del norte de las Provincias Unidas. Destinó sus fuerzas y recursos a combatir a Artigas, ignorando la nueva forma que tomaba lucha continental, conocida como "La Guerra de las Republiquetas".(42) De los 105 jefes sólo sobrevivirían nueve al final de la guerra y sus cabezas serían expuestas en las plazas públicas. Algunas de las debilitadas fuerzas continuaron la lucha bajo la conducción de Güemes.
(39) Vilaboy, ob. cit., pág. 89.
(40) Torrente, Mariano ; "Historia de la Revolución Hispanoamericana", Tomo I, Edición de 1829. Citado en "Guerra de las republiquetas". http://www.revisionistas.com.ar/?p=8406
(41) descendiente del inca Huayna Capac, que ejerció un papel fundamental en la represión a Tupac Amaru II en 1780.
(42) Según Alberto Lapolla, Bartolomé Mitre eligió ese término al escribir la historia oficial liberal para no usar la palabra "montonera", pues su gobierno había sido enfrentado por la montonera federal, que él mismo pasó a degüello de la misma manera que hicieron las fuerzas coloniales de la Corona. "Juana Azurduy y la Revolución continental. Una historia silenciada", 2005. http://www.lafogata.org/recuerdos/rec_juana.htm
Sin el "Padre de los Pobres" no había San Martín
El adinerado criollo Martín Miguel de Güemes (1785-1821) implementó una defensa en abanico con centro en Salta, basada en aguerridas guerrillas que cerraron los infructuosos avances realistas. Las nombró "Los Infernales" en respuesta al contrarrevolucionario padre Zerda. El cura católico armó, uniformó y sostuvo una unidad de combate en defensa de la Corona, a la que bautizó "Los Angélicos"(43). Según el profesor salteño Carlos Gregorio Romero Sosa, los ponchos enlutados surgieron en las comunidades originarias andinas como homenaje a Atahualpa, cruelmente ejecutado bajo las órdenes de Francisco Pizarro. Y Güemes, por tal motivo, impuso a sus milicianos el uso del poncho rojo con guardas negras.(44) Los godos, acuartelados en el Alto Perú, buscaban someter a la entonces última capital rebelde de Sud América. La galopante "Guerra Gaucha" (como la llamó Lugones) estalló en relampagueantes ataques y retiradas sorpresa, provocándoles un desgaste permanente. Güemes fue imprescindible para concretar el Plan Continental sanmartiniano, permitiendo conformar el Ejército de los Andes. Incluso, "San Martín lo nombró jefe del ejército de observación que debía entrar en el Alto Perú y cooperar a la expedición de Lima",(45) misión que su asesinato no le permitió concretar. A pesar de tan importante apoyo, al organizar guerrillas populares enfrentó la hostilidad de los altos mandos militares, incluso del jefe del Ejército del Norte en 1815, José Rondeau. Este militar fue quien dirigió aquel mismo año una tercera y última campaña al Alto Perú, que culminó en desastre absoluto en las cercanías de Cochabamba; "los realistas de Europa y América festejaron ruidosamente el triunfo de Sipe Sipe como el fin de la lucha independentista."(46) En ese escenario de derrota surgió la grandeza del pueblo norteño. A pesar de la creciente oposición de la elite salteña, hubo otros criollos que apoyaron al barbudo líder, como su propia hermana Macacha Güemes, José Francisco Gorriti, “el mejor lancero del Ejército” y uno de sus hermanos, que tras la muerte del caudillo se pasó al bando unitario, o hasta un alsaciano como Jorge Enrique Vidt, que combatió junto oficial napoleónico en Europa hasta Waterloo.
La historiadora Lucía Gálvez afirma que Güemes "fue soldado herido durante las invasiones inglesas –su bautismo de fuego– y amigo de los chiriguano en el Chaco salteño, del coqueo o la Pachamama como garantía de sincretismo"(47). En 1815 fue el primer gobernador elegido por el pueblo. Entre otras medidas, estableció el fuero gaucho y la abolición de la servidumbre indígena; incorporando importantes contingentes kolla y chapaco (de Tarija) a la guerrilla gaucha.(48) Con esta organizada forma de lucha, un pueblo latinoamericano en armas superaba la lógica y estructura de combate europea. Estas tácticas “bárbaras” y montoneras cobraron fama mundial y han sido estudiadas y destacadas hasta por militares del continente “civilizado”, como en el libro “La guerrilla en la guerra” escrito por el mayor del ejército yugoslavo Borivoje Radulovic. En Salta, Independencia y revolución social avanzaban empujadas por las clases populares en armas, "machetes, lanzas, azadas, boleadoras y unos pocos fusiles y carabinas eran las armas (...) para enfrentar al ejército que acababa de vencer a Napoleón"(49) Don Miguel decía: "Yo no tengo más que gauchos honrados y valientes. No son asesinos sino de los tiranos que quieren esclavizarlos. (...) al pueblo que quiere ser libre no hay poder humano que lo sujete"(50). La aristocracia salteña nunca se lo perdonó, y la porteña celebró su deceso a través de la prensa: "Ya tenemos un cacique menos"(51). Así y todo, un mes después de su muerte, el poder plebeyo del pueblo, organizado y entrenado en el combate, hizo retroceder definitivamente al ejército colonial hasta su entonces inexpugnable bastión continental.
(43) Núñez, Jorge Virgilio; "El Poncho Salteño", 2006. http://www.camdipsalta.gov.ar/INFSALTA/poncho.htm
(44) Después del asesinato del patriota revolucionario, sus gauchos agregaron un segundo luto en su nombre, en el corbatín del poncho.Fuente: Colegio Secundario Nº 5039 "11 de Setiembre", “Salta, Tierra de Tradiciones", Olimpíadas Nacionales de Contenido Educativo en Internet, 2001. http://www.oni.escuelas.edu.ar/2001/salta/tradiciones/cul.html
(45) Adolfo Saldías, "Historia de la Confederación Argentina, Rozas y sus campañas", Tomo I, Buenos Aires, Orientación Cultural Editores S.A., 1958, págs. 120-124. En el Historiador.
(46) Vilaboy, ob.cit., pág. 105.
(47) Vitale, Crisitian ; “Sin Güemes no hubiese sido posible San Martín”, Página 12, 8 de enero de 2008.
(48) Magrassi, ob. cit., .pág. 108.
(49) Pigna, Felipe; "Güemes", Bs. As., Ed. Planeta, 2008.
(50) Cornejo, Atilio; "Historia de Güemes", Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, Espasa-Calpe, 1946. Citado por F. Pigna, "Los Mitos de la historia Argentina 2". Buenos Aires, Planeta, 2005, pag. 105.
(51) Diario "La Gaceta de Buenos Aires, 19 de julio de 1821. Citado por la Dra. Alicia Poderti, "Martín Miguel de Güemes, fisonomías históricas y ficcionales", 2001. http://www.aliciapoderti.com.ar/guemes.doc
Un Libertador mestizo
Sobre las raíces de José Francisco de San Martín (1778-1850), si bien muchos autores han descrito su piel morena y rasgos "aindiados", recién en 2000 se planteó con más profundidad ese punto. Una vieja tradición oral litoraleña y de la familia Alvear sacudió la historia oficial, apoyada en la divulgación de una prueba histórica, un manuscrito de Joaquina de Alvear difundido por el genealogista Diego Herrera Vegas. La hipótesis de que José Francisco fue hijo de Diego de Alvear y la joven guaraní Rosa Guarú generó apoyos y profundos rechazos, llegando a ser considerada como una "conspiración subversiva indigenista" por el general Soria del Instituto Sanmartiniano(52). El historiador Hugo Chumbita y Herrera Vegas sistematizaron la información existente sobre el tema en el libro "El manuscrito de Joaquina" (2006). Años antes también fue mencionada esta posibilidad por José Ignacio García Hamilton. “Don José, Vida de San Martín” (2000). En los últimos años, el historiador continua bregando para realizar el análisis de ADN de sus restos y así despejar toda duda sobre su identidad mestiza a nivel biológico.(53) De todas formas, muchas otras opiniones coinciden con el reciente señalamiento del cacique de la comunidad haush Antonio Norberto Vera Illioyen y de su hijo Horacio Eugenio Vera: "lo esencial no es determinar el origen racial del Libertador sino desentrañar cual era el proyecto que tenía para la Nación que se estaba gestando."(54)
(52) Chumbita, Hugo, "El secreto de Yapeyú", Buenos Aires, Emecé, 2001. Prólogo.
