7 de julio. Llegamos a la mañana a una militarizada Lima. Apostados en esquinas estratégicas, carros de combate y soldados portando armas largas controlan las calles. Le pregunto al chofer del taxi que nos lleva al hotel a qué se debe todo esto. Contesta midiendo sus palabras, y dice que son acciones del gobierno para frenar el rechazo de la gente a algunas de sus decisiones. No se parece a los tacheros argentos fanáticos de radio 10. Aunque de fondo, acompañando el tenso clima sociopolítico que se respira, la emisora sintonizada en el carro difunde la publicidad oficial del APRA. Bajo los eslogans de "no a la violencia" y "no al paro chavista", el partido de gobierno sigue la línea imperial contra el presidente venezolano y criminaliza las jornadas de protesta popular convocadas por diversas organizaciones.
Después de registrarnos en el hotel, salimos a recorrer Lima. Las tapas de los diarios dividen su atención entre una cantante acusada de matar a su amante femenina y la conflictiva situación política del país. Entre estos, uno le da duro al paro, otro asuza el nacionalismo, criticando la inversión militar chilena. Lau compra un ejemplar de "La Razón", nuestra sorpresa es mayor cuando leemos recuadrada en la página 3, una nota titulada "Advierten que participan extranjeros para azuzar". Allí el diario reproduce declaraciones de una ministra nacional, quien lanza un llamado de alerta ante "claros indicios de que algunos ciudadanos extranjeros están ingresando al país para azuzar a la población a que incurra en actos de violencia" durante las jornadas del paro.
Así estan las cosas en el Perú que adscribe al TLC con EE.UU. y critica al ALBA. Después de esta "calurosa" bienvenida, caminamos "distendidos" hacia el centro. A mitad de andar cambiamos de destino, ahora nuestros pies nos llevan a la casa museo dedicado a José Carlos Mariátegui. Las paredes entre las que vivió el Amauta muestran fotografías, libros, revistas que él editaba. En el salón principal de la vivienda, convertido en auditorio, se mantiene el Rincón Rojo. En ese espacio, el fundador de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) se reunía a debatir sobre la realidad peruana con sus compañeros. El profesor responsable del lugar acepta retratarse llaves en mano para el audiovisual que acompañará al libro sobre el monumento al Che y nos invita a sentarnos en ese histórico sitio, donde intercambiamos pareceres sobre la coyuntura peruana y sus posibles derroteros. El clima es ameno y nos quedamos a una charla sobre la problemática educativa en el Perú. Al terminar el encuentro, un joven militante con alma de poeta nos resume la historia de las organizaciones populares de su país durante el Siglo XX, explica la fragmentación actual y nos invita a concurrir mañana al acto organizado por la CGTP en apoyo a las jornadas de paro.
Al día siguiente, salimos temprano hacia las oficinas de una de las empresas de transporte, Lima no cuenta con una terminal de buses. Tenemos dudas si podremos viajar pero conseguimos boletos a 60 soles por persona para las 17:30. Resuelta la continuidad inmediata de la larga travesía, nos queda tiempo para almorzar y darnos una vuelta por la plaza 2 de Mayo. Ese es el punto de convocatoria a la movilización, frente a la sede de la central sindical embanderada con una foto del principal referente del marxismo latinoamericano junto a una frase suya: "Las masas reclaman unidad". Variadas organizaciones dan su presente e incluso sube como orador a la tarima Ollanta Humala, candidato a presidente en 2006, que ganó en 1ª vuelta pero perdió el ballotage frente a Alan García. Nos cuentan que esas elecciones fueron amañadas, le cambiaron el rival al candidato nacionalista. La candidata conservadora quedó como 2ª, adelante del ex presidente García por muy poca diferencia. Acto siguiente, inflaron los numeros del histórico APRA, quitándole a Humala sobre todo el voto rural y el del ala más radical del aprismo, que hubiera rechazado de plano apoyar a la derecha declarada.
Terminado el acto, fuertemente custodiado, no vemos ninguna cámara de tv que lo haya cubierto. Un helicóptero policial esta sobrevolando la zona desde minutos antes del inicio de la marcha. Nosotros aprovechamos el poco tiempo que nos queda para visitar, cámara en mano y muy rapidamente, la plaza San Martín, la transitada peatonal, la Plaza de Armas. A su alrededor se erigen el Palacio de Gobierno (en la foto), la catedral y otros edificios de centenaria y vistosa contrucción. A pocos metros del convento de San Francisco, sobre una desierta calle Lampa, noto una unidad de exteriores de un canal de tv privado con el motor y luces encendidas, y 3 personas dentro, esperando... El reclamo popular no es noticia, si hay disturbios, si. Con esa última imagen nos despedimos de Lima. Hasta Tumbes tenemos 1.256 km por la Panamericana. Con películas que no vemos, azafata de a bordo y el infaltable cinturón en cada butaca, iniciamos el largo camino a Guayaquil, Ecuador.
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