miércoles, 2 de septiembre de 2009

Raftin en San Gil, y cañón de Chicamocha.

El 17 de julio "salimos temprano para evitar los congestionamientos", nos cuenta el señor, mientras sigo medio dormido, en piloto automático y no soy parte de las conversas. Al preguntarle al responsable del hostal sobre el generoso matrimonio, nos habló bien y nos recomendó que aprovecháramos el ofrecimiento de llevarnos con su carro. La señora le relata a Lau la historia de sus hijas, destaca el sacrificio que tuvieron que hacer para poder darle educación privada, y asi "abrirle las puertas a un buen empleo". Actualmente, viven a miles de km de distancia, en Europa, donde han formado familia. Ellos, siguen en Colombia y las ven cada tanto, aunque su madre no puede dejar de hablar de ellas.

En el hostal, se había quedado un "desplazado" como huesped, miembro de una agrupación que se dedica a difundir la política persecutoria y represiva del gobierno colombiano, especialmente contra las comunidades de campesinos. El drama de los "desplazados" es consecuencia del accionar paramilitar, ganan enormes extensiones de tierra para los hacendados sembrando el terror. Sobre esto hay bastante data, numerosos medios alternativos y populares en la red denuncian hasta el uso sistemático de motosierras para torturar y matar aldeanos delante de sus propias comunidades. La pareja mayor se mostraba algo incómoda con estos temas, y durante el viaje confirman su desacuerdo con aquellas afirmaciones. Se limitan a reproducir el discurso oficial de la "seguridad democrática", porque dicen "ver" beneficios. Aunque nunca les pidieron ni sacaron nada, "se sienten tranquilos" porque los guerrilleros ya no los paran más al transitar por la ruta. Sólo el ejército detiene su carro para eventuales requisas, como la que nos tocará más adelante.

Promediando el camino, y ante mi pedido, nos desviamos para pasar donde en agosto de 1809 se libró batalla de Boyacá, cuando un pueblo hecho ejército anticolonialista culminó la Campaña Libertadora de la Nueva Granada con una histórica victoria contra los realistas. Dirigida por Bolívar, fue una de las batallas más importantes de la guerra de independencia de nuestra Patria Grande. En el sitio, un uniformado preparado para ese rol hace de guía turístico ante algunos visitantes, paseándolos por una réplica del puente original, una llama votiva, y otros monumentos. El señor me reconoce que nunca habían estado allí. Ya retomando el viaje, ese parada imprevista provoca una crítica sutil de la mujer colombiana.

Sobre cuestiones políticas no emitimos opiniones, pero mi mente sigue dándole vueltas al asunto. Lo relaciono con otra definición de Uribe que me dieron tiempo atrás, "es un culebrero". Ese tipo de personajes entradores, que visitan las poblaciones y tienen una medicina para cualquier mal. Si a eso le suman su forma de hablar y de vestirse con camisa y sombrero tradicionales, a quienes no quieren ver problemas ni otras realidades, les cierra. Dicho de otra forma, si cuando viste Matrix (la primera) elegiste la pastillita azul, sos un uribista en potencia. Otro dato de peso es que, cuando fue reelegido, (ningún medio criticó esa reelección, muy diferente su conducta cuando se trata del presidente venezolano), una parte importante de su caudal de sus votos, especialmente en las comunidades campesinas o pequeñas poblaciones, se obtuvo a punta del fusil "paraco". El salto cuantitativo de cargos que quedaron en manos de agrupaciones politicas "para" fue muy grande entonces, afianzando los nexos con el uribismo.

Faltando poco para llegar a destino, pasadas las 13:00, almorzamos en un puesto a la vera de la ruta. Hay poca gente en el lugar, los perros rondan nuestra mesa pidiendo algún resto con los ojos. Entre sobrebarrigas y refajos (cerveza + refresco) con los que devolvemos gentilezas , recargamos energías. Al llegar a San Gil, pasadas las 15:00, el buen hombre nos deja frente al local de raftin, no tenemos chance de hacer otra actividad y estamos a tiempo de una incursión fluvial, asi que pagamos 25.000 colombianos, dejamos las mochilas en el local, con vestuarios atrás, y subimos a una combi que nos lleva río arriba. En la orilla, nos orientan sobre como sentarnos y mover los remos, nos toca viajar junto a un holandés grandote y su hijo parlanchín.