(53) Chumbita, Hugo; "Investigación origen de San Martín". http://www.hugochumbita.com.ar/investigacion.html
(54) Diario "Tiempo Fueguino", 24 de febrero de 2010. http://argentina.indymedia.org/news/2010/02/720494.php
San Martín asoma en Nuestra América e Inti en los símbolos patrios.
Sobre la realidad político-social que marcó su identidad ideológica, Galasso, que junto a otros autores también caracteriza al movimiento juntista que brotó a ambos lados del Atlántico como una revolución hispanoamericana anti-absolutista en sus inicios, ubica a San Martín influenciado por los Derechos del hombre y las banderas democráticas de la Revolución francesa en la polarizada España invadida. Por tal motivo, se unió al ejército español que respondía a la Junta de Sevilla para luchar contra las tropas francesas. En 1808 tuvo desempeños destacados, y fue condecorado tras la batalla de Bailén. La intervención directa de Napoleón en la península, puso es una posición cada vez más endeble a las Juntas democráticas. En 1811, Cádiz era el último refugio del liberalismo en España, y allí estaba San Martín junto a otros americanos. Entonces se fundaba la primer filial de la logia mirandina, a la que se incorporó. En aquel entonces, funcionaba como una especie de pre-partido político de cuadros, clandestino, conspirativo y antimonárquico. Para explicar el regreso del Gran Capitán, Galasso menciona la argumentación de Augusto Barcia y Trelles como la más coherente y fundada, cosa que compartimos: ante la inminente derrota frente al usurpador en la metrópoli, las provincias de ultramar aparecían como el terreno propicio para continuar la lucha por “la emancipación del Gobierno Tiránico de la Península” y “la libertad para los individuos y la independencia para los pueblos”.(55) El entonces Teniente Coronel de caballería del Ejército español, José de San Martín, llegó acompañado por otros militares revolucionarios al Río de la Plata. “A principios de 1812 fui recibido por la Junta gubernativa de aquella época, por uno de los vocales con favor y por los dos restantes con una desconfianza muy marcada”.(55) Ese mismo año organizaba la emancipatoria Logia Lautaro(56), a la que se sumó la Sociedad Patriótica morenista reorganizada por Monteagudo. Unidos tumbaron al 1° Triunvirato rivadaviano, que representaba a "clérigos, propietarios, abogados, comerciantes y militares" porteños.(57) Con esa influencia patriota nació un nuevo gobierno y la Asamblea del Año XIII, que liberó a los nativos de la obligación de pagar tributo, dictó la libertad de vientres de las esclavas y eliminó el trafico humano, suprimió mayorazgos y títulos de nobleza, abolió la Inquisición y la práctica de la tortura. Asimismo, encargó el himno, traducido al quechua y un nuevo escudo. Su diseño era muy similar al usado por los revolucionarios franceses, exceptuando por el sol, de neta reminiscencia incaica. El Inti iluminó también a la bandera nacional, admás de sellos y monedas hasta la actualidad.
(55) Galasso, Norberto;"Seamos Libres y lo demás no importa nada". Caracas, Instituto Municipal de Publicaciones, 2006. pág. 53.
(55) San Martín, Carta al Mariscal Ramón Castilla, 11 de septiembre de 1848. Citada por Ministerio de Educación de la República Argentina. http://www.me.gov.ar/efeme/17deagosto/legado.html
(56) En honor al toqui Lautaro (1534?-1557), líder de la primera gran rebelión mapuche.
(57) Rosa, José María; "Historia Argentina", Buenos Aires, Oriente, 1964. Tomo II, pág. 310. Citado por N. Galasso, "Mariano Moreno, El sabiecito del Sur" Buenos Aires, Ed. Colihué, 2009, pág. 134.
Pidiendo guaraníes para organizar a los Granaderos
En 1812, el 1° Triunvirato le encomendó al hijo del pueblo de Yapeyú organizar los Granaderos a caballo, para lo cual solicitó reunir "un número proporcionado de sus connacionales, por la confianza que de ellos tiene."(58) Sobre la incorporación efectiva de los guaraníes a las filas revolucionarias, se sabe que poco después de haber llegado a Buenos Aires los 261 guerreros, trataron con especial deferencia al Gran Capitán. En carta firmada el 6 de mayo de 1813 expresaron que "nos ha dado el gusto de tener el honor de conocer a V.S. y saber que es nuestro paisano", y depositaron en él su confianza para intermediar ante el gobierno central: "mediante el hallazgo dichoso que hemos tenido en la persona de V.E. le rogamos sea nuestro apoyo para que prosperemos y disfrutemos de las delicias de nuestra libertad, elevando a nuestro Supremo Gobierno nuestras súplicas con los conocimientos que le damos a V.S. de aquel infeliz estado y que desaparezcan aquellos restos de nuestra opresión y conozca nuestro benigno gobierno que no somos del carácter que nos supone, y sí del de verdaderos americanos, con sólo la diferencia de ser de otro idioma. Así pues, señor, reiteramos los infrascriptos oficiales nuestra súplica esperando tener el feliz resultado de ser admitidos de su bondad”.(59)
(58) Citado por Fernando Bossi, "San Martín y los pueblos indígenas de Nuestra América" , abril de 2001.
(59) José Luis Busaniche, "San Martín Vivo", Buenos Aires. Emecé, 1950. Mencionado por Fernando Bossi en art. cit.
Un afroindígena salvando la vida del Libertador; un mestizo para reivindicar nuestra identidad
En el fugaz combate de San Lorenzo, el único que libró el Libertador en suelo argentino, dos soldados salvaron la vida del entonces coronel San Martín de la bayoneta enemiga. El 3 de febero de 1813, un afroindígena(60) "su vida rinde haciéndose inmortal", pasando a la historia como el "Sargento Cabral". Tras las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, San Martín fue designado en reemplazo de Belgrano en el Ejército del Norte. Ambos se encontraron en el abrazo de Yatasto a inicios de 1814. Evaluando la imposibilidad de derrotar a los realistas por esa vía, la falta de recursos y la experiencia guerrillera de Güemes, San Martín imaginaba el Plan Continental y confiaba aquel frente a las manos del salteño. En el benévolo clima cordobés buscó reponer su quebrantada salud y, en sus meses en Saldán, entre otras cosas proyectó editar los estudios históricos del Inca Garcilazo de la Vega(61) sobre la vida incaica y la conquista española. La idea no se condretó y las obras cumbres(62) del "primer mestizo biológico y espiritual de América" recién se publicaron en nuestro continente en 1918. A pesar de ser un militar que se formó peleando desde su temprana juventud, San Martín le daba importancia a la educación y las ideas para la lucha política. Otro ejemplo lo dio en 1822, en Lima, al fundar la Biblioteca Nacional del Perú, a la que definió como "una de las obras emprendidas que prometen más ventajas a la causa americana" por estar "destinada a la ilustración universal, más poderosa que nuestros ejércitos para sostener la independencia."(63)
(60) Emilio Santabaya, "José de San Martín, 1ª parte." Junta de Estudios Históricos de Monsetrrat. http://www.gazetademontserrat.com.ar/smartin1.php
(61) Bossi, en art. cit., transcribe a Ricardo Levene, "El genio político del general San Martín". Bs. As. 1950.
(62) "Comentarios Reales de los Incas", publicado en 1609, y "Historia general del Perú", en 1617.
