Breve introducción:
A principios de 2010, plena época bicentenaria en Nuestra América, buscaba aproximarme más a las relaciones entre las luchas independentistas al Sur del continente y los pueblos originarios. A 200 años de la Revolución de Mayo, recorriendo un camino no muy transitado, el objetivo era indagar que conexiones hubo entre este proceso fundamental en nuestra historia y las mayorías indígenas subalternas. Así me sumaba a la convocatoria pública lanzada por el historiador Osvaldo Bayer y el artista plástico Andrés Zerneri, que volvían a unir arte y política en la construcción popular y colectiva del monumento a los pueblos indígenas, en la figura de una mujer originaria.
El ensayo está dividido en tres partes, “La conquista de Abya Yala” reseña las primeras formas de colonización de una Europa absolutista y su brutal impacto social, la “convivencia tutelada” entre opresores y oprimidos, como también las resistencias de las civilizaciones sometidas de nuestro continente; “Vientos de cambio en la Patria Grande” hace referencia al proceso independentista, que se deriva de la lucha revolucionaria contra un sistema despótico, y como nuestros próceres buscaron en todo momento aliarse con las mayorías originarias, las legítimas dueñas de la tierra; la última parte “Sur, división y después…” toca la problemática de una independencia inconclusa que, en medio de un capitalismo dominante y mientras se debaten distintos formatos de integración regional, aún mantiene sin resolver “el problema del indio”.
Enriqueciendo este ensayo con el pensamiento critico y la praxis propositiva y militante de grandes patriotas revolucionarios e intelectuales del pueblo trabajador nuestro-americano que conforman la bibliografía de Teoría Social Latinoamericana, Cátedra Alcira Argumedo, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, presenté su versión actual como material de evaluación para esa instancia, cursada en el segundo cuatrimestre de 2010 y promocionada en febrero de 2011.
El ensayo está dividido en tres partes, “La conquista de Abya Yala” reseña las primeras formas de colonización de una Europa absolutista y su brutal impacto social, la “convivencia tutelada” entre opresores y oprimidos, como también las resistencias de las civilizaciones sometidas de nuestro continente; “Vientos de cambio en la Patria Grande” hace referencia al proceso independentista, que se deriva de la lucha revolucionaria contra un sistema despótico, y como nuestros próceres buscaron en todo momento aliarse con las mayorías originarias, las legítimas dueñas de la tierra; la última parte “Sur, división y después…” toca la problemática de una independencia inconclusa que, en medio de un capitalismo dominante y mientras se debaten distintos formatos de integración regional, aún mantiene sin resolver “el problema del indio”.
Enriqueciendo este ensayo con el pensamiento critico y la praxis propositiva y militante de grandes patriotas revolucionarios e intelectuales del pueblo trabajador nuestro-americano que conforman la bibliografía de Teoría Social Latinoamericana, Cátedra Alcira Argumedo, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, presenté su versión actual como material de evaluación para esa instancia, cursada en el segundo cuatrimestre de 2010 y promocionada en febrero de 2011.
28 de abril de 2011
INVASIÓN Y CONQUISTA DE ABYA YALA (1)
"... y si hubiese quien lo sacase, hay oro y plata que sacar para siempre jamás; porque en las sierras y en los llanos y en los ríos, y por todas partes que caven y busquen, hallarán plata y oro. Sin esto, hay gran cantidad de cobre y mayor de hierro por los secadales y cabezadas de las sierras que abajan a los llanos. En fin, se halla plomo, y de todos los metales que Dios crió es bien proveído este reino; y a mí paréceme que mientras hubiere hombres, no dejará de haberse gran riqueza en él; y tanta ha sido la que de él se ha sacado que ha encarecido a España de tal manera cual nunca los hombres pensaron".
Pedro Cieza de León,
"Crónica de la conquista del Perú", 1553 (2)
"Crónica de la conquista del Perú", 1553 (2)
1492: Ni encuentro ni choque de culturas, cruel imposición
Carabelas y cañones, pestes y aceros, caballos y carretas, perros de caza, biblias e inquisidores. Tal el inédito el arsenal "cultural" de los conquistadores al irrumpir con su voracidad en Abya Yala. Españoles principalmente, junto a portugueses, franceses, ingleses, holandeses, regaron un continente rebozante de vida con destrucción, saqueos, esclavitud, miserias, torturas, masacres. Milenios atrás, diversas migraciones provenientes de otros continentes habían comenzado a poblar el nuestro(3). Estas primeras corrientes migratorias fueron dando vida a distintas culturas que actualmente denominamos como originarias. Algunas cazadoras recolectoras, otras mucho más desarrolladas, durante su también conflictivo devenir histórico, resolvieron problemas sociales que en Europa diezmaban a los humildes. En Abya Yala no existía el hambre. Las imposición de algunas civilizaciones nativas sobre otras, como también divisiones internas tal el caso de los incas, facilitaron la conquista. Usurpadas las tierras, sepultados templos y dioses, silenciados idiomas, músicas y bailes, ahogadas en sangre y fuego las rebeliones contra el nuevo orden, Europa sometió a América bajo una opresión total.
(1) nombre dado al continente americano por la etnia kuna de Panamá y Colombia antes de la conquista europea. Diferentes etnias originarias mantienen su uso para referirse al continente. Significa "tierra madura", "tierra viva" o "tierra en florecimiento".
(2) Colección "Historiadores primitivos de Indias". Ed. Rivadeneyra. Madrid. 1862. Tomo II, pág 453. Edicion electrónica Google Libros.
(3) La comunidad científica discute aún hoy en que momento se produjo la llegada del hombre al continente, y desde que parte del mundo. Hay distintas teorías, que hablan de poblamientos tempranos o tardíos, provenientes de Siberia o Mongolia.
La civilización de la barbarie iniciaba la globalización
Encomiendas y tributos era los nombres que tomaba la esclavitud, ama y señora en el dominante sistema colonial. La brutal explotación de los nativos en la extracción de las cuantiosas riquezas naturales nuestroamericanas hicieron posible la primaria acumulación de capital en el Viejo Mundo. Aquellos enormes recursos motorizaron la modernidad, que avanzaba a todo vapor con la revolución industrial. Sobre la magnitud del saqueo, y basándose en exclusividad en las transferencias documentadas, "solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América"(4). Galeano también citaba esas cifras, cortas; no incluyen el cuantioso contrabando.(5) El Potosí es símbolo de ese yugo, con sus entrañas vacías de plata y llenas de espanto. Millones de mitayos, nativos esclavizados y sometidos a la extracción minera, fueron devorados por el sistema insaciable de la mita colonial. Mientras la España medieval veía pasar las riquezas que sostenían parasitarias noblezas y guerras santas, sus vecinos las recibían para financiar su desarrollo industrial. En la crisis terminal del sistema feudal, el capitalismo nacía pujante en Europa derramando toneladas de sangre americana y africana. Así se transformó en centro, así nos transformó en periferia.
(4) Luis Britto García, “Guaicaipuro Cuauhtémoc cobra la deuda a Europa”, diario "El Nacional”, Caracas, 18 de octubre de 1990. Esta archidifundida nota fue retomada incluso más de 10 años después de su publicación, presentando al hecho como verídico, fechado generalmente el 8 de febrero de 2002. Incluso la web "El Historiador" de Felipe Pigna la menciona (hasta la fecha del 26 de agosto de 2010 inclusive) como una "exposición atribuida al Cacique Guaicaipuro Cuatémoc ante la reunión de Jefes de Estado de la Comunidad Europea", en "La verdadera deuda externa".
(5) Eduardo Galeano, "Las venas abiertas de América Latina, Bs. As. Catálogos, 2004 (1ª edición 1984), pág. 40.