El río, de dificultad 3 cuando está crecido, ahora esta en nivel 1, muy tranquilo. En las zonas donde la guía nos avisaba, todos nos lanzábamos al agua, menos Lau inicialmente. De los árboles cuelga una vegetación que "sólo vive donde el aire es puro", nos cuenta la "voz de mando" de la embarcación. Entre remadas hacia adelante y atrás para avanzar o enderezar el gomón, vamos avanzando. Al aproximarnos a los rápidos, las pulsaciones se aceleran, los brazos se tensan remando con mas fuerza, las gargantas gritan, es mucha la emoción. Pasados esos intensos segundos, juntamos los remos en el aire celebrando el cruce sin caídos al agua. Sensaciones contrastantes nos embargan, el relax total en las partes donde flotamos mansamente sobre el agua y la exitación absoluta de los rápidos. Es una experiencia muy gratificante.

Estamos fundidos y felices, al día siguiente nos levantamos tarde, pero no tanto como para perdernos de conocer el cañón de Chicamocha. Después de una hora de viaje aprox., llegamos al complejo turístico donde quieren hacer una de las montañas rusas mas grandes del mundo. La vista inicial es espectacular, y opaca al recorrido en teleférico, que atraviesa otras laderas.

Otro atractivo que impresiona es artístico, el monumento a la Revolución de los Comuneros, espectacular. Construido sobre una plataforma de hormigón armado hecha a imagen y semejanza de una hoja de tabaco, representa una enorme explosión metafórica en el centro de ésta, a la izquierda a un monje que ayudó al pueblo alzado y a la derecha al obispo que lo traicionó. La expresión de las figuras es elocuente, toda la bronca acumulada contra las autoridades coloniales estalla en sus rostros como en aquel marzo de 1781. El diseño permite recorrer la magnífica obra escultórica "desde dentro"; y el estar a la par de las figuras le agrega otro atractivo, cada uno de los visitantes interactúa a su manera al lado de los revolucionarios.

Cae la tarde y el cielo encapotado anuncia tempestad. Regresamos en bus bajo la lluvia a buscar nuestras mochilas y partir con destino a Bucaramanga. Desde San Gil, demoramos algo más de 2 horas en una combi que nos deja en la terminal. Aprovechamos la noche para descontar kilómetros camino a la República Bolivariana. Cúcuta nos ve llegar al amanecer. Todo permanece cerrado a esas horas en la importante ciudad fronteriza. Sellamos los pasaportes y taxi mediante, entramos a Venezuela.

martes, 1 de septiembre de 2009

Bogotá, entre Gaitán, La Candelaria y la Copa Libertadores.

En la mañana del 15 de julio llegamos a la capital colombiana, nos quedamos en un hostal recomendado por una amiga que conocí durante mi viaje anterior. El lugar es económico y agradable. Contamos con acceso gratuito a todos los electrodomésticos, internet incluída mientras se logre captar señal. Otros huéspedes, que estan en la sala, nos preguntan por algunas de nuestras recientes avnturas. Un matrimonio mayor se ofrece a llevarnos hasta Bucaramanga en su regreso. Al peguntar por la casa museo de Gaitán, nadie sabe donde queda, internet resolvió el problema. Acto seguido nos recomiendan sitios turísticos para conocer.

Después del mediodia, visitamos la casa donde vivió el comprometido y consecuente abogado. Una simpática guía (que acepta gustosa tomarse una foto para el audiovisual) nos cuenta parte de la vida del caudillo. Mientras recorremos las habitaciones, casi intactas desde entonces, surgen detalles que marcan el buen pasar que tenía la familia Gaitán. Dentro del museo, que es gestionado por la Universidad, nos sorprende encontrar la puerta y parte de la fachada original del edificio donde fue asesinado el .