(63) Biblioteca Nacional del Perú, "Nuestra Historia". http://www.bnp.gob.pe/portalbnp/index.php?option=com_content&task=view&id=125&Itemid=131
"Con otra provincia como ésta, todo estaría concluído en breve"(93)
Todavía era 1814 cuando asumió como Gobernador de Cuyo. Con el Plan Continental entre cejas, impulsó de manera inédita la producción local. Entre otras medidas revolucionarias, liberó esclavos, realizó expropiaciones a los sectores realistas, "los bienes de los conventos, los de legados piadosos son igualmente afectados para la guerra."(65) Las contribuciones obligatorias compensaron las escasas donaciones de las clases acomodadas; mientras, el pueblo cuyano se movilizaba y entregaba su determinante trabajo y voluntad. Entre cientos de aportes, la huarpe Magdalena contribuyó con saberes de su tribu para teñir los paños fabricados por las mendocinas; la cacica Roco, "envió a los aborígenes a bombear y traer información allende los Andes"(66) en el marco de la ingeniosa guerra de zapa. Desde el estado, intervino incluso en los conflictos entre obreros y patrones, donde “defendió la situación de los trabajadores, ocupándose preferentemente del aumento de sus salarios. Sus ordenanzas, conciliatorias y equitativas, constituyen, en nuestro país, la primera gestión niveladora entre capital y trabajo”(67) "San Martín crea el ejército ´de la nada´, aplicando un plan semejante al que propugnaba Moreno (Plan de Operaciones), en 1810"(68). Siguiendo un razonamiento de Galasso, los éxitos obtenidos con la planificación estatal de la economía implementada por San Martín en el gran taller de Cuyo mostraban a este modelo como superador de la falsa dicotomía entre civilización unitaria o barbarie federal. Éstos, desde economías regionales débiles y desarticuladas entre sí, tendieron a abrazar un tradicionalismo en algún grado estático y conservador en rechazo y confrontación con Buenos Aires, que hacía gala de su pujante modernidad cosmopolita, librecambista, pero dependiente tanto del mercado externo como de subordinar las débiles economías regionales a sus intereses exportadores. Al Estado planificando la economía, y generando esa acumulación de capital necesaria, se le sumaron amplios sectores sociales movilizados. Con intenso entrenamiento militar eran recibidos en El Plumerillo los gauchos, negros y chilenos emigrados tras el desastre de Rancagua. A partir de mediados de 1816, Pueyrredón, como Director Supremo, colaboró materialmente con el cruce. La empresa parecía ciclópea, pero era absolutamente necesaria.
(64) Carta de San Martín a Godoy Cruz, 12-10-1816. Galasso, "Seamos Libres y lo demás no importa nada".
(65) Halperín Donghi, Tulio; "De la Revolución de Independencia a la Confederación rosista", Ed. Paidós, Buenos Aires, 1993. pág. 136. Mencionado por Galasso en ob. cit.
(66) Federico Alvarez Rojas, "San Martín: una gesta popular", en el periódico Madres de Plaza de Mayo, 1995. Mencionado por Galasso en ob. cit.
(67) Molins, W. Jaime; “San Marín estadista”, diario La Prensa, Buenos Aires, 15 de agosto de 1965. Citado por Galasso en libro.
(68) N. Galasso, "Los Malditos: Hombres y Mujeres excluidos de la historia oficial de los argentinos", Buenos Aires, Ediciones Madres de la Plaza de Mayo, 2005. Volumen II, p. 154-162. http://www.alternativabolivariana.org/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=338
Cuanto más oscura es la noche, más cercano está el amanecer
En noviembre de 1815, tras la victoria española de Sipe Sipe en el Alto Perú, la situación era de derrota en Nuestra América, que se encontraba casi completamente en manos de los godos. Sólo en parte del Río de la Plata flameaban las banderas de Libertad e Independencia, y los más avanzado estaba en Mendoza, donde San Martín y el pueblo cuyano estaban obligados a exprimír hasta la tierra para conformar un ejército. Para peor, el restituído y radicalizado absolutista Fernando VII hacía su mayor esfuerzo durante la guerra, enviando 10.000 soldados al mando de Morillo, con destino a Venezuela. Bolívar había huido derrotado a Jamaica, desde donde analizaba las debilidades del colonialista ibérico buscando algo de luz: "¿podrá esta nación hacer el comercio exclusivo de la mitad del mundo sin manufacturas. Sin producciones territoriales, sin artes, sin ciencias, sin política?"(69) En ese escenario irrumpió el internacionalismo de la revolución haitiana a través de la figura de su presidente Alexander Petión, que entró en contacto con Bolívar. El venezolano viajo al Haití redimido y ambos se encontraron apenas iniciado 1816. El patriota afro-haitiano le ofreció armas, barcos y soldados para retomar la lucha emancipatoria nuestro-americana. A cambio, sólo le pidió al futuro libertador que proclamara la abolición de la esclavitud en todas las tierras que liberara. En la misma línea, meses después Petión hizo incluir en la Constitución de 1816 que “todo africano, indio, así como sus descendientes en las colonias que vendrían a establecerse en la República serían reconocidos como haitianos”(70). Haití no solo reconocía el elemento originario en su nombre, sino hasta en la propia constitución, estableciendo la absoluta igualdad. Con ese apoyo Bolívar se embarcó a Venezuela, y al llegar a su país cumplió con su promesa, radicalizando su postura al unir la independencia política con la liberación social de los esclavos. En esa ofensiva fue nuevamente derrotado, encontrando otra vez en Haití y su presidente el apoyo material y moral para continuar combatiendo. Con nuevos bríos, hombres, armas y dinero emprendió una segunda expedición en diciembre de aquel año, que sería el inicio de la campaña emancipadora desde el norte de Sud América. Consumada la gesta, Bolívar reconoció la imprescindible ayuda haitiana, considerando a Alexander Petión como “el Autor de nuestra libertad”.
(69) Bolívar, Simón; Carta de Jamaica, Kingston, 6 de septiembre de 1815. En "Escritos fundamentales", Caracas, Monte Ávila, 1998. http://www.analitica.com/bitblio/bolivar/jamaica.asp
(70) Prensa YVKE Mundial, “Bolívar y Petión fueron ejemplos de hermandad y eterno agradecimiento”, 14 de Enero de 2010. http://www.radiomundial.com.ve/yvke/noticia.php?t=40942
1816: "Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, ..."
En 1814, el fracaso de la revolución española en manos de la contrarrevolución fernandina, inició las guerras de la Independencia en América. Hasta entonces, el conflicto principal era entre liberales, entonces revolucionarios, y realistas, defensores del Antiguo Régimen; la guerra era "contra la tiranía, no contra los españoles". Fernando VII retornaba anulando la Constitución progresista de 1812 y se iniciaba una dura persecución a los liberales. Volvían los privilegios, la rancia nobleza, y una Iglesia Católica fortalecida. La ruptura total con la metrópoli era vital para garantizar el triunfo de los principios modernos en nuestras tierras. San Martín lo entendía, por eso presionó a los congresales en Tucumán para que se pronuncien. El 9 de julio de 1816 se declaró la Independencia de las Provincias Unidas en Sud América. El acta "fue publicada simultáneamente en tres idiomas: castellano, quechua y aymará. Hasta hubo una versión en la escritura jeroglífica de los pueblos de Tihuanako"(71) Los primeros en reconocerla en Buenos Aires, fueron los caciques pampa "Negro, Quintelén y Victoriano".(72)
Tras la declaración, la agitación popular se respiraba en el aire. Un marino sueco fue cronista de los festejos: “El 25 de julio fue el día fijado para la celebración de la independencia en la provincia de Tucumán. Un pueblo innumerable concurrió en estos días a las inmensas llanuras de San Miguel. Más de cinco mil milicianos de la provincia se presentaron a caballo armados de lanza, sable y algunos con fusiles, todos con las armas originarias del país, lazos y boleadoras. (...) el general Belgrano tomó la palabra y arengó al pueblo con mucha vehemencia prometiéndole el establecimiento de un gran imperio en la América meridional, gobernado por los descendientes (que todavía existen en el Cuzco) de la familia imperial de los Incas."(73) "(...) Los indios están como electrizados con este nuevo proyecto y se juntan en grupos bajo la bandera del sol. Están armándose y se cree que pronto se formará un ejército en el alto Perú de Quito a Potosí, Lima y Cuzco. Doña Inés Azurduy y Padilla, una hermosa señora de ventiséis años, que manda un grupo de mil cuatrocientos indios en la comarca de Chuquisaca, ganó el mes pasado una victoria sobre los realistas, tomando una bandera y cuatrocientos prisioneros."(74)
(71) Eduardo Astesano, "Juan Bautista de América. El rey inca de Belgrano", Edic. Castañeda, 1979. Citado por Alberto J. Lapolla en "La Patria Grande perdida", 09 de Julio de 2005. http://www.tribudelsol.org/node.php?nodo=46.
(72) Magrassi, ob. cit., pág. 49.