Siglos de dantescos holocaustos silenciados
No hay antecedentes de tamaña aniquilación en la historia. La conquista se ejecutó con los mismos métodos, magnificados, que ordenaron los Reyes Católicos para implementar una "limpieza religiosa" profunda en la península ibérica. Conocida como la "Reconquista", significó la expulsión de los judíos y de los moros, que habitaban el sur del del territorio español desde hace 8 siglos. Ambas finalizaron aquel mismo año de 1492, e invocaron el "espíritu" de las Cruzadas contra el Imperio Otomano. La implantación de una monarquía católica universal alineó a los primos Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, que recibieron la bendición papal para casarse tras poner todo nuevo descubrimiento al servicio de Dios. De esta forma, en Abya Yala se cometieron "los actos más horrorosos de un frenesí sanguinario, (...) nada ahorran los españoles con tal que logren someter a los que han tenido la desgracia de nacer en este suelo"(6), escribió un indignado Bolívar. A la inhumana explotación y masacres, se le sumaron las pestes, la mayor causa de mortandad. El suicidio colectivo fue decisión extrema para escapar a tamaña opresión. Las tasas de natalidad bajaron, las parejas no deseaban traer hijos a sufrir el horror colonial. "Los indios de las Américas sumaban no menos de 70 millones, y quizá más, cuando los conquistadores extranjeros aparecieron en el horizonte; un siglo y medio después se habían reducido, en total, a sólo 3 millones y medio."(7) La altísima mortalidad de los pueblos sometidos abrió las puertas coloniales a la trata de esclavos. También de manera atroz y fría, con el “triángulo negrero”(8) de por medio, África perdió a más de 100 millones de sus hij@s entre los siglos XV y XIX, según algunos investigadores. Se estima que por cada persona secuestrada y comercializada como esclavo, otras cuatro o cinco morían resistiendo en su continente, en el camino o en alta mar.(9)
(6) Simón Bolívar, "Carta de Jamaica", 6 de septiembre de 1815. En Simón Bolívar," Escritos fundamentales" , Caracas: Monte Ávila, 1998. Edición digital en Analítica.
(7) Darcy Ribero, "Las Américas y la civilización, tomo I: La civilización occidental y nosotros. Los pueblos testimonio. Buenos Aires, 1969. Mencionada por Eduardo Galeano, ob.cit. , pág. 59
(8) Al igual que en América, las luchas internas fueron aprovechadas por las potencias coloniales para dominar. Los negreros europeos compraban con "espejitos de colores" los prisioneros de reyezuelos africanos, la venta de esclavos en nuestro continente la cobraban en metales y materias primas, muy cotizadas en la insaciable Europa. Los comerciantes del espanto hacían su "negocio" en las tres costas.
(9) Trinidad Tuttolomondo, "Pasado y presente de la esclavitud africana", Observatorio de Conflictos, Argentina.
Racismo, otro pilar del poder colonial
Desde el inicio, el conquistador-civilizador consideró a la población originaria como bárbara, "inculta e inhumana", de la misma forma que caracterizó a los musulmanes durante las prolongadas guerras religiosas en el viejo mundo. Aristotélicamente, al ser siervos por naturaleza sólo quedaban las opciones de subyugarlos o exterminarlos. Era la justificación de dominación y aniquilación sistemática llevada adelante por los Cortez y los Pizarro. Otra mirada, de influencia romana, apuntaba a lograr la integración de las vastas mayorías al nuevo orden que se imponía, agregando instrucción a la coacción a fin de que aquellas comprendieran las leyes del nuevo sistema. En esta línea, en 1542 se dictaron las "Reglamentaciones de protección al indígena", declarándolos súbditos de Castilla, aunque imponiéndoles la "condición de minoridad", e inventando la figura del encomendero, el responsable de “tutelarlos”, en teoría. En la práctica, esas preocupaciones “humanitaristas” de la metrópoli se evaporaban. El encomendero era el dueño de la vida y la muerte de los indígenas a su cargo, y de las riquezas que generaban sometidos a una esclavitud no reconocida como tal.
Avanzada la colonización, durante el S. XVII, el yugo imperial impuso en su "Nuevo Mundo" un sistema de castas cerrado y hereditario, basado en la "limpieza de sangre". En nuestro continente, de las impunes violaciones de los realistas a originarias y africanas nació en un primer momento el "mestizaje". Con el paso del tiempo, la naciente población americana mantenía un crecimiento constante, preocupando a los peninsulares. Ellos, siendo un porcentaje mínimo en la demografía continental, concentraban el control del poder político, y económico, los principales cargos administrativos. Bolívar criticaba que "los americanos en el sistema español que está en vigor, y quizá con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo y, cuando más, el de simples consumidores."(10) Dividiendo a toda la población en castas legales, de acuerdo al grado de "sangre manchada", se otorgaban derechos y obligaciones a perpetuidad, y condicionaban las posibilidades de un ascenso social individual al grado de "blancura" de cada individuo. La base de esa pirámide eran las poblaciones africanas esclavizadas, en la cúspide descansaba el colonizador.
(10) Simón Bolívar, "Carta de Jamaica", 6 de septiembre de 1815. En "Simón Bolívar, Escritos fundamentales" , Caracas, Monte Ávila, 1998. Edición digital en Analítica.
De Malinches y otras yerbas.
Previo a la conquista, muchas comunidades indígenas habían estado dominadas por macroetnias de mayor peso como las azteca, inca, maya o chibcha principalmente. En un primer momento, aquellas etnias sojuzgadas vieron en las armaduras y espadas conquistadoras de los Pizarro y los Cortés el medio para liberarse. La "civilización” descubridora aprovechó cada una de esas ventajas y, tras las victorias militares, se adueñó de los vencidos y de sus antiguos sometidos. En situaciones geopolíticas diferentes, los ibéricos tranzaron individualmente con los jefes locales, reconociendo títulos de curacas y caciques y otorgando ciertos privilegios, como el caso de los mapuche y en algunas partes de la región andina por ejemplo. Sobre estos procesos de conquista cultural, escribió Sartre: “La élite europea se dedicó a fabricar una élite indígena; se seleccionaron adolescentes, se les marcó en la frente, con hierro candente, los principios de la cultura occidental, se les introdujeron en la boca mordazas sonoras, grandes palabras pastosas que se adherían a los dientes; tras una breve estancia en la metrópoli se les regresaba a su país, falsificados.”(11) A cambio, la nobleza indígena apoyaba el mantenimiento del orden colonial regenteando las repúblicas de indios, como intermediaria entre la elite blanca y dominante y las mayorías dominadas de su propia etnia. En esa dinámica, las autoridades nativas y sus representantes viajaban a la Corte Real, reclamando por movilidad social y mayor justicia. Algunos sostienen que solicitaban los nuevos símbolos de honor coloniales para beneficio propio y para legitimarse ante la nobleza ibérica; otros, plantean que el obtenerlos parecía condición de posibilidad de mayor autonomía étnica si se lograban extender a la "república de indios".(12)
(11) Jean Paul Sartre, prefacio a “Los condenados de la Tierra” de Franz Fanon, Último Recurso, Rosario, 2006. pág. 5. Edición electrónica.
(12) Alcira Dueñas, "Fronteras culturales difusas: autonomía étnica e identidad en textos andinos del siglo XVII", Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos, Ministère des Affaires Étrangères et Européennes, Vol. 37, Núm. 1, 2008, pp. 187-197. La autora amplía detallando que "reclamaban varias formas de mercedes (recompensas por «buenos servicios» al Rey) desde escudos de armas, membresía en órdenes caballerescas, derecho a portar armas y servir en la milicia, hasta nombramientos en el servicio civil y eclesiástico, ingreso al sacerdocio, y acceso a establecimientos de educación."