La visita continúa en el importante complejo construído por un reconocido arquitecto colombiano. Para hacerlo expropiaron casas y terrenos aledaños. Esta edificación, que aún no fue terminada, resalta la oratoria del "tribuno del pueblo" con espacios propicios para ejercer el arte discursivo. Arquitectónicamente no combina en absoluto con la casa, la idea original del profesional era demolerla. En el medio del complejo, los restos de Gaitán estan "sembrados", de pie, en medio de un jardín florido, y rodeado por dos de sus discursos históricos en las paredes, en uno de ellos, la "oración por la paz", advertía meses antes de que lo mataran, que el pueblo «podría reaccionar bajo el estímulo de la legítima defensa".

Detrás de la casa finaliza la recorrida. En un vagon de tren que funciona como pequeña sala de cine, vemos en videos al "Jefe" arengando incansablemente contra las oligarquías conservadoras y liberales, también imágenes que grafican la dureza del Bogotazo. Su magnicidio desató una volcánica explosión popular cuyos ecos aún resuenan. Sin conprender las luchas que personificaba "la voz de los sin voz", es imposible vislumbrar el presente colombiano y la permanencia de su conflicto interno.

Camino a la plaza Bolívar, abordamos el "Transmilenio", o "transmiseria" como le dicen muchos. Nos sorprende una calcomania pegada repetidas veces en el interior del transporte, indicando que se prohíbe el ingreso con armas de fuego a la unidad. Por la carrera 7ª legamos a la plaza principal de la ciudad, una amplia explanada de ladrillos y cemento donde no hay espacios verdes disponibles ni siquiera para que crezca un musgo. Las palomas son las dueñas del lugar. Enmarcada por importantes edificios como el Palacio de Nariño, el Palacio de Justicia, la Casa del Florero y la catedral. En el medio, una estatua del Libertador, con pintadas rebeldes en su parte baja, es la única figura que rompe con la planicie de la plaza seca.

Desde allí, entramos caminando a La Candelaria, pintoresca y tradicional zona bogotana. El Chorro del Quevedo (siguiente foto) es paso obligado, entre calles pequeñas, se suceden pequeños bares y tiendas de ropa. La atmósfera bohemia y unas cervecitas relajan nuestras mentes, en un sitio donde hasta un pez disecado, un viejo baúl y velas a medio usar son elementos decorativos. Al salir, el latir de tambores vibrando en nuestro pecho nos llama y hacia alla vamos. El repiqueteo surge desde una pequeña iglesia. Estan finalizando una ceremonia como parte de las fiestas de la afrocolombianidad.


A esa hora, se acerca el partido de vuelta por la final de la Copa Libertadores. Uno quiere que ganen los liderados por la Brujita Verón por que es un equipo argentino enfrentando a los brazucas, y también porque, si bien Estudiantes es importante en su ciudad, entra en la categoría de los denominados chicos. Solidaridad de clase diría algún marxista. Terminada la primera mitad 0 a 0, el complemento lo veo en una licorería, donde se suman al aliento pincha el dueño del local y su pequeño hijo. Después del azaroso gol brasilero, algunos jóvenes bogotanos se acercan a seguir las peripecias del juego. No les gusta cuando grito el rápido empate de Estudiantes, y ni que hablar cuando dan vuelta el marcador poniéndose 2 a 1. "Ni el tiro del final les va a salir "a los jugadores del Cruzeiro, y arrancan un coro de lamentos con tonada colombiana cuando , muy cerca del final, estrellan un furibundo remate en el travesaño. Termina el partido, es tarde y nos volvemos al hostal. Me alegra, y más desde acá, el triunfo contra los "mais grandes do mundo" en su propia casa, a pesar de los comentarios chicaneros, con saña y mucha mala leche en los que parece ahogarse Fernando miembro, haciendo directa alusión al globito de Cappa que con su buen juego deslumbró a muchos y no logró salir campeón, por "errores" arbitrales.

Al día siguiente nos levantamos pasado el mediodía, los otros huéspedes, en el espacio común del hostal, siguen con suma antención el "Codigo Da vinci". Entre internet, lavado de ropa, bajada de fotos a cd y conversas varias se nos va la tarde. A la noche salimos a tomar algo por una vacía ciudad. Los sitios estan abiertos pero con poca gente, nos volvemos temprano. Al despuntar la mañana, cargamos las mochilas en el carro de los generosos abuelos y salimos camino a San Gil.