(73) Jean Adam Graaner, "Las provincias del Río de la Plata en 1816" (Informe dirigido al Príncipe Bernadotte). Traducción y notas de José Luis Busaniche, Buenos Aires, 1949, pág. 65. En "La independencia y los festejos de julio de 1816", El Historiador.
(74) Jean Adam Graaner, ob. cit. Transcripto por A.J. Pérez Amuchástegui en "Crónica Histórica Argentina". Codex, 1972. Tomo II, pág. 2-LXVIII. Mencionado por Lapolla en art. Cit.
Revolucionarios patriotas por "el regreso del inca"
Sobre el otro tema fundamental que se discutía en el Congreso de Tucumán, la forma de gobierno, Manuel Belgrano decía "(...) he oído discurrir sabiamente en favor de la monarquía constitucional, reconociendo la legitimidad de la representación de la Casa de los Incas, situando el asiento del trono en el Cuzco, tanto que me parece que se realiza este pensamiento tan racional, tan noble y justo con que aseguramos la losa del sepulcro de los tiranos."(75) El creador de la bandera relataba que: "Yo hablé, me exalté, lloré e hice llorar a todos al considerar la situación infeliz del país. Les hablé de monarquía constitucional con la representación de los incas: todos aceptaron la idea."(76) La propuesta contaba con el apoyo del Libertador, contrario a fragmentar el poder con una federación, que destacaba "lo admirable que me parece el plan de un Inca a la cabeza: las ventajas son geométricas",(77) y de Miguel de Güemes. El caudillo salteño arengaba: "No lo dudéis un instante, guerreros peruanos. Los pueblos están armados en masa y enérgicamente dispuestos a contener los ambiciosos amagos de la tiranía. Si estos son los sentimientos generales que nos animan, con cuanta más razón lo serán cuando restablecida la dinastía de los Incas, veamos sentado en el trono y antigua Corte al legítimo sucesor de la corona."(78) Reflotaba la leyenda del regreso del Inca, muy honda en los sentimientos andinos, tomando varios elementos del reinado que bosquejó Tupac Amaru II. Ambos proyectos planteaban una soberanía independiente de España; en la práctica se legitimarían en la mayoritaria unión de indígenas, mestizos, negros y criollos, de las distintas clases subalternas que se oponían a los opresores, a quienes el curaca quechua definía como los que estropearon “como a bestias a los naturales del reino”; la capital de la naciente nación soberana hubiera sido la antigua sede del Tahuantinsuyo.
La idea que Belgrano defendió apasionadamente le agregaba instituciones parlamentarias a un arraigado anhelo de las amplias mayorias nativas. Hubiese permitido:
- acrecentar la correlación de fuerzas revolucionarias, incorporando de manera protagónica al principal actor nuestroamericano, los millones de oprimidos, especialmente originarios y también mestizos;
- sublevar estratégicas zonas como Perú y Alto Perú, entonces y hasta mediados de la década siguiente bajo control realista;
- quitar del centro del poder político y limitar al parlamento a la clase acomodada y pro-británica, que financiaba una guerra independentista acotada, desentendida de lo social;
- ubicar el centro geográfico del poder en Cuzco, además del fuerte mensaje simbólico, en lo geopolítico era radicarlo en el corazón andino de Suramérica, alejado de los disgregantes puertos;
- concretar la unidad de una fuerte u unificada nación suramericana de habla hispana, bajo un gobierno legítimo para las mayorías, tal como planteara Moreno en el Plan de Operaciones en 1810.
(75) Belgrano, Manuel; Proclama del 27/8/1816, en Tucumán, reproducida en el Censor. Citada en "Hombres de Julio", Revista de Genealogía, n° 15, pág. 24, reproducida por Galaso en ob. cit., pág. 182.
(76) Belgrano, Manuel; Carta a B. Rivadavia, 1816, reproducida por “La Nación”, Buenos Aires, 5-7-1966. Mencionada por Galasso, ob. cit., pág. 182
(77) Carta a Godoy Cruz del 22 de julio de 1816, Comisión Nacional del Centenario, Documentos del Archivo de San Martín, Buenos Aires, Coni, 1910, tomo 5, p. 546. Mencionada por Galasso, ob. cit. pág. 182 y 183.
(78) A. J. Pérez Amuchástegui, ob. cit. Tomo II, pag 2-LVIII, tomado por Lapolla, art. cit.
¿A quién poner si no hay candidatos al trono?
La elite porteña no pensaba perder la hegemonía política alcanzada con la creación del virreinato cuatro décadas atrás, y emplearon diversas tácticas para defender esa posición de privilegio. Prodigaba públicos elogios al republicanismo como superador de la monarquía, escondiendo con discursos “progre” su abierta oposición al proyecto plebeyo que la desplazaría del poder poniéndolo en manos de la “chusma”. Por ejemplo, Tomás de Anchorena, diputado por Buenos Aires en el Congreso de Tucumán, desconocía los candidatos al trono y discriminaba abiertamente, “…poníamos las miras en un monarca de la casta de los chocolates, cuya persona, si existía, probablemente tendríamos que sacarla borracha y cubierta de andrajos de alguna chichería para colocarla en el elevado trono del monarca”.(79) Mitre, en su "Historia de Belgrano y de la independencia argentina", minimizó el enorme potencial político y continental de aquella propuesta, a la que despreció burlonamente tildándola de "monarquía en ojotas", que hubiese coronado a "un rey de patas sucias". Estas posturas triunfaron y al mudar el Congreso de Tucumán hacia Buenos Aires, en marzo de 1817, el rey inca pasó a ser parte de la historia. Pero no la monarquía, que la ciudad puerto ahora propició pero en manos de un Borbón, el Principie de Lucca. El triunfo federal de Cepeda se lo impidió.
Pero así como la mentira tiene patas cortas, la realidad supera a las “zonceras”, que de eso se trata, pues, el poner en duda la existencia de candidatos al trono. La propuesta no sólo movilizaba a amplias mayorías y contaba con el respaldo de los principales patriotas de estas tierras, sino que además era viable porque había dos candidatos para concretar “el regreso del inca”. Uno era Dionisio Inca Yupanqui, descendiente de Paullo Inca, hermano del último Emperador el Inca Huaina Capac,(80) nacido en Cuzco y educado en España, con experiencia militar e ideológica. Como diputado suplente del Perú, se destacó en las Cortes ibéricas, defendiendo la igualdad plena entre americanos mestizos, nativos y afro respecto a los peninsulares. En la península, durante diciembre de 1810 yen su condición de "Inca, Indio y Americano" expuso las limitaciones de los liberales españoles: "un pueblo que oprime a otro no puede ser libre."(81) El otro era Juan Bautista Túpac Amaru (1747-1827), último pariente vivo del legendario Tupac Amaru II. Por su participación en la sublevación encabezada por su hermano mayor y por ese parentesco, estuvo preso del imperio ibérico hasta 1823. Entonces viajó a Buenos Aires, donde el Gobierno le dio un subsidio para que escribiera sus memorias. Al morir, fue enterrado en el cementerio de Recoleta en una tumba sin nombre.
(79) Citado por Leandro Gutiérrez, "Las tendencias revolucionarias radicales en América latina y Argentina", La Opinión cultural, domingo 9 de julio de 1972. En El Historiador.
(80) Según los historiadores Jorge Ortiz y Alicia Castañeda Martosnota, en "Hombres de sal". Mencionado en nota "Historiadores peruanos publican el primer Diccionario biográfico marítimo", Revista Caretas.
(81) El discurso de Yupanqui figura en el “Diario de las Discusiones y Actas de las Cortes de Cádiz”. Transcito por Jorge Abelardo Ramos, “La Historia de la Nación Latinoamericana”, Buenos Aires, Ed. Peña y Lillo. 1973, Tomo I. Páginas 132. 133 y 134. http://www.lapatriagrande.com.ar/HNA_F.htm
Preparando el Cruce de los Andes con guerrillas, los dueños de la tierra y la "guerra de zapa".