República de indios, autonomía tutelada
La discriminación y la necesidad de garantizar la gobernabilidad se dieron la mano en un esquema de doble jurisdicción. Los textos de la segunda mitad del S. XVI dan cuenta de dos comunidades políticas diferenciadas, denominadas "repúblicas", la de españoles y la de indios(13), sobre la que pesaba una restrictiva legislación que los marginaba de toda actividad política. Unos mandaban, los otros trabajaban. La separación entre ambas comunidades era jurídica, económica, social y geográfica. En el terreno, se concretaba con desplazamientos forzados para implementar los denominados "pueblos de indios" o en ciudades ya existentes. Denominadas como “congregaciones”, el corregidor de indios era la autoridad superior en ellas; el cura doctrinero era el representante español de residencia permamente; el cacique y el cabildo indígena, sus colaboradores. El sistema, excluyente de afros y mestizos, ofrecía una cierta autonomía a las poblaciones originarias, reconociendo títulos y beneficios a curacas y caciques locales. Asimismo, en principio, respetaba usos y costumbres nativas mientras no fueran contrarias a la religión católica y las leyes españolas. Sobre esta forma de organización, Boleslao Lewin sostiene que “a pesar de la degradación social de los indios” y “debido a su importancia para ´el buen gobierno´ y el hecho de ser imprescindible su intervención en el manejo administrativo”, gozaron de “ciertas prerrogativas que no sólo lo ubicaban al margen de la casta indígena, sino también de las castas en general, en una peligrosa y ambigua situación intermedia.”(14) Este sistema se mantuvo en vigencia aún cuando las reformas borbónicas del S. XVIII, que buscaban institucionalizar el poder de la autoridad central del rey en los virreinatos frente a un creciente poder autónomo de las autoridades locales, diluyeron los límites entre ambas "repúblicas". Su existencia entró en crisis con el agotamiento del modelo monárquico.
(13) Abelardo Levaggi, "República de Indios y República de Españoles en los Reinos de Indias", Revista de estudios histórico-jurídicos, Valparaíso, 2001.
(14) Boleslao Lewin, “Tupac Amarú”, El Aleph, 1999, pág. 10. Edición electrónica.
La conquista con rostro humano
Apenas iniciaba el S. XVI, la Iglesia Católica otorgó a los reyes españoles todos los diezmos del "Nuevo Mundo" a cambio de que la Corona se hiciera cargo de evangelizar a los indígenas, financiando la construcción de centenares de iglesias y a sus respectivos prelados.(15) Pocas décadas después, era tal la sangría en América que en 1537, otro Papa, sacaba "formalmente" a los indígenas de la animalidad, al considerarlos como hombres, con alma, susceptibles de ser convertidos a la fé(16). El jurista y filósofo aristotélico Ginés de Sepúlveda (1490-1573), defensor oficial de la conquista, colonización y evangelización radical, propugnaba la supresión de los valores indígenas, que eran "justas causas de la guerra". Afirmaba que los indígenas "son tan inferiores a los españoles como los niños a los adultos, las mujeres a los varones, (...) los monos a los hombres. La justa guerra es causa de la justa esclavitud, la cual contraída por el derecho de gentes, lleva consigo la pérdida de la libertad y de los bienes". (17) La pura lógica genocida negaba la existencia humana de los oprimidos con la palabra, y luego de hecho, con su opresión y aniquilación. Los nativos eran tratados como objetos descartables. Así, matar al que se rebelara no era pecado, era un acto divino al acabar con las bestias del demonio. Contra la realidad justificada por ese pensamiento chocó fray Bartolomé de las Casas, eran dos formas antagónicas de concebir la conquista de Abya Yala. El "defensor de los indios" escribió la "Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias" (publicada en 1552), describiendo crudamente los estragos sufridos por millones de inocentes ante la espada y la cruz, y viajó varias veces a la metrópoli para denunciar la brutalidad colonizadora ante las cortes. Conmovido, el fraile dominico alegaba que "los indios preferían ir al infierno para no encontrarse con cristianos"(18). La discusión por definir “si los indios tenían alma o no” duró 14 años.
La metrópoli colonial terminó reconociéndoles esa cualidad humana, y “equilibró” la decisión imponiéndoles una incapacidad relativa o "condición de minoridad", que justificaba la figura de tutores y responsables a cargo de los indígenas. La evangelización encontraba un lugar menos obsceno. En las misiones no todo era trabajo; misas, rezos y confesiones, enseñanza del castellano y temor al Dios "occidental y cristiano" era el aporte de las armas celestiales para lograr una pacífica sumisión de los "infieles". Para quienes mostraban signos de "herejía", léase no comulgar con alguna doctrina católica, los "caminos del Señor" conducían al sistemático terror y barbarie. También a partir del S. XVI, el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición aplicó solemnes juicios seguidos de crueles torturas y hogueras. Las reducidas guarniciones militares descansaban tranquilas por la omnipresencia de la espada, hecha cruz. La colonización de las almas le dio grandes frutos al imperio. La virgen María fue rebautizada con decenas de nombres y ropajes, desplazando a la Madre Tierra de los imaginarios locales. La santería escondió las divinidades africanas bajo las figuras del santoral católico. La religión fue una dimensión de integración, traumática, al nuevo orden social; afros e indígenas sincretizaron la fé impuesta a sus propios panteones politeístas. Pero no fue suficiente tanto opio para calmar la dolorosísima dominación impuesta a sangre y fuego.
(15) Mediante la bula "Eximiae Devotionis", firmada por el Papa Alejandro VI el 16 de diciembre de 1501.
(16) Mediante la bula "Sublimis Deus", promulgada por el papa Paulo III el 2 de juno de 1537.
(17) Lipschutz, Alejandro, "El problema racial en la conquista de América", Siglo Veintiuno Editores, México, 1963, págs. 72, 75. Citado por Oswaldo Albornoz Peralta, "Justificación de la conquista y dominación de los indígenas americanos", 2005. Edición electrónica.
(18) Eduardo Galeano, ob. cit., pág. 62
El Grito de la Pachamama
La cruzada de conquista y colonización enfrentó y reprimió de manera cruenta durante más de tres siglos la resistencia y rebeliones armadas de las clases populares, mayoritariamente compuestas por indígenas y afros. La dignidad humana se hacía lanza y machete contra la agresión, avaricia y crueldad opresora. La violencia plebeya era el único camino, inevitable, hacia la liberación. Apenas a 2 años del mal llamado "descubrimiento", el cacique Caonabo dirigió el primer levantamiento contra el orgulloso invasor, combatiendo al propio Colón en 1494, en lo que hoy es República Dominicana. Tras decenas de cruentas luchas desiguales, las rebeliones andinas de 1780 y 1781 estremecieron al continente. Es en el transcurso de estos levantamientos que comenzó a construirse desde las élites el “miedo al indígena”, reemplazando con esa “demonización” a la “mirada tutelar” previa. Algunos enfoques interpretan que estas rebeliones fueron provocadas por la mayor dureza de las condiciones de opresión política y material que imponían las reformas borbónicas hacia las masas especialmente, y hasta especulan que sin ellas no se hubieran producido. Otros relativizan esa lógica, indicando que si bien aumentaron los impuestos, elevando la carga de trabajo en mitas y encomiendas sobre las espaldas populares, sólo funcionaron como la gota que rebalsó el vaso. La violencia organizada contra el opresor atacó “primero en Chayanta, con Tomás Katari, y luego en Tinta, con Túpac Amaru, a quien en realidad se reconoció como impulsor e ideólogo de las rebeliones de 1780. A ellas siguieron las de Oruro, Pari, Cochabamba y La Paz, liderada por Túpac Katari.“(19). Aunque nunca hubo un comando único ni estrategia común entre las distintas rebeliones, amenazaron seriamente el poder colonial, pero por traiciones y errores fueron duramente aplastadas. La crueldad represiva aplicada para aniquilar a los insurrectos estuvo en directa relación con la gravedad de la amenaza que representaron para el imperio español.
