lunes, 10 de agosto de 2009

Machu Pichu, la montaña vieja

Tras un breve descando de aprox. unos 30 minutos sentados a la sombra, buscamos un guía. De haber participado a la mañana del recorrido pautado por el tour, no hubiesemos escalado el Huayna. A la tarde no permiten el acceso. Encontramos uno que recién comienza su explicación a 4 norteamericanos, 3 rubias muy blancas y bien alimentadas, y un chamito, ninguno supera los 22 años. Los orioundos de gringolandia entienden el español, asi que rapidamente acordamos dividir el costo entre los 6. Al presentar el trayecto a realizar, el guía, peruano, nos dice que visitaremos algunos sitios importantes del complejo arqueológico, pero no todos.

Uno de los primeros sitios donde nos detenemos es en las terrazas: ahora, muestran un prolijo y cuidado césped, similar a un campo de minigolf; antes, permitian las plantaciones de alimentos en la altura. Las terrazas se contruían levantando muros de piedra de una altura que permitiera rellenar esos espacios con grava, arena y tierra. En uno de los laterales de ellas, unas habitaciones ventiladas cumplían la función de graneros, almacenando alimentos disecados, como papa, granos y carne. Ese es otro rasgo importante de la cultura inca, planificaban la soberanía alimentaria produciendo excedente, no para acumular sino para cubrir necesidades de la población que no podía trabajar por motivos como avanzada o corta edad, embarazo, movilidades reducidas, etc.

En medio del recorrido, el peruano hace una mención que celebro internamente y pensé que no diría, teniendo en cuenta la nacionalidad mayoritaria del contigente de clientes-turistas que lo escucha con atención. Al nobrar a Hiram Bingham, le da el título de divulgador del complejo arqueológico, y se encarga de aclarar que los verdaderos descubridores fueron los campesinos de la zona, quienes, por su ignorancia, no tenían idea de la magnitud de su hallazgo. Asimismo, comenta que la Universidad de Yale financió el proyecto del explorador, militar y político yanqui, y que la famosa casa de estudios se apropió de miles de piezas alli encontradas, de importantísimo valor arqueológico. Remata el comentario diciendo que el Perú reclama su devolución desde hace décadas sin resultados. La cara de los norteamericanos expresa el desagrado que sus bocas no transmiten.

Al avanzar por los sitios que nos lleva el guía, nos señala templos dedicados al Sol, al Agua, como divinidades a quienes rendían tributo. El respeto que tenían los quechuas por la madre naturaleza se asentaba en lo religioso y se expresaba en todas las áreas de su quehacer. Por ejemplo, sus contrucciones se integran al medio natural, a tal punto que la Puerta del Sol, y otros edificios, estan alineados astronómicamente. Es más, nos cuenta el guía que sabían leer a la Pachamama hasta en terminos geológicos y asi identificaron una falla geológica que atravesaba el sitio elegido para erigir la ciudadela. Por tal motivo, sobre ella no construyeron nada, sino que la utilizaron como desagüe pluvial.

Según este guía, el 90 % de los edificios existentes en Machu Pichu son originales, y se distinguen 18 formas arquitectónicas de erigir sus muros. Los templos religiosos, los espacios funerarios dedicados a los reyes incas y demás contrucciones importantes se destacan por un ensamble de piedras que tiende a la perfección, e incluyen trabazones antisísmicas. Sobre este punto, incluso muros que a simple vista parecen desprolijos, mantienen el mismo caracter de permanecer de pie en plena montaña a pesar de los sacudones telúricos. Señalando una piedra grande, de mas de 1 metro de diametro, en medio de una pared y apoyada en otras 4 ó 5 bastante más pequeñas, nos dice que éstas funcionan como "amortiguadoras" o niveladoras de aquella.

En la zona baja de la ciudadela estan las edificaciones empleadas para alojamiento de la población trabajadora, que varía si se trata de orioundos del mismo sitio o de personas traídas desde otras regiones. Los incas dividían su imperio en 4 regiones, y Machu Pichu era la sede de una de ellos.

En la misma ciudadela, existe una cantera que proveía a los quechuas lel material necesario para sus edificios. Allí, el guía nos explica la forma de tallar la piedra tomando como ejemplo un bloque cortado por un investigador europeo hace pocos años. Con la misma tecnología de antaño, le hizo muescas a la piedra, para luego palanquearla hasta quebrarla por la línea trazada. Para mostrarnos el desgaste y alisado de la superficies de los bloques, toma una piedra de mayor dureza que las empleadas para los edificios incas, y la frota sobre un trozo de éstos.

Al entrar en una habitación dedicada para preparativos ceremoniales, el guía le da un nuevo beso a la botellita que lo acompaña, la bebida alcohólica es "su trago energizante" le explica a una de las norteamericanas que le preguntó que era lo que tomaba.Después de aprox. 2 horas de responder preguntas y brindarnos información sobre el pasado inca, el guía se despide, a eso de las 15:30, recomendándonos la subida hasta la Casa del Guardia, que el ni siquiera amagó hacer en ningún momento. Inti sigue radiante desde el cielo. Al comenzar el ascenso a través de varias y largas escalinatas, nos topamos con numerosas llamas. Algunas pastan en las terrazas, otras transitan las escaleras con total comodidad. Estan "inventariadas" con una etiqueta en sus orejas, y cumplen el rol de ser una atracción turística más. Hasta pareciera que muchos les toman más fotos que las mismas ruinas.

Desde la casa del Guardia, otra guía se ofrece a sacarnos unas tomas a nosotros con la típica toma de postal de Machu Pichu, donde algunos ven al Huayna Pichu como la nariz de un rostro humano acostado. Seguimos hablando con ella y nos cuenta que el recorido del Camino del Inca, tour al que se dedica, ha perdido todo espíritu de aventura. El interesado en realizarlo cuenta con todo lo necesario ya previsto de antemano, el agua para higienizarse, la alimentación y las carpas, sólo debe llevarse una bolsa de dormir y unos cuantos billetes.

Sentados a la sombra en una pequeña escalinata, Laura y yo observamos la ciudadela por largos minutos. Entre silencios, intercambiamos comentarios. Primero brotan nuestras propias percepciones del estar allí, en medio de las ruinas, adonde viajábamos pero con la imaginación pocos meses atrás. Y la misma dinámica de la conversa nos va llevando a comprender porque hablamos de "las ruinas" como el legado mas importante que ha dejado una cultura tan desarrollada.
Así, entre críticas y lamentos, nos referimos a la fuerte división interna que sufrieron los incas, por la cual a los conquistadores les fue relativamente sencillo comenzar a cortar y desangrar las venas abiertas de Nuestra América latina, implantando el modelo de saqueo colonial que se continúa en nuevas formas. También, admiramos la capacidad de la cultura originaria para construir, en medio de las pedregosas montañas, una ciudad no sólo bella a los ojos sino sustentable para la población y el medio ambiente.

El pasado, la historia, nuestra historia, esta ahí, para quien lo quiera ver. Y nos sigue hablando y orientando en como pararnos en el presente. Si escuchamos o no, es cosa nuestra.

2 comentarios:

  1. ...y asi fue como un viaje con el que fantaseabamos en los bares de bs as meses atras se hizo realidad...¿te acordas cuando nos quedabamos colgados mirando la foto del macchu pichu en los restaurantes peruanos? me encanto esta entrada. Besos gigantes de tu morena ;)

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