En 1816, San Martín se entrevistó con varios caciques mapuche, pehuenche y pampa, “participan de la reunión alrededor de 50 jefes indios. El General les explica su propuesta de alianza para que le cuiden los pasos del sur de Chile. La reunión culmina con obsequios y agasajos mutuos."(82) Meses después, a los caciques que lo visitaron en El Plumerillo les dijo: "Los he convocado para hacerles saber que los españoles van a pasar de Chile con su ejército para matar a todos los indios y robarles sus mujeres e hijos. En vista de ello, y como yo también soy indio voy a acabar con los godos que les han robado a ustedes las tierras de sus antepasados (...) Debo pasar los Andes por el sud pero necesito para ello licencia de ustedes que son los dueños del país."(83) El jefe realista en Chile se enteró de estos planes por medio de algunos originarios, Bartolomé Mitre explicó el hecho adjudicándoselo a la "perfidia natural de los indios". Historiadores no afines a los intereses británicos citan evidencias de un espionaje español mediante un cura,(84) sin emplear los prejuicios racistas del ex presidente que fundó el diario "La Nación" dos años después de terminar su mandato, en 1870. Para hostigar a las tropas realistas en territorio trasandino, el abogado chileno Manuel Rodríguez (1785-1818) organizó guerrillas en campos y poblaciones contando incluso con el bandido Neira de su lado para hostigar a las tropas de la tiranía. El “Hijo de la Rebeldía” llegó a ser el hombre más buscado por el poder colonial. En estrecha relación de confianza con San Martín, el accionar del “Guerrillero de la Libertad” también fue fundamental para obtener información conformando una red popular plebeya. En el marco de esta guerra de inteligencia, San Martín ideó la novedosa “guerra de zapa”, haciendo circular informaciones falsas que desorientaron a las fuerzas del Rey, como al difundir el rumor de que se cruzaría la cordillera por la zona más accesible, el sur. Las tácticas "sudacas" desarticulaban a las europeas de manera sencilla y eficaz. En 1950, el prestigioso médico sanitarista Ramón Carrillo definió a San Martín como "uno de los creadores de la guerra psicológica moderna"(85).
(82) Galasso, "Seamos Libres y lo demás no importa nada". Caracas, Instituto Municipal de Publicaciones, 2006. pág. 200.
(83) Galasso, ob. cit., pág. 200.
(84) Galasso, ob. cit., pág. 201 y 202.
(85) Carrillo, Ramón: "La guerra psicológica", Revista Electroneurobiología, Vol. 2 # 2, noviembre 1995. http://electroneubio.secyt.gov.ar/Ramon_Carrillo_La_guerra_psicologica.htm
Proeza cordillerana, guiada por huarpes y mapuches
Partiendo el 19 de enero de 1817, 5.423 patriotas cruzaron los Andes por seis pasos diferentes, cubriendo un frente de más de 750 km. Recorrieron más de 500 km. de cordillera en 21 días, atravesando alturas mínimas superiores a los 4.000 metros, y sufriendo cerca de 40º C de diferencia térmicas entre el día y la noche. El terreno tampoco ayudó, debieron transitar por caminos de cornisa que sólo permitían la marcha en fila india. Además, en la alta montaña sudamericana era total la ausencia de poblaciones y de recursos. A pesar de semejantes adversidades, las columnas principales confluyeron sincronizadamente en el teatro de operaciones. Para varios historiadores, tal proeza superó en su grado de dificultad los arriesgados movimientos militares para cruzar los Alpes de Aníbal en su camino a Roma en el 218 a.C. y de Napoleón en 1800. La participación indígena en la gesta de Los Andes y las antes mencionadas acusaciones difamatorias sembradas por Don Bartolomé sobre una supuesta felonía indígena a San Martín, que se transformaron en la historia oficial durante varias décadas, me permiten retomar aquella invitación que lanzara Artuto Jauretche en las primeras ediciones de las imprescindibles “Zonceras”. Distintas investigaciones confirman la participación y apoyo efectivo de originarios en la consecución del Cruce de los Andes. Según el sociólogo (U.B.A.) y antropólogo Guillermo Emilio Magrassi, "Huente-cura y otros" guiaron a los granaderos por los fríos y escarpados caminos cordilleranos y pelearon en Chacabuco; "luego de Maipú, algunos, convencidos por los sacerdotes y desconfiando de ciertos criollos, se pusieron del lado realista."(86) Por otra parte, la escritora y editora Mariana Vicat, en un libro de su autoría, sostiene que "huarpes y araucanos (mapuche) guiaron a las tropas por los pasos de Uspallata y Los Patos, e intervinieron en las batallas de Chacabuco y Maipú."(87) Me pregunto ¿como es posible que durante tanto tiempo se le haya creído al "hombre funesto para tres Repúblicas"(88) al plantear que el Libertador imaginó a los indígenas como "naturalmente traidores"? No resiste mucha lógica ese argumento, aún sin considerar a estos testimonios que ya han surgido y más allá de los que seguirán saliendo a la luz pública. Una sorpresiva emboscada en las adversas condiciones cordilleranas, un territorio que aquellas comunidades conocían desde hace muchísimos años, no hubiera sólo acabado con el Ejército andino, sino con los planes de liberación continental.
(86) Magrassi, ob. cit. Pág. 49.
(87) Mariana Vicat, "Caciques, indígenas argentinos", Buenos Aires, Ed. Libertador, 2008. Prólogo.
(88) Asi nombra José Hernández a Mitre. Curuzú Cuatiá, 1868. El Diario de Paraná, 10 de noviembre de 1934. Citado por Atilio García Mellid, "Proceso a los falsificadores de la historia del Paraguay", Ed. Theoria, Bs. As., 1963. Tomo I pág. 371.
Independencia chilena y "Guerra a muerte"
El 12 de febrero de 1818, en el primer aniversario de la batalla de Chacabuco, se declaró la independencia de Chile. A los pocos días, un Cabildo Abierto propuso a San Martín como Director Supremo. El Libertador desestimó el cargo, el plan continental no estaba terminado; Bernardo O'Higgins, como importante miembro de la logia, lo asumió. Tras la sorpresa de Cancha Rayada, en abril la victoria fue aplastante en Maipú. Conociendo esta noticia, Bolívar proclamaba "¡Habitantes del Río de la Plata! La república de Venezuela, aunque cubierta de luto, os ofrece su hermandad; y cuando cubierta de laureles haya extinguido los últimos tiranos que profanan su suelo, entonces os convidará a una sola sociedad, para que nuestra divisa sea unidad en la América Meridional”.(89) Los realistas chilenos en retirada buscaron refugio en el sur del territorio. Cuando los patriotas trasandinos implementaron medidas para integrar a los indígenas como ciudadanos, igualándolos al resto de la población, e incorporar a los pueblos de indios y las tierras mapuche del pikunmapu a la nueva estrctura política, muchos caciques sintieron atacados sus esquemas de poder territorial, negociados con la autoridad colonial. Los defensores de la corona aprovecharon ese descontento prometiéndoles a los jefes tribales un retorno a los perdidos privilegios. De esa forma, la mayoría de los grupos indígenas de esa región nuestroamericana se aliaron a la causa realista.(90) Los originarios que pelearon junto a las fuerzas revolucionarias fueron el "cacique patriota" Venancio Coihuepán (Coñoepan), lonko (líder) mapuche entre Lumako y Choll-Choll, Lorenzo Colipí y los Nagche en general.(91) El sangriento enfrentamiento, donde ninguno de los dos bandos tomaba prisioneros, estalló en 1819 en el centro-sur de Chile y finalizó a fines de 1821.
(89) Bolívar, Simón; Proclama al Río de la Plata, 12 de junio de 1818. En “Discursos y proclamas”, Caracas, Fundación Biblioteca Ayacucho, 2007. Pág. 207. http://www.scribd.com/doc/3302942/Discursos-y-proclamas-del-Libertador-Simon-Bolivar
(90) Silvia M. Ratto, "Indios y cristianos. Entre la guerra y la paz en las fronteras", Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 2007, pp. 52-54. Mencionado en el muy pobre especial histórico publicado por el Gob. de la Cdad. de Bs. As. sobre las "intervenciones que tuvieron los indios en el proceso de la independencia." "Participación indígena. La política filoindígena como arma de guerra."
http://www.buenosaires.gov.ar/areas/ciudad/historico/especiales/9julio/part_indigena.php
(91) Isabel Hernández, "Serie Población y Desarrollo nro 41. Autonomía o ciudadanía incompleta: el pueblo mapuche en Chile y Argentina", CEPAL, julio 2003. tercera parte, pag 99. http://www.eclac.cl/publicaciones/xml/8/13108/lcl1935-p3.pdf
Arengas "paisanas" y la "genial desobediencia" para ir al Perú
En julio de 1819 arengaba a sus "compañeros del Ejército de los Andes" tomando como ejemplo a los nativos: "... La guerra se la tenemos que hacer del modo que podamos, si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos han de faltar, cuando se acaben los vestuarios nos vestiremos con las bayetitas que nos trabajan nuestras mujeres y si no, andaremos en pelotas como nuestros paisanos los indios. Seamos libres y lo demás no importa nada."(119) Firmando como “vuestro amigo y paisano, José de San Martín” el mismo años se dirigió nuevamente a los pueblos originarios proclamando: "Compatriotas míos, palomas, vástagos todos de los antiguos incas: ya ha llegado para ustedes el momento feliz de recuperar la plenitud de nuestra vida... de este modo saldremos de ese duro, mezquino vivir, en el que como a perros nos miraban, pues así nuestros enemigos les harían extinguirse en este nuestro suelo..."(120)
A fines de 1819, mientras se alistaba la incursión al bastión realista, el Directorio le ordenaba a San Martín regresar con las tropas para reprimir a las montoneras del Litoral. Encabezadas por el caudillo oriental José Gervasio Artigas, atentaban contra los intereses locales del puerto porteño. El Libertador rechazó participar en la represión interna y continuó la lucha contra el imperio dominante. A principios de 1820, tras ser derrotado en Cepeda por los caudillos federales de Santa Fé y Entre Ríos, caía el Directorio. San Martín renunciaba a la jefatura del Ejército de los Andes. El 2 de abril de 1820, sus oficiales lo eligieron con el "Acta de Rancagua", legitimando su autoridad "en convencimiento común de que la defensa y seguridad de la causa de América es el objeto prioritario de esta fuerza".(121) El Plan Continental(122) seguía vivo. Y tal como el Libertador lo había previsto, el nuevo gobierno de Chile colaboró con su vital ejecución aportando su novel escuadra, hombres y elementos necesarios para la Expedición al Perú. Finalmente, San Martín fue designado Brigadier y luego Capitán General del Ejército de Chile. Sin istrucciones, partieron de Valparaíso los 4,400 combatientes aprox., 141 oficiales y 2.325 soldados pertenecientes al Ejército de los Andes y 161 oficiales y 1.757 soldados al chileno.(123)
(119) Proclama de San Martín desde Mendoza del 27 de julio de 1819, mencionada por Galasso, ob. cit., pág. 303.
(120) Proclama bilingüe de 1819, en Ricardo Levene, Boletín de la Academia Nacional de la Historia, tomo XXIV-XXV, 1950-1951, p. 676 y siguientes. Traducción literal por Rumi Ñawi. Citado por H. Chumbita en "El proyecto americanista de los revolucionarios de la Independencia".
(121) Comunicación al Cabildo de Buenos Aires, del 13 de abril de 1820. Citada por José Pacífico Otero, "Historia del Libertador don José de San Martín", 2da ed., Bs. As., Círculo Militar, 1978, tomo 4, pag. 127. Mencionado por Galasso en ob. cit., pág. 326.
(122) "La Patria no hará camino por este lado del norte, mas que no sea una guerra permanente, defensiva y nada más; para eso bastan los valientes gauchos de Salta, con dos escuadrones buenos de veteranos. (...) Ya le he dicho mi secreto. Un ejército pequeño y bien disciplinado en Mendoza, para pasar a Chile y acabar con los godos, apoyando un gobierno de amigos sólidos, para acabar también con los anarquistas que reinan. Aliando las fuerzas, pasaremos por el mar a tomar Lima; ese es el camino y no este, mi amigo." Carta de San Martín a Nicolás Rodríguez Peña, 23 de abril de 1814.
Fuente: Mendoza, Gunnar, "Diario de un soldado de la Inde pendencia altoperuana en los valles de Sica Sica y Ayopaya", Tambor mayor Vargas, Sucre, 1952.Citado Por Pacho O´Donell, "El grito Sagrado"o", 1998.
(123) José Hipólito Herrera, "El Album de Ayacucho", Aurelio Alfaro, Lima, 1862, pág. 179 y 180.
Proclama revolucionaria a los originarios del Perú e irrupción de los montoneros
En septiembre de 1820, las 25 naves(124) de bandera chilena llegaban a territorio realista. El Libertador convocaba en runa simi (quechua), aymará y castellano: "A los indios naturales del Perú: Compatriotas, amigos descendientes todos de los Incas. Ya llegó para vosotros la época venturosa de recobrar los derechos que son comunes a todos los individuos de la especie humana, y de salir del estado de miseria y de abatimiento a que le habían condenado los opresores de nuestro suelo. Los nobles motivos que os impelieron de la España son demasiado notorios a todo el mundo. Vuestra misma sensibilidad cada día forzada a vejaciones nuevas, es el justificativos más tocante. La conducta pues, que han seguido los gobiernos independientes de América, acreditan que nuestros sentimientos no son otros, ni otras nuestras aspiraciones, que establecer el reinado de la razón, de la equidad y de la paz sobre las ruinas del despotismo, de la crueldad y de la discordia. Guiado por estos mismos sentimientos, yo os ofrezco del modo más positivo hacer todo cuanto esté a mi alcance, para aliviar vuestra suerte y elevaros a la dignidad de hombres libres; y para que tengáis más fe y más promesas, declaro que desde hoy queda abolido el tributo, esa exacción inventada por la codicia de los tiranos para enriquecerse a costa de vuestros sudores, y para degradar vuestras facultades físicas y mentales a fuerza de un trabajo excesivo. ¿Y seréis insensibles a los beneficios que yo a nombre de la Patria trato ahora de proporcionaros? ¿Olvidareis también los ultrajes que habeis recibido sin número de los españoles? No, no puedo creerlo: antes bien me lisonjeo de que os manifestareis dignos compatriotas y descendientes de Manco Capac, de Guayna Capac, de Tupac Yupanqui, de Paullo Tupac, parientes de Tupac Amaru, de Tembo Guacso, de Pampa Cagua. Feligreses del Dr. Muñecas y que cooperareis con todas las fuerzas al triunfo de la expedición libertadora, en el cual están envueltos vuestra libertad, vuestra fortuna, y vuestro apacible reposo, así como el bien perpetuo de todos vuestros hijos. Tened toda confianza en la protección de vuestro amigo y paisano el general San Martín."(125)
Varios grupos originarios dirigidos por curacas que negociaron con la colonia, volvieron a ser "carne de cañón" del bando realista. Pero miles de indígenas respondieron al llamado emancipador. Muchos de ellos ya habían puesto su cuerpo en las guerrillas altoperuanas y defendiendo la rebelión cuzqueña años atrás. Surgían los montoneros, sumando sus armas a la lucha por la igualdad y libertad que garantizaría la anhelada independencia. Las guerrillas crecieron y se destacaron entre 1820 y 1824 como ejemplo concreto de poder popular. Contaron con las poblaciones como importantísima retaguardia, las que debiron soportar reiteradas represalias realistas. Muchos guerrilleros brillaron en esa prolongada guerra de desgaste, cercando Lima, como por ejemplo el cacique Ignacio Quispe Ninavilca, Cayetano Quirós, el coronel Santiago Marcelino Carreño, Alejandro Huavique, entre tantos otros. San Martín homenajeó a los montoneros en octubre de 1821, destacando "el valor y la constancia con que han contribuido las partidas guerrilleras a establecer la libertad del Perú."(98) Aquellas formaciones irregulares fueron determinantes para obtener la victoria definitiva contra el imperio español, aunque historiadores peruanos critican a la historia oficial de patria chica por no reconocer su importancia.(99) Como sostenía Abelardo Ramos en su época de lucidez, la profundización y democratización de la lucha movilizaron a las masas incorporando a los mestizos (gauchos, llaneros, etc), a las "hordas indias", a los negros libertos.
(96) La flota, de bandera chilena, estaba compuesta por 8 navíos de guerra y 17 de transporte. Se conformó mediante capturas de buques españoles y compras de embarcaciones inglesas y norteamericanas.
(97) Transcripto por E. Astesano , ob.cit., pág. 160. Tomado por A.J. Lapolla, "El origen mestizo del General San Martín", enero 2007. http://www.nuestraamerica.info/leer.hlvs/4979
(98) César Francisco Macera, "San Martín gobernante del Perú", Bs. As., 1950, pág. 256. Mencionado por Galaso en ob. cit. pág. 350.
(99) Luis Guzmán Palomino, "Emancipación y génesis republicana". http://runapacha.iespana.es/_paginas/1historia/pdf/historia003.pdf
La igualdad de toda la población y la reconstrucción de Cancayucc
Ya declarada la independencia en Lima el 28 de julio de 1821, San Martín enfrentaba dificultades en su acción de gobierno. Como Protector de la Libertad del Perú proclamaba que "después que la razón y la justicia han recobrado sus derechos en el Perú, sería un crimen consentir que los aborígenes permaneciesen sumidos en la degradación moral a que los tenía reducido el gobierno español, y continuasen pagando la vergonzosa exación que con el nombre de tributo impuesto por la tiranía como signo de señorío... Por lo tanto declaro: 1. (…) queda abolido dicho tributo que satisfacía al gobierno español. (...) 4. En adelante no se denominarán los aborígenes, indios o naturales; ellos son hijos y ciudadanos del Perú, y con el nombre de peruanos deben ser conocidos".(100) También suprimió por decreto las distintas formas de servidumbre indígena, entre otras importantes modificaciones que implementó. Estas medidas democráticas le generaron gran rechazo en el alto clero y la oligarquía reaccionaria limeña. Por su parte, las tropas realistas respondían arrasando varios pueblos, entre ellos Cancayucc, principal centro de los montoneros. Los godos masacraron a más de 1000 pobladores, declarando que quedaba "reducida a cenizas y borrada para siempre del catálogo de los pueblos el criminalísimo Cangallo."(101) San Martín reedificó el poblado, otorgándole el título de "Villa Heroica" en marzo de 1822, como homenaje a la ardua y decidida lucha emancipadora que encarnaron los morochucos.
(100) Decreto del 27 de agosto de 1821, transcripto por Abelardo Solís, "Ante el problema agrario peruano", Lima, Ed. Perú, 1928., págs. 24 y 25. Tomado de la Biblioteca Virtual de la Biblioteca Nacional de Perú. http://bvirtual.bnp.gob.pe/BVIC/Captura/upload/ante_problema_agrario__solis.pdf
(101) Bossi, art. Cit. http://costaricaenginebra.tripod.com/latinoamericasinfronteras/id25.html
La “batalla de ideas” y el Maestro de América
Los patriotas revolucionarios le dieron mucha importancia a la “trinchera de ideas” aún en pleno conflicto bélico. Por eso vemos a Miranda trayendo una imprenta como arma, a Moreno publicando a Rousseau, editando un diario e inaugurando la actual Biblioteca Nacional, a San Martín sembrando escuelas en Cuyo y la actual Biblioteca Nacional del Perú, a Bolívar fundando el diario “Correo del Orinoco” en 1818. En esa misma dirección, el que más se preocupó por las necesidades educativas de los pueblos que se liberaban fue Simón Rodríguez (1769-1853). El maestro de Bolívar y testigo de su famoso juramento del Monte Sacro regresó a Nuestra América en 1823. Entonces, el foco de su atención era el pasaje de la colonia a la república, buscando resolver esas contradicciones a través de la educación popular. El pedagogo venezolano hacía especial énfasis en “los cholitos y las cholitas que ruedan en las calles” (102) porque “en los niños pobres está la Patria” (103). Y partía de un principio fundamental, toda la población es educable. Consideraba como principal problema no a los educandos, sino a los maestros; un docente colonizado sólo podrá formar nuevos colonizados.
En clara contraposición a estos principios, Sarmiento, después de haber sido el embajador de Mitre en EE.UU. y ya como presidente argentino, importaría docentes norteamericanas. El “padre del aula” impondría con más fuerza su matriz “civilizadora” de “hacha y tiza”contra la “barbarie autóctona”, y elogiaría que fueran mujeres las contratadas, porque cobraban menores sueldos. Las particularidades de nuestro continente no fueron vistas como atraso por Rodríguez, sino como ventaja fundamental ante una Europa enmarcada por “el horroroso cuadro de su miseria y de sus vicios — resaltando en un fondo de ignorancia” que él mismo había conocido. Caracterizó que “la grande obra de Europa se ha hecho sin plan, se ha fabricado a retazos- y las mejoras se han ido amontonando, no disponiendo”(105) y denunció que “la sabiduría de Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son dos enemigos de la libertad de pensar en América”(106). Y con su frase más difundida nos dejó planteado nuestro desafío central: “La América española es original, originales han de ser sus instituciones y su gobierno, y originales sus medios de fundar uno y otro. O inventamos, o erramos.”, y asentando las bases del pensamiento autónomo latinoamericano.
Los ensayos pedagógicos de Rodríguez no proponían formar individuos, ciudadanos, “Emilios” roussonianos, sino “educar pueblos que se erijan en naciones (…) la instrucción debe ser nacional” (107). Superando al pensamiento liberal y europeo más avanzado, el venezolano veía al sujeto como ser social, no individual: “Nada importa tanto como el tener Pueblo: formarlo debe ser la única ocupación de los que se apersonan por la causa social”(108) La carencia de recursos y de maestros opuestos a la formación colonial fueron problemas que Rodríguez no pudo resolver. En esas condiciones implementó localmente la escuela-taller, uniendo educación y trabajo para conformar incipientes centros de desarrollo endógeno. La enseñanza era bilingüe, siendo el quichua la segunda lengua. El acercamiento a lo originario reconocía esta importante presencia y es visto en términos actuales como la construcción de una nueva gramática para afianzar la identidad de nuestros pueblos. En una de sus pensamientos más citados, Bolívar afirmaba que “Moral y luces son los polos de una República, moral y luces son nuestras primeras necesidades”, aunque la realidad de la guerra le impidió concretar materialmente el proyecto rodriguista para transformar radicalmente el plan de enseñanza del país. En esas condiciones implementaría el método lancasteriano, muy criticado por Rodríguez, aunque esas diferencias no dañaron en nada la mutua amistad: "En Usted tengo un amigo físico, porque ambos somos inquietos, activos e infatigables. Mental, porque nos gobiernan las mismas ideas. Moral, porque nuestros humores, sentidos e ideas dirigen nuestras acciones al mismo fin... Que Usted haya abrazado una profesión y yo otra, hace una diferencia de ejercicio... no de obra"(109) La Patria Grande era el gran proyecto al que se entregaron ambos venezolanos; el Libertador, preocupado por conformar la organización política que consolide la independencia, y el pedagogo, abocado a la formación de una conciencia popular amante de la libertad.
(102) Rodríguez, Simón, “Obras Completas”, Caracas, Ediciones del Congreso de la República de Venezuela, 1988. Tomo II, pág 517. Citado por Carla Wainstock, “Enseñar y conocer Nuestra América”, 2010. http://bicentenariodelapatriagrande.blogspot.com/2010/06/ensenar-y-conocer-nuestra-america-por.html
(103) Rodríguez, ob. cit., Tomo II, pág 286. En Wainstock, art. cit.
(105) Rodríguez, Tomo II, pág. 110. En Wainstock, art. cit.
(106) Rodríguez, Tomo II pág. 133. En Wainstock, art. cit.
(107) Rodríguez, Tomo I, pág. 108. En Wainstock, art. cit.
(108) Rodríguez, ob. cit., Tomo I pág. 283. En Wainstock, art. cit.
(109) Rodríguez, Simón; Carta a Bolívar, Oruro, 30 de septiembre de 1827.
"Alerta, alerta, alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina" (cántico popular)
San Martín había iniciado la campaña continental desde el Sur del continente cuando los realistas controlaban todos los virreinatos, exceptuando Buenos Aires. Pero en Perú no contaba con el apoyo de la elite limeña, menos aún de la porteña, y no podía vencerlos definitivamente; aún estando fuertemente divididas las fuerzas españolas entre liberales y monarquistas(110), y sin poder recibir refuerzos desde la metrópoli. En el abrazo de los Libertadores en Guayaquil en 1822, quedó en claro que el venezolano Bolívar era el más fortalecido de ambos para terminar la gesta emancipatoria. Otro criollo venezolano, el Mariscal Antonio José de Sucre, triunfó en Ayacucho el 9 de diciembre de 1824, cerrando el movimiento de tenazas que cortó las cadenas de la dominación española. Los realistas que se refugiarían en el Callao hasta 1825 no tenían fuerza para encarar ninguna reacción. Tras el resonante triunfo nuestroamericano, en Buenos Aires "sacaron en procesión el retrato de Bolívar por las calles con hachas encendidas en noche de pampero. Volcán de fiestas y alegría en la ciudad un mes. Tuve que tirar un decreto para reglamentar el delirio"(111) escribió Las Heras, gobernador porteño en aquel entonces. Pero no todos compartían la algarabía. "Hay personas de alto rango que han recibido la gloriosa noticia con reacciones equívocas, consternados por el anuncio de los patriotas de una próxima visita del gran regenerador (en referencia a Simón Bolívar), único que sería capaz de cambiar aquí la opinión pública."(112) Meses antes, los rivadavianos no habían logrado matar a San Martín, pero si forzaron su exilio; ostracismo que hubiera sido sólo momentáneo si la "espada sin cabeza" no hubiese fusilado a Manuel Dorrego en 1828. Vale destacar que en su casa en Europa, el "Padre de la Patria" tuvo en la pared de su dormitorio un retrato de Simón Bolívar, conservando incluso dos más, uno de ellos pintado por su propia hija Merceditas. La novela mitrista sobre un supuesto rechazo hacia el venezolano, en realidad ocultaba una sincera admiración. O masoquismo, como bromeara Galasso, agregando de hecho otra zoncera a un listado en permanente construcción y que no para de crecer.(113)
(110) En España, el Pronunciamineto de Riego abrió el Trienio Liberal en 1820. Fue aplastado sanguinariamente en 1823 por "los Cien Mil hijos de San Luis", tropas francesas solicitadas por el rey ibérico para imponer su trono y la Restauración absolutista.
(111) Abelardo Ramos, art. cit.
(112) Carta de John Murray Forbes, consúl norteamericano en Buenos Aires, a su secretario de Estado, Adams. Citada por Arturo Jauretche, "Manual de zonceras argetinas", 1968. Edición digital, 2008. http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Jauretche/ManualZonceras.htm#_ednref10
(113) Galasso, ob. cit., pág. 436 y 437.
La lucha era y es por la Patria Grande
Las burguesías comerciales locales apoyaron la gesta emancipatoria sólo hasta lograr una independencia que les garantizó sumar el control político al económico. ¿Cual fue la debilidad del proceso emancipador que les permitió a estos sectores secuestrar la soberanía que los pueblos habían ganado por las armas? El único caso antagonista que nos da la historia es Haití, donde el colonizador era francés y casi 9 de cada 10 habitantes eran afrodescendientes. Ese proceso involucró a la gran mayoría de las clases subalternas de un mismo lado, llegando los propios ex-esclavos a dirigir la revolución tras descabezar a los sectores propietarios esclavistas. En el resto de América las condiciones fueron distintas. Fueron los hijos de españoles, que carecían de las prerrogativas de aquellos por el sistema de castas, quienes lideraron los procesos de cambio. Las propias logias a las que adscribían los patriotas manejaban la cosa pública en mesas chicas, y eran más permeables a los intereses de otros criollos. Si bien los revolucionarios abolieron la esclavitud, la encomienda y otras formas de sumisión real, no establecieron mecanismos que posibilitaran el acceso de los sectores populares al poder. Citando a Mariátegui, como “no representaron el advenimiento de una nueva clase dirigente todas esas disposiciones quedaron sólo escritas”.(114) En este escenario, los originarios no se pasaron masivamente del lado patriota, quizá porque veían al conflicto más como una disputa entre criollos y españoles, y de esta forma seguirían marginados del poder. Asimismo, otros se alinearon del lado realista, influyendo mucho en esta decisión las íntimas relaciones entre nobleza española e indígena, nunca descuidada por la colonia, y los más de tres siglos de adoctrinamiento católico. En aquella correlación de fuerzas, pesaron más las elites, que contaban con el poder económico y con el apoyo de la potencia inglesa.
Los sectores portuarios atados a la economía exportadora se encargaron de combatir el proyecto integrador, que era sostenido por todos los patriotas revolucionarios de entonces, aún más allá de los matices que de cada uno respecto al ordenamiento interno. Allí encontramos al Precursor Miranda, San Martín, Bolívar, Simón Rodríguez, Artigas, entre los más destacados de los que hemos mencionado. Era el espíritu de época, la concreción política de una nueva sociedad. Tanto es asi que nuestro Himno Nacional lo hizo música, cantándole a la lucha e integración latinoamericana. Su letra reivindicaba lo originario en la figura del inca, y no sólo mencionaba a otras partes del Virreinato como la Banda Oriental y las ciudades altoperuanas de Potosí, Cochabamba y La Paz, sino también a capitales revolucionarias tan distantes como Méjico, Quito y Caracas. También la declaración de nuestra Independencia levanta esa bandera, se hace en nombre de las Provincias Unidas en Sud América. En la misma sintonía, desde Venezuela Bolívar escribía: “Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mundo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse, mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen a la América. ¡Qué bello sería que el istmo de Panamá fuera para nosotros lo que el Corintio para los griegos!” (115)
Un Bolívar derrotado en 1815 se planteaba en esa misma Carta de Jamaica que “no somos indios, ni europeos, sino una especie mezcla entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles”, y 4 años después resolvía la disyuntiva: “Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y de América que una emanación de la Europa (…) Unidad, unidad, unidad debe ser nuestra divisa. La sangre de nuestros ciudadanos es diferente, mezclémosla para unirla.” (116) La búsqueda de conformar esa unidad fraterna era una constante en el Libertador venezolano, tanto para nuestros pueblos en sí como también para la relación entre ellos. Es allí donde cobra toda su fuerza la propuesta nuestro-americana de la Patria Grande, superadora de los dos momentos previos que hubo en el continente. El ordenamiento originario fue el de una Abya Yala fragmentada en diversos territorios y culturas, donde algunas eran dominantes y otras dominadas, y existía una latente o manifiesta conflictividad entre ellas. Aprovechadas al máximo por el conquistador, le sobrevino la colonia, que impuso una unidad a sangre y fuego, sometiendo a las mayorías indígenas, negras, mestizas. La Patria Grande por la que lucharon los revolucionarios reconoce y sintetiza ese origen, lengua y costumbres comunes desde el lugar del oprimido. Por eso Nuestra América es tierra de Libertadores, en total oposición a una Europa y a una Norteamérica conquistadoras, que la hostigaron y continúan haciéndolo, como en todas las regiones del mundo sometidas a los imperialismos. Simón Rodríguez educaba pensando en el pueblo, en el conjunto social. De la misma forma, Bolívar veía al continente no como la suma algebraica de patrias chicas aisladas e inconexas, sino como un todo organizado en una gran Confederación. En el viejo continente, las potencias eran coherentes con su liberalismo, compitiendo individualmente para ampliar sus dominios. Jamás concibieron esos planteos tan avanzados. Mientras que en Nuestra América se luchaba por la emancipación, en Europa triunfaba la Restauración Absolutista. A fines del S. XIX se repartirían el África en porciones, décadas después desatarían las guerras más monstruosas que conoció la historia humana. Y recién a fines del S. XX conformarían la Unión Europea, un espacio jurídico-económico entre países diferentes en sus orígenes, costumbres y lenguas, muchos de los cuales desde allí refuerzan su injerencia imperialista y tantos otros aún en pleno S. XXI siguen manteniendo sus monarquías, aunque más no sea simbólicamente.
(114) Mariátegui, José Carlos; “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana”, Lima, Edit. Amauta, 1973. pág 46. http://www.yachay.com.pe/especiales/7ensayos/
(115) Bolívar, Simón; Carta de Jamaica, Kingston, 6 de septiembre de 1815. http://www.analitica.com/bitblio/bolivar/jamaica.asp
(116) Bolívar, Simón; Discurso de Angostura, 15 de febrero de 1819. En ob. cit. Pág 67.
@julianlautaro
NOTA: El conocimiento es un capital socialmente producido. Al reproducir la data, citando la fuente no sólo le damos solidez a lo escrito, sino que, como decía Rodolfo Walsh, evitamos que nuestras clases dominantes borren nuestra historia, doctrina, héroes y mártires. De no hacerlo, “cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.”
muy linda página !!!
ResponderEliminarte felicito