(19) María Eugenia del Valle de Siles, “Los dos cercos que sitiaron la ciudad por ocho meses“, Julio 16 de 2008, Edición digital de Radio Caracol
El águila y la rebelión quichwa dan el primer grito de independencia
José Gabriel Condorcanqui era un descendiente de los incas, de muy buena posición económica, educado por jesuítas, influenciado por las ideas de la Ilustración, que también leyó los "Comentarios Reales de los Incas", de Garcilaso de la Vega. Como curaca de Pampamarca, Surimana y Tungasuca disfrutaba de privilegios económicos y políticos. No le sirvieron para reclamarle a las autoridades monárquicas para que los indios fueran liberados del trabajo obligatorio en la mita, contra los tributos excesivos e incluso para obtener el reconocimiento a su linaje inca. Como símbolo de rebeldía contra los colonizadores, se cambió el nombre a Tupac Amaru II en honor al último líder inca bajo la conquista, ajuticiado en 1571. Aunque en un primero momento proponía la lucha armada contra el "mal gobierno" y los abusos de los corregidores (a cargo del gobierno de las provincias), en abril de 1780, los tupamaristas arengaban “Ya en Cuzco con empeño / quieren sacudir, y es ley, / el yugo de ajeno rey / y reponer al que es dueño”(20). En noviembre, con la detención y ejecución pública del corregidor de Tinta, comenzaron a temblar los cimientos virreinales al fragor de la mayor sublevación popular acaecida hasta entonces. El curaca quechua tenía prestigio social y relaciones en distintos estratos, se presentó como legítimo heredero de la dinastía inca, y para extender la rebelión envió emisarios para ahunar fuerzas con los mestizos y criollos opuestos a las reglas imperantes. En las cercanías de Cuzco, Tupac Amaru II llegó a contar con "más de cuarenta mil hombres, la mayor parte armados con picos, palas y palos, pero dispuestos al sublime sacrificio en procura de la libertad"(21). Fue excomulgado de la Iglesia Católica, que lo combatió principalmente a través del obispo de Cuzco, Moscoso. Micaela la "zamba" Bastidas Puyucahua, de raíces afroindígenas, fue su radicalizada y valiente esposa, su más cercano lugarteniente y encargada de la retaguardia. El águila quechua, bajo la forma monárquica, pretendió establecer un gobierno de bases esencialmente populares en pleno S. XVIII. Asumiendo como “Don José I por la gracia de Dios, Inca, Rey del Perú, Santa Fe (Bogotá), Quito, Chile, Buenos Aires, y continentes de los mares del sud, duque de la Superlativa, señor de los Césares y Amazonas con dominio en el gran Paititi”, acusó a “los Reyes de Castilla” de haberle usurpado la corona y dominio de sus gentes durante “cerca de tres siglos” e igualó en tiranía a todas las instituciones políticas coloniales por su trato a la población originaria.(22) Más allá de su exagerado optimismo, dio "el primer grito de independencia", tanto de España como de su monarca. Su fama se extendió a tal punto que incluso fue proclamado como Rey de América en el pueblo de Silos (Nueva Granada, actual Colombia), el 24 de mayo de 1781, durante la sublevación de los Comuneros.(23) En medio de divisiones entre entre los curacas por el liderazgo de la rebelión, el cacique Pumahuaca y otros ayudaron a las fuerzas realistas, compuestas mayoritariamente por indios "fieles", a sofocar el levantamiento. El 18 de mayo de 1781, en la Plaza de Armas de Cuzco, después de ser torturado, el líder quechua fue obligado a presenciar la ejecución de toda su esposa e hijos y luego asesinado y descuartizado(24). Pero como escribió el poeta Alejandro Romualdo en un canto coral dedicado a su paso a la eternidad: “Lo pondrán en el centro de la plaza, / boca arriba mirando el infinito. / Le amarrarán los miembros. A la mala, tirarán: / ¡Y no podrán matarlo!”
(20) Pasquín aparecido en Oruro, en abril de 1780. Lewin Boleslao, "La rebelión de Túpac Amaru y los Orígenes de la Independencia Hispanoamericana". SELA. Buenos Aires. 2004, pág 425. Citado por Alberto Lapolla, “Tupac Amaru: Padre de la Emancipación americana”, 2006, pág. 4. Edición electrónica.
(21) Julio R. Villanueva Sotomayor, "Tupac Amaru II". Edición electrónica.
(22) Proclama de Tupac Amaru. Lewin Boleslao, ob. cit. Mencionado por A. Lapolla, op. Cit.
(23) Boleslao Lewin, “Tupac Amarú”, El Aleph, 1999, pág. 77. Edición electrónica.
(24) En los días previos a su ejecución, fue torturado infructuosamente para arrancarle información acerca de sus compañeros de rebelión. Intentaron descuartizarlo vivo atando cuatro caballos a cada una de sus extremidades, pero su enorme resistencia lo impidió. Entonces lo decapitaron y luego despedazaron para exibir sus restos en distints ciudades.
La serpiente aymara y la más extensa insurrección
Julián Apaza Nina tuvo otro origen social, huérfano desde los 7 años, había sido tomado en adopción por un sacerdote católico para servir en la iglesia del pueblo. No tuvo acceso a la educación formal, se nutrió de la tradición oral aymara. Todo lo escrito sobre su vida indica que desde muy joven compartió el sufrimiento indígena y manifestó públicamente su rechazo a la opresión colonial. Como él mismo declaró en su confesión, era un “indio del común” que nunca ejerció un cargo público y que se dedicaba al comercio de la coca y la bayeta(25). Se casó con Bartolina Sisa, a quien su madre le transmitió el arte del manejo del telar. Al igual que Julián, Bartolina había viajado mucho por la región andina, junto a sus padres que vivían del comercio. Por estos motivos fue que ambos, durante años, recorrieron inumerables comunidades, observando el terrible sometimiento de sus herman@s oprimid@s. En 1780, enteró de la lucha encabezada por el Jach’a Katari, quien estaba al frente de los ayllus guerreros Q’aqachacas de Macha. Apaza se contactó con Tomás Katari, compartiendo sus ideas. En su honor adoptó el nombre de Katari, que significa valentía y peligrosidad de la serpiente. Tupak, águila, lo tomó como símbolo de fraternidad con el héroe quichwa.(26)En el Alto Perú, durante 1781, Tupac Katari "organizó un ejército de cuarenta mil indios"(27) y junto a su esposa cercaron dos veces la ciudad de La Paz sólo con q'urawas y hondas. Víctimas de traiciones, ambos fueron apresados, torturados, brutalmente asesinados y descuartizados(28) en distintas fechas, exponiendo sus restos por todo el territorio del Kollasuyu para "escarmiento de los indios”. Aún así la rebelión continuó. Antes de morir, el líder aymara sentenció una frase histórica: "Naya saparukiw jiwyapxitaxa nayxarusti, waranqa, waranqanakaw tukutaw kut'anipxani..." De todos los levantamientos populares hasta entonces, fue el más extenso geográficamente y el que con más apoyo contó; sólo después de 2 años el poder colonial pudo sofocarlo. La leyenda oral cuenta que en la plaza Corazón de Jesús de la ciudad de El Alto están enterrados los restos del cuerpo mutilado la serpiente aymara y que “todavía late el corazón de Julián Apaza como señal de la emancipación de los pueblos indígenas del mundo”(29). Si ambas insurrecciones movilizaron a miles de combatientes y aún así fueron derrotadas en lo militar ¿sirvió de algo combatir al poder opresor? ¿Acaso murieron en vano estos héroes, como indicaría la fría y despreciativa lógica individualista o las pesimistas miradas escépticas? La historia se empecina en no darles la razón los especuladores del cálculo racional ni a los profetas del desánimo. En el actual renacer de los pueblos nuestroamericanos, en su lucha contra el imperialismo, se hace carne el “no podrán matarlo” dedicado a Tupac Amaru; y el grito “Solamente a mi me matan… Volveré y seré millones” de Tupac Katari resuena cada vez con más fuerza a lo largo y al lo ancho de nuestra Patria Grande.
(25) María Eugenia del Valle de Siles, op. cit.
(26) Luis Fernando Cruz, "Hace 227 años Katari era descuartizado y su profecía se multiplicó por millones", 14 de noviembre de 2008, ABI.
(27) Boleslao Lewin, “Tupac Amarú”, El Aleph, 1999, pág. 122. Edición electrónica.
(28) Katari fue descuartizado vivo por cuatro caballos, el 13 ó 15 de noviembre de 1781. Bartolina fue asesinada a golpes y descuartizada casi un año después, el 5 de septiembre. Por tal motivo, esa fecha fue instituida como el Día Internacional de la Mujer Indígena desde 1983, por el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América, reunido en la milenaria Tiahuanacu, Bolivia.
(29) Luis Fernando Cruz, op. Cit.
@julianlautaro
NOTA: El conocimiento es un capital socialmente producido. Al reproducir la data, citando la fuente no sólo le damos solidez a lo escrito, sino que, como decía Rodolfo Walsh, evitamos que nuestras clases dominantes borren nuestra historia, doctrina, héroes y mártires. De no hacerlo, “cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.”
Carabelas y cañones, pestes y aceros, caballos y carretas, perros de caza, biblias e inquisidores. Tal el inédito el arsenal "cultural" de los conquistadores al irrumpir con su voracidad en Abya Yala. Españoles principalmente, junto a portugueses, franceses, ingleses, holandeses, regaron un continente rebozante de vida con destrucción, saqueos, esclavitud, miserias, torturas, masacres. Milenios atrás, diversas migraciones provenientes de otros continentes habían comenzado a poblar el nuestro(3). Estas primeras corrientes migratorias fueron dando vida a distintas culturas que actualmente denominamos como originarias. Algunas cazadoras recolectoras, otras mucho más desarrolladas, durante su también conflictivo devenir histórico, resolvieron problemas sociales que en Europa diezmaban a los humildes. En Abya Yala no existía el hambre. Las imposición de algunas civilizaciones nativas sobre otras, como también divisiones internas tal el caso de los incas, facilitaron la conquista. Usurpadas las tierras, sepultados templos y dioses, silenciados idiomas, músicas y bailes, ahogadas en sangre y fuego las rebeliones contra el nuevo orden, Europa sometió a América bajo una opresión total.
(1) nombre dado al continente americano por la etnia kuna de Panamá y Colombia antes de la conquista europea. Diferentes etnias originarias mantienen su uso para referirse al continente. Significa "tierra madura", "tierra viva" o "tierra en florecimiento".
(2) Colección "Historiadores primitivos de Indias". Ed. Rivadeneyra. Madrid. 1862. Tomo II, pág 453. Edicion electrónica Google Libros.
(3) La comunidad científica discute aún hoy en que momento se produjo la llegada del hombre al continente, y desde que parte del mundo. Hay distintas teorías, que hablan de poblamientos tempranos o tardíos, provenientes de Siberia o Mongolia.
La civilización de la barbarie iniciaba la globalización
Encomiendas y tributos era los nombres que tomaba la esclavitud, ama y señora en el dominante sistema colonial. La brutal explotación de los nativos en la extracción de las cuantiosas riquezas naturales nuestroamericanas hicieron posible la primaria acumulación de capital en el Viejo Mundo. Aquellos enormes recursos motorizaron la modernidad, que avanzaba a todo vapor con la revolución industrial. Sobre la magnitud del saqueo, y basándose en exclusividad en las transferencias documentadas, "solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América"(4). Galeano también citaba esas cifras, cortas; no incluyen el cuantioso contrabando.(5) El Potosí es símbolo de ese yugo, con sus entrañas vacías de plata y llenas de espanto. Millones de mitayos, nativos esclavizados y sometidos a la extracción minera, fueron devorados por el sistema insaciable de la mita colonial. Mientras la España medieval veía pasar las riquezas que sostenían parasitarias noblezas y guerras santas, sus vecinos las recibían para financiar su desarrollo industrial. En la crisis terminal del sistema feudal, el capitalismo nacía pujante en Europa derramando toneladas de sangre americana y africana. Así se transformó en centro, así nos transformó en periferia.
(4) Luis Britto García, “Guaicaipuro Cuauhtémoc cobra la deuda a Europa”, diario "El Nacional”, Caracas, 18 de octubre de 1990. Esta archidifundida nota fue retomada incluso más de 10 años después de su publicación, presentando al hecho como verídico, fechado generalmente el 8 de febrero de 2002. Incluso la web "El Historiador" de Felipe Pigna la menciona (hasta la fecha del 26 de agosto de 2010 inclusive) como una "exposición atribuida al Cacique Guaicaipuro Cuatémoc ante la reunión de Jefes de Estado de la Comunidad Europea", en "La verdadera deuda externa".
(5) Eduardo Galeano, "Las venas abiertas de América Latina, Bs. As. Catálogos, 2004 (1ª edición 1984), pág. 40.
Siglos de dantescos holocaustos silenciados
No hay antecedentes de tamaña aniquilación en la historia. La conquista se ejecutó con los mismos métodos, magnificados, que ordenaron los Reyes Católicos para implementar una "limpieza religiosa" profunda en la península ibérica. Conocida como la "Reconquista", significó la expulsión de los judíos y de los moros, que habitaban el sur del del territorio español desde hace 8 siglos. Ambas finalizaron aquel mismo año de 1492, e invocaron el "espíritu" de las Cruzadas contra el Imperio Otomano. La implantación de una monarquía católica universal alineó a los primos Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, que recibieron la bendición papal para casarse tras poner todo nuevo descubrimiento al servicio de Dios. De esta forma, en Abya Yala se cometieron "los actos más horrorosos de un frenesí sanguinario, (...) nada ahorran los españoles con tal que logren someter a los que han tenido la desgracia de nacer en este suelo"(6), escribió un indignado Bolívar. A la inhumana explotación y masacres, se le sumaron las pestes, la mayor causa de mortandad. El suicidio colectivo fue decisión extrema para escapar a tamaña opresión. Las tasas de natalidad bajaron, las parejas no deseaban traer hijos a sufrir el horror colonial. "Los indios de las Américas sumaban no menos de 70 millones, y quizá más, cuando los conquistadores extranjeros aparecieron en el horizonte; un siglo y medio después se habían reducido, en total, a sólo 3 millones y medio."(7) La altísima mortalidad de los pueblos sometidos abrió las puertas coloniales a la trata de esclavos. También de manera atroz y fría, con el “triángulo negrero”(8) de por medio, África perdió a más de 100 millones de sus hij@s entre los siglos XV y XIX, según algunos investigadores. Se estima que por cada persona secuestrada y comercializada como esclavo, otras cuatro o cinco morían resistiendo en su continente, en el camino o en alta mar.(9)
(6) Simón Bolívar, "Carta de Jamaica", 6 de septiembre de 1815. En Simón Bolívar," Escritos fundamentales" , Caracas: Monte Ávila, 1998. Edición digital en Analítica.
(7) Darcy Ribero, "Las Américas y la civilización, tomo I: La civilización occidental y nosotros. Los pueblos testimonio. Buenos Aires, 1969. Mencionada por Eduardo Galeano, ob.cit. , pág. 59
(8) Al igual que en América, las luchas internas fueron aprovechadas por las potencias coloniales para dominar. Los negreros europeos compraban con "espejitos de colores" los prisioneros de reyezuelos africanos, la venta de esclavos en nuestro continente la cobraban en metales y materias primas, muy cotizadas en la insaciable Europa. Los comerciantes del espanto hacían su "negocio" en las tres costas.
(9) Trinidad Tuttolomondo, "Pasado y presente de la esclavitud africana", Observatorio de Conflictos, Argentina.
Racismo, otro pilar del poder colonial
Desde el inicio, el conquistador-civilizador consideró a la población originaria como bárbara, "inculta e inhumana", de la misma forma que caracterizó a los musulmanes durante las prolongadas guerras religiosas en el viejo mundo. Aristotélicamente, al ser siervos por naturaleza sólo quedaban las opciones de subyugarlos o exterminarlos. Era la justificación de dominación y aniquilación sistemática llevada adelante por los Cortez y los Pizarro. Otra mirada, de influencia romana, apuntaba a lograr la integración de las vastas mayorías al nuevo orden que se imponía, agregando instrucción a la coacción a fin de que aquellas comprendieran las leyes del nuevo sistema. En esta línea, en 1542 se dictaron las "Reglamentaciones de protección al indígena", declarándolos súbditos de Castilla, aunque imponiéndoles la "condición de minoridad", e inventando la figura del encomendero, el responsable de “tutelarlos”, en teoría. En la práctica, esas preocupaciones “humanitaristas” de la metrópoli se evaporaban. El encomendero era el dueño de la vida y la muerte de los indígenas a su cargo, y de las riquezas que generaban sometidos a una esclavitud no reconocida como tal.
Avanzada la colonización, durante el S. XVII, el yugo imperial impuso en su "Nuevo Mundo" un sistema de castas cerrado y hereditario, basado en la "limpieza de sangre". En nuestro continente, de las impunes violaciones de los realistas a originarias y africanas nació en un primer momento el "mestizaje". Con el paso del tiempo, la naciente población americana mantenía un crecimiento constante, preocupando a los peninsulares. Ellos, siendo un porcentaje mínimo en la demografía continental, concentraban el control del poder político, y económico, los principales cargos administrativos. Bolívar criticaba que "los americanos en el sistema español que está en vigor, y quizá con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo y, cuando más, el de simples consumidores."(10) Dividiendo a toda la población en castas legales, de acuerdo al grado de "sangre manchada", se otorgaban derechos y obligaciones a perpetuidad, y condicionaban las posibilidades de un ascenso social individual al grado de "blancura" de cada individuo. La base de esa pirámide eran las poblaciones africanas esclavizadas, en la cúspide descansaba el colonizador.
(10) Simón Bolívar, "Carta de Jamaica", 6 de septiembre de 1815. En "Simón Bolívar, Escritos fundamentales" , Caracas, Monte Ávila, 1998. Edición digital en Analítica.
De Malinches y otras yerbas.
Previo a la conquista, muchas comunidades indígenas habían estado dominadas por macroetnias de mayor peso como las azteca, inca, maya o chibcha principalmente. En un primer momento, aquellas etnias sojuzgadas vieron en las armaduras y espadas conquistadoras de los Pizarro y los Cortés el medio para liberarse. La "civilización” descubridora aprovechó cada una de esas ventajas y, tras las victorias militares, se adueñó de los vencidos y de sus antiguos sometidos. En situaciones geopolíticas diferentes, los ibéricos tranzaron individualmente con los jefes locales, reconociendo títulos de curacas y caciques y otorgando ciertos privilegios, como el caso de los mapuche y en algunas partes de la región andina por ejemplo. Sobre estos procesos de conquista cultural, escribió Sartre: “La élite europea se dedicó a fabricar una élite indígena; se seleccionaron adolescentes, se les marcó en la frente, con hierro candente, los principios de la cultura occidental, se les introdujeron en la boca mordazas sonoras, grandes palabras pastosas que se adherían a los dientes; tras una breve estancia en la metrópoli se les regresaba a su país, falsificados.”(11) A cambio, la nobleza indígena apoyaba el mantenimiento del orden colonial regenteando las repúblicas de indios, como intermediaria entre la elite blanca y dominante y las mayorías dominadas de su propia etnia. En esa dinámica, las autoridades nativas y sus representantes viajaban a la Corte Real, reclamando por movilidad social y mayor justicia. Algunos sostienen que solicitaban los nuevos símbolos de honor coloniales para beneficio propio y para legitimarse ante la nobleza ibérica; otros, plantean que el obtenerlos parecía condición de posibilidad de mayor autonomía étnica si se lograban extender a la "república de indios".(12)
(11) Jean Paul Sartre, prefacio a “Los condenados de la Tierra” de Franz Fanon, Último Recurso, Rosario, 2006. pág. 5. Edición electrónica.
(12) Alcira Dueñas, "Fronteras culturales difusas: autonomía étnica e identidad en textos andinos del siglo XVII", Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos, Ministère des Affaires Étrangères et Européennes, Vol. 37, Núm. 1, 2008, pp. 187-197. La autora amplía detallando que "reclamaban varias formas de mercedes (recompensas por «buenos servicios» al Rey) desde escudos de armas, membresía en órdenes caballerescas, derecho a portar armas y servir en la milicia, hasta nombramientos en el servicio civil y eclesiástico, ingreso al sacerdocio, y acceso a establecimientos de educación."
República de indios, autonomía tutelada
La discriminación y la necesidad de garantizar la gobernabilidad se dieron la mano en un esquema de doble jurisdicción. Los textos de la segunda mitad del S. XVI dan cuenta de dos comunidades políticas diferenciadas, denominadas "repúblicas", la de españoles y la de indios(13), sobre la que pesaba una restrictiva legislación que los marginaba de toda actividad política. Unos mandaban, los otros trabajaban. La separación entre ambas comunidades era jurídica, económica, social y geográfica. En el terreno, se concretaba con desplazamientos forzados para implementar los denominados "pueblos de indios" o en ciudades ya existentes. Denominadas como “congregaciones”, el corregidor de indios era la autoridad superior en ellas; el cura doctrinero era el representante español de residencia permamente; el cacique y el cabildo indígena, sus colaboradores. El sistema, excluyente de afros y mestizos, ofrecía una cierta autonomía a las poblaciones originarias, reconociendo títulos y beneficios a curacas y caciques locales. Asimismo, en principio, respetaba usos y costumbres nativas mientras no fueran contrarias a la religión católica y las leyes españolas. Sobre esta forma de organización, Boleslao Lewin sostiene que “a pesar de la degradación social de los indios” y “debido a su importancia para ´el buen gobierno´ y el hecho de ser imprescindible su intervención en el manejo administrativo”, gozaron de “ciertas prerrogativas que no sólo lo ubicaban al margen de la casta indígena, sino también de las castas en general, en una peligrosa y ambigua situación intermedia.”(14) Este sistema se mantuvo en vigencia aún cuando las reformas borbónicas del S. XVIII, que buscaban institucionalizar el poder de la autoridad central del rey en los virreinatos frente a un creciente poder autónomo de las autoridades locales, diluyeron los límites entre ambas "repúblicas". Su existencia entró en crisis con el agotamiento del modelo monárquico.
(13) Abelardo Levaggi, "República de Indios y República de Españoles en los Reinos de Indias", Revista de estudios histórico-jurídicos, Valparaíso, 2001.
(14) Boleslao Lewin, “Tupac Amarú”, El Aleph, 1999, pág. 10. Edición electrónica.
La conquista con rostro humano
Apenas iniciaba el S. XVI, la Iglesia Católica otorgó a los reyes españoles todos los diezmos del "Nuevo Mundo" a cambio de que la Corona se hiciera cargo de evangelizar a los indígenas, financiando la construcción de centenares de iglesias y a sus respectivos prelados.(15) Pocas décadas después, era tal la sangría en América que en 1537, otro Papa, sacaba "formalmente" a los indígenas de la animalidad, al considerarlos como hombres, con alma, susceptibles de ser convertidos a la fé(16). El jurista y filósofo aristotélico Ginés de Sepúlveda (1490-1573), defensor oficial de la conquista, colonización y evangelización radical, propugnaba la supresión de los valores indígenas, que eran "justas causas de la guerra". Afirmaba que los indígenas "son tan inferiores a los españoles como los niños a los adultos, las mujeres a los varones, (...) los monos a los hombres. La justa guerra es causa de la justa esclavitud, la cual contraída por el derecho de gentes, lleva consigo la pérdida de la libertad y de los bienes". (17) La pura lógica genocida negaba la existencia humana de los oprimidos con la palabra, y luego de hecho, con su opresión y aniquilación. Los nativos eran tratados como objetos descartables. Así, matar al que se rebelara no era pecado, era un acto divino al acabar con las bestias del demonio. Contra la realidad justificada por ese pensamiento chocó fray Bartolomé de las Casas, eran dos formas antagónicas de concebir la conquista de Abya Yala. El "defensor de los indios" escribió la "Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias" (publicada en 1552), describiendo crudamente los estragos sufridos por millones de inocentes ante la espada y la cruz, y viajó varias veces a la metrópoli para denunciar la brutalidad colonizadora ante las cortes. Conmovido, el fraile dominico alegaba que "los indios preferían ir al infierno para no encontrarse con cristianos"(18). La discusión por definir “si los indios tenían alma o no” duró 14 años.
La metrópoli colonial terminó reconociéndoles esa cualidad humana, y “equilibró” la decisión imponiéndoles una incapacidad relativa o "condición de minoridad", que justificaba la figura de tutores y responsables a cargo de los indígenas. La evangelización encontraba un lugar menos obsceno. En las misiones no todo era trabajo; misas, rezos y confesiones, enseñanza del castellano y temor al Dios "occidental y cristiano" era el aporte de las armas celestiales para lograr una pacífica sumisión de los "infieles". Para quienes mostraban signos de "herejía", léase no comulgar con alguna doctrina católica, los "caminos del Señor" conducían al sistemático terror y barbarie. También a partir del S. XVI, el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición aplicó solemnes juicios seguidos de crueles torturas y hogueras. Las reducidas guarniciones militares descansaban tranquilas por la omnipresencia de la espada, hecha cruz. La colonización de las almas le dio grandes frutos al imperio. La virgen María fue rebautizada con decenas de nombres y ropajes, desplazando a la Madre Tierra de los imaginarios locales. La santería escondió las divinidades africanas bajo las figuras del santoral católico. La religión fue una dimensión de integración, traumática, al nuevo orden social; afros e indígenas sincretizaron la fé impuesta a sus propios panteones politeístas. Pero no fue suficiente tanto opio para calmar la dolorosísima dominación impuesta a sangre y fuego.
(15) Mediante la bula "Eximiae Devotionis", firmada por el Papa Alejandro VI el 16 de diciembre de 1501.
(16) Mediante la bula "Sublimis Deus", promulgada por el papa Paulo III el 2 de juno de 1537.
(17) Lipschutz, Alejandro, "El problema racial en la conquista de América", Siglo Veintiuno Editores, México, 1963, págs. 72, 75. Citado por Oswaldo Albornoz Peralta, "Justificación de la conquista y dominación de los indígenas americanos", 2005. Edición electrónica.
(18) Eduardo Galeano, ob. cit., pág. 62
El Grito de la Pachamama
La cruzada de conquista y colonización enfrentó y reprimió de manera cruenta durante más de tres siglos la resistencia y rebeliones armadas de las clases populares, mayoritariamente compuestas por indígenas y afros. La dignidad humana se hacía lanza y machete contra la agresión, avaricia y crueldad opresora. La violencia plebeya era el único camino, inevitable, hacia la liberación. Apenas a 2 años del mal llamado "descubrimiento", el cacique Caonabo dirigió el primer levantamiento contra el orgulloso invasor, combatiendo al propio Colón en 1494, en lo que hoy es República Dominicana. Tras decenas de cruentas luchas desiguales, las rebeliones andinas de 1780 y 1781 estremecieron al continente. Es en el transcurso de estos levantamientos que comenzó a construirse desde las élites el “miedo al indígena”, reemplazando con esa “demonización” a la “mirada tutelar” previa. Algunos enfoques interpretan que estas rebeliones fueron provocadas por la mayor dureza de las condiciones de opresión política y material que imponían las reformas borbónicas hacia las masas especialmente, y hasta especulan que sin ellas no se hubieran producido. Otros relativizan esa lógica, indicando que si bien aumentaron los impuestos, elevando la carga de trabajo en mitas y encomiendas sobre las espaldas populares, sólo funcionaron como la gota que rebalsó el vaso. La violencia organizada contra el opresor atacó “primero en Chayanta, con Tomás Katari, y luego en Tinta, con Túpac Amaru, a quien en realidad se reconoció como impulsor e ideólogo de las rebeliones de 1780. A ellas siguieron las de Oruro, Pari, Cochabamba y La Paz, liderada por Túpac Katari.“(19). Aunque nunca hubo un comando único ni estrategia común entre las distintas rebeliones, amenazaron seriamente el poder colonial, pero por traiciones y errores fueron duramente aplastadas. La crueldad represiva aplicada para aniquilar a los insurrectos estuvo en directa relación con la gravedad de la amenaza que representaron para el imperio español.
(19) María Eugenia del Valle de Siles, “Los dos cercos que sitiaron la ciudad por ocho meses“, Julio 16 de 2008, Edición digital de Radio Caracol
El águila y la rebelión quichwa dan el primer grito de independencia
José Gabriel Condorcanqui era un descendiente de los incas, de muy buena posición económica, educado por jesuítas, influenciado por las ideas de la Ilustración, que también leyó los "Comentarios Reales de los Incas", de Garcilaso de la Vega. Como curaca de Pampamarca, Surimana y Tungasuca disfrutaba de privilegios económicos y políticos. No le sirvieron para reclamarle a las autoridades monárquicas para que los indios fueran liberados del trabajo obligatorio en la mita, contra los tributos excesivos e incluso para obtener el reconocimiento a su linaje inca. Como símbolo de rebeldía contra los colonizadores, se cambió el nombre a Tupac Amaru II en honor al último líder inca bajo la conquista, ajuticiado en 1571. Aunque en un primero momento proponía la lucha armada contra el "mal gobierno" y los abusos de los corregidores (a cargo del gobierno de las provincias), en abril de 1780, los tupamaristas arengaban “Ya en Cuzco con empeño / quieren sacudir, y es ley, / el yugo de ajeno rey / y reponer al que es dueño”(20). En noviembre, con la detención y ejecución pública del corregidor de Tinta, comenzaron a temblar los cimientos virreinales al fragor de la mayor sublevación popular acaecida hasta entonces. El curaca quechua tenía prestigio social y relaciones en distintos estratos, se presentó como legítimo heredero de la dinastía inca, y para extender la rebelión envió emisarios para ahunar fuerzas con los mestizos y criollos opuestos a las reglas imperantes. En las cercanías de Cuzco, Tupac Amaru II llegó a contar con "más de cuarenta mil hombres, la mayor parte armados con picos, palas y palos, pero dispuestos al sublime sacrificio en procura de la libertad"(21). Fue excomulgado de la Iglesia Católica, que lo combatió principalmente a través del obispo de Cuzco, Moscoso. Micaela la "zamba" Bastidas Puyucahua, de raíces afroindígenas, fue su radicalizada y valiente esposa, su más cercano lugarteniente y encargada de la retaguardia. El águila quechua, bajo la forma monárquica, pretendió establecer un gobierno de bases esencialmente populares en pleno S. XVIII. Asumiendo como “Don José I por la gracia de Dios, Inca, Rey del Perú, Santa Fe (Bogotá), Quito, Chile, Buenos Aires, y continentes de los mares del sud, duque de la Superlativa, señor de los Césares y Amazonas con dominio en el gran Paititi”, acusó a “los Reyes de Castilla” de haberle usurpado la corona y dominio de sus gentes durante “cerca de tres siglos” e igualó en tiranía a todas las instituciones políticas coloniales por su trato a la población originaria.(22) Más allá de su exagerado optimismo, dio "el primer grito de independencia", tanto de España como de su monarca. Su fama se extendió a tal punto que incluso fue proclamado como Rey de América en el pueblo de Silos (Nueva Granada, actual Colombia), el 24 de mayo de 1781, durante la sublevación de los Comuneros.(23) En medio de divisiones entre entre los curacas por el liderazgo de la rebelión, el cacique Pumahuaca y otros ayudaron a las fuerzas realistas, compuestas mayoritariamente por indios "fieles", a sofocar el levantamiento. El 18 de mayo de 1781, en la Plaza de Armas de Cuzco, después de ser torturado, el líder quechua fue obligado a presenciar la ejecución de toda su esposa e hijos y luego asesinado y descuartizado(24). Pero como escribió el poeta Alejandro Romualdo en un canto coral dedicado a su paso a la eternidad: “Lo pondrán en el centro de la plaza, / boca arriba mirando el infinito. / Le amarrarán los miembros. A la mala, tirarán: / ¡Y no podrán matarlo!”
(20) Pasquín aparecido en Oruro, en abril de 1780. Lewin Boleslao, "La rebelión de Túpac Amaru y los Orígenes de la Independencia Hispanoamericana". SELA. Buenos Aires. 2004, pág 425. Citado por Alberto Lapolla, “Tupac Amaru: Padre de la Emancipación americana”, 2006, pág. 4. Edición electrónica.
(21) Julio R. Villanueva Sotomayor, "Tupac Amaru II". Edición electrónica.
(22) Proclama de Tupac Amaru. Lewin Boleslao, ob. cit. Mencionado por A. Lapolla, op. Cit.
(23) Boleslao Lewin, “Tupac Amarú”, El Aleph, 1999, pág. 77. Edición electrónica.
(24) En los días previos a su ejecución, fue torturado infructuosamente para arrancarle información acerca de sus compañeros de rebelión. Intentaron descuartizarlo vivo atando cuatro caballos a cada una de sus extremidades, pero su enorme resistencia lo impidió. Entonces lo decapitaron y luego despedazaron para exibir sus restos en distints ciudades.
La serpiente aymara y la más extensa insurrección
Julián Apaza Nina tuvo otro origen social, huérfano desde los 7 años, había sido tomado en adopción por un sacerdote católico para servir en la iglesia del pueblo. No tuvo acceso a la educación formal, se nutrió de la tradición oral aymara. Todo lo escrito sobre su vida indica que desde muy joven compartió el sufrimiento indígena y manifestó públicamente su rechazo a la opresión colonial. Como él mismo declaró en su confesión, era un “indio del común” que nunca ejerció un cargo público y que se dedicaba al comercio de la coca y la bayeta(25). Se casó con Bartolina Sisa, a quien su madre le transmitió el arte del manejo del telar. Al igual que Julián, Bartolina había viajado mucho por la región andina, junto a sus padres que vivían del comercio. Por estos motivos fue que ambos, durante años, recorrieron inumerables comunidades, observando el terrible sometimiento de sus herman@s oprimid@s. En 1780, enteró de la lucha encabezada por el Jach’a Katari, quien estaba al frente de los ayllus guerreros Q’aqachacas de Macha. Apaza se contactó con Tomás Katari, compartiendo sus ideas. En su honor adoptó el nombre de Katari, que significa valentía y peligrosidad de la serpiente. Tupak, águila, lo tomó como símbolo de fraternidad con el héroe quichwa.(26)En el Alto Perú, durante 1781, Tupac Katari "organizó un ejército de cuarenta mil indios"(27) y junto a su esposa cercaron dos veces la ciudad de La Paz sólo con q'urawas y hondas. Víctimas de traiciones, ambos fueron apresados, torturados, brutalmente asesinados y descuartizados(28) en distintas fechas, exponiendo sus restos por todo el territorio del Kollasuyu para "escarmiento de los indios”. Aún así la rebelión continuó. Antes de morir, el líder aymara sentenció una frase histórica: "Naya saparukiw jiwyapxitaxa nayxarusti, waranqa, waranqanakaw tukutaw kut'anipxani..." De todos los levantamientos populares hasta entonces, fue el más extenso geográficamente y el que con más apoyo contó; sólo después de 2 años el poder colonial pudo sofocarlo. La leyenda oral cuenta que en la plaza Corazón de Jesús de la ciudad de El Alto están enterrados los restos del cuerpo mutilado la serpiente aymara y que “todavía late el corazón de Julián Apaza como señal de la emancipación de los pueblos indígenas del mundo”(29). Si ambas insurrecciones movilizaron a miles de combatientes y aún así fueron derrotadas en lo militar ¿sirvió de algo combatir al poder opresor? ¿Acaso murieron en vano estos héroes, como indicaría la fría y despreciativa lógica individualista o las pesimistas miradas escépticas? La historia se empecina en no darles la razón los especuladores del cálculo racional ni a los profetas del desánimo. En el actual renacer de los pueblos nuestroamericanos, en su lucha contra el imperialismo, se hace carne el “no podrán matarlo” dedicado a Tupac Amaru; y el grito “Solamente a mi me matan… Volveré y seré millones” de Tupac Katari resuena cada vez con más fuerza a lo largo y al lo ancho de nuestra Patria Grande.
(25) María Eugenia del Valle de Siles, op. cit.
(26) Luis Fernando Cruz, "Hace 227 años Katari era descuartizado y su profecía se multiplicó por millones", 14 de noviembre de 2008, ABI.
(27) Boleslao Lewin, “Tupac Amarú”, El Aleph, 1999, pág. 122. Edición electrónica.
(28) Katari fue descuartizado vivo por cuatro caballos, el 13 ó 15 de noviembre de 1781. Bartolina fue asesinada a golpes y descuartizada casi un año después, el 5 de septiembre. Por tal motivo, esa fecha fue instituida como el Día Internacional de la Mujer Indígena desde 1983, por el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América, reunido en la milenaria Tiahuanacu, Bolivia.
(29) Luis Fernando Cruz, op. Cit.
@julianlautaro
NOTA: El conocimiento es un capital socialmente producido. Al reproducir la data, citando la fuente no sólo le damos solidez a lo escrito, sino que, como decía Rodolfo Walsh, evitamos que nuestras clases dominantes borren nuestra historia, doctrina, héroes y mártires. De no hacerlo, “cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.”
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar...el “Solamente a mi me matan… Volveré y seré millones” del líder aymara resuena cada vez con más fuerza...
ResponderEliminarComo siempre, cada dato agregado ilustra cada vez mas la historia del sometimiento por recursos naturales, y explotacion del hombre por el hombre que sufrio y sufre nuestro continente, de quienes con amplio conocimiento de la causa se atreven a legitimar la barbarie con armas como la ley y la doctrina eclesiastica; asi como tambien de la dignidad y valentia de aquellos hombres, que no cesa de surgir.
Muy bueno el aporte para que cada vez seamos mas, "millones"...
y bueno, el autor es muy critico y exigente, por no decir, un tremendo hincha huevos que me hace editar los comentarios XD
ResponderEliminarHermosos (de belleza latinoamericana) los textos, lo Felicito, y me anoto para poder pasar y terminar algunos textos...Gracias
ResponderEliminar