jueves, 30 de julio de 2009

Entrando a Perù

Al regresar a Copacabana recogimos nuestras cosas y arrancamos para Puno pasadas las 18:30 . La empresa peruana brinda un taxi hasta el puesto de migraciones y un bus desde alli hasta la terminal. El sellado de los pasaportes no presentó mayores inconvenientes y un chico afuera del puesto migratorio nos cambio por soles los bolivianos q aun conservábamos en nuestros bolsillos.

En camino a cruzar la frontera, recordaba las palabras de un pariente cercano cuando me recomendaba hacer meditaciòn en la zona del lago Titicaca, me deía que "es uno de los pocos centros magneticos del planeta". Mis oidos fueron algo escepticos en aquella despedida familiar previa al viaje. Pero esas 2 horas navegando el lago y la hora y media recorriendo la Isla del Sol tuvieron un efecto concreto, quitandome el malestar estomacal y el dolor de cabeza por dormir menos de lo habitual.

El segundo tramo del viaje, en bus hasta la terminal de Puno, fue bastante agitado por las bruscas maniobras que realizaba el chofer para esquivar muchas piedras en el camino. Eran restos de varias decenas de cortes de ruta. Por lo que apreciamos, tuvieron una alta repercusion las acciones populares contra la masacre perpetrada x las fuerzas represivas en Baguas. A principios de junio, el presidente Alan Garcia había pretendido "disciplinar" a sangre y fuego a las poblaciones amazonicas q resisten el saqueo transnacional de los recursos naturales de sus tierras.

Al llegar a Puno no perdemos tiempo y compramos 2 boletos para Cuzco, acercandonos a uno de los puntos mas fuertes de la travesia contiental que habíamos planeado, Machu Pichu. Nos sorprende gratamente que los buses de larga distancia cuentan con azafata, servicio de a bordo y cinturón de seguridad en cada una de las butacas. Es el mejor servicio de los 6 países que hemos recorrido, incluso en cuanto a costo, bastante inferior a Argentina, lejos, el mas caro de Suramérica.

Llegamos al terminal de Cuzco pasadas las 5:00 del dia 2 de julio. Una promotora de un hotel nos aborda enseguida, ofreciendonos una habitacion doble a un precio aceptable. Ante la falta de otras opciones para comparar y el cansancio acumulado, cerramos trato. Cuando llegamos a la puerta del alojamiento, a 6 cuadras de la plaza central, la persiana (santamaria para lxs lectorxs venezolanxs) estaba baja, parecia cerrado, al minuto de golpear nos abren y el taxista se va, retomando su labor diaria.

Al dia siguiente nos levantamos cerca del mediodia, el sol nos acompaña mientras recorremos el centro de la ciudad, con mucha afluencia de turistas del "first world". Sentados en la plaza principal, recibimos propuestas de distintas empresas para conocer Machu Pichu, algunas hasta sin local comercial propio, montando, para cerrar sus ventas, una mesita frente a uno de los numerosos museos que no visitamos.

Necesitados de efectivo peruano, nos encaminamos a cambiar algunos ejemplares del recontra-sobre-emitido billete norteamericano. El dolar cotizaba a 3 soles x unidad, en Bolivia era 7 a 1, comenzabamos a extrañar a la hija predilecta del Libertador.

Esa misma tarde, después de vaciar las memorias de las camaras digitales en un ciber, decidimos ir a las ruinas incas mediante un tour, a fin de garantizarnos el acceso. Varias personas nos comentaron que había un cupo diario y no quisimos arriesgarnos a llegar hasta Aguascaliente y tener q volvernos para regresar al dia siguiente. Asimismo, dado q el tour basico implicaba entrar a las 7:00 y salir tipo 11:30, le hicimos una pequeña modificacion x muy poca plata extra, quedandonos una noche mas en un hostel a fin de tener tiempo para ascender al Huayna Pichu, la que se aprecia en el fondo de las tomas clasicas de las ruinas.

Con las prioridades resueltas, recorremos otro sector de la ciudad en un paseo nocturno relajado y cenamos temprano en una pizzeria cercana al hotel, con horno de barro y mesas rusticas. En esa zona no habia turistas, asi que los costos era bastante menores a los del centro cuzqueño. De allí, a dormir, nos esperaba una jornada que esperábamos con muchas expectativas desde que comenzamos a imaginar el viaje